Aquella tarde que le partieron el corazón al "Yiyo"
Murieron ambos, toro y matador. José Cubero, Yiyo, ni siquiera tenía que haber toreado esa tarde.
Eran las ocho y cincuenta minutos de la tarde del 30 de agosto de 1985 cuando el toro "Burlero", de la ganadería de Marcos Núñez, le atravesaba el corazón al joven matador de toros José Cubero "Yiyo". Entró en la enfermería de la plaza de Colmenar Viejo prácticamente sin vida y los facultativos nada pudieron hacer por salvársela. Contaba sólo veintiún años y se hallaba en un espléndido momento de su carrera, a punto de codearse con las grandes figuras.
La cogida del torero sucedió tras matar a "Burlero" de un pinchazo y una gran estocada. "Yiyo" se giró, creyendo haber acabado con su enemigo. Pero la res, en un segundo, prendió a "Yiyo". Murieron ambos, toro y matador. La cogida fue presenciada por el padre y los dos hermanos de José. La noticia le llegó a Marta Sánchez, madre del torero, de manera incierta, sin conocer si estaba herido de muerte o no. Tomó un taxi con el ánimo de saber dónde estaba siendo atendido, de visitar algunos hospitales. Pero el taxista que la llevaba, al ser preguntado por ella si la radio había comunicado algo sobre la corrida de Colmenar Viejo, desconociendo la identidad de su pasajera, le soltó a bocajarro: "Ese chico, "Yiyo", ha muerto, lo ha matado un toro...". Marta prorrumpió en sollozos. El taxista no supo cómo disculparse; la llevó de nuevo al inicio de esa carrera, al modesto domicilio de los Cubero Sánchez, en la calle del Bósforo, número 30, de Canillejas, en el camino hacia Barajas. Allí, vestido con un terno color granate ribeteado de adornos negros, depositaron el cadáver de "Yiyo". Sus padres lo lloraron toda la noche. Llegaron otros toreros, los vecinos… Una escena trágica. Los periódicos publicaron las fotografías de la cogida y la del lecho, al día siguiente, cuando lo enterraron el el cementerio de La Almudena.
Ocurren extrañas circunstancias como las de la inclusión de José Cubero en ese cartel de Colmenar Viejo, durante las fiestas agosteñas de 1985 en honor de la Virgen de los Remedios, Patrona del pueblo. Pues en principio "Yiyo" no estaba contratado para esa tarde. Pero quien sí lo estaba era Curro Romero, que el día anterior al festejo comunicó a la empresa su imposibilidad de torear, facilitando un parte médico por lesiones en su espalda. Y ya de madrugada, cuando "Yiyo" y su cuadrilla regresaban a Madrid de otra corrida celebrada en Calahorra, empresario y apoderado del torero llegaron al acuerdo de que José sustituyera al "Faraón de Camas", Cobrando un millón de pesetas menos que lo apalabrado con éste: exactamente dos millones setecientas cincuenta mil pesetas. El salario de la última tarde triunfal del torero, cuya cuadrilla recogía las dos orejas que el público pidió tras la gran faena de "Yiyo" a "Bulero", en tanto a él se lo llevaba una ambulancia desde la plaza, ya cadáver. En el interior del coso quedaba el automóvil "BMW" con el que "Yiyo" había llegado desde Miraflores de la Sierra, donde se vistió de luces por postrera vez.
"Yiyo" ya era un matador de toros a punto de consagrarse como de los primeros derl escalafón. Le faltaba quizás un peldaño. Había ganado bastante dinero para ayudar a los suyos, una familia humilde que había tenido que marcharse en los años 60 a Francia para buscarse la vida. José nació precisamente en Burdeos, el 16 de abril de 1964. Ya de regreso a España los Cubero se instalaron en la mencionada plaza de Canillejas. Todo el barrio conocía a la familia. José quiso ser torero desde muy niño y alcanzó la alternativa. Su hermano Juan era banderillero, y Miguel novillero y luego matador sin mucha suerte.
José Cubero "Yiyo" puso sacar adelante a los suyos. El mote le venía de su nombre familiar, que de Joselillo pasó a ser "Yiyo", pues a su madre éste último le parecía más corto. El primer millón de pesetas que ahorró toreando se lo entregó, muy feliz, a su madre. Sus padres iban administrando cuanto iba ganando. Y él, apenas se quedaba con unos billetes para invitar a sus amigos. Le gustaba ir a algunas discotecas. "Ligaba" bastante, pues era guapo, divertido, simpático. Y muy sencillo. Pero no se comprometía con ninguna chica. Al fín y al cabo, era joven, no había cumplido los veinte años.
Las revistas del corazón empezaron a incluir en sus páginas algunas historias amorosas de toreros afamados. Fue el caso de "Paquirri", cuando se ennovió con Isabel Pantoja. Fatalmente, "Yiyo" figuró en aquel cartel maldito del 26 de septiembre de 1984 y se vio obligado a matar al toro que había herido mortalmente a aquél. Eso ocurría justo un año antes de que José Cubero también perdiera la vida. El tercer diestro de ese cartel, Vicente Ruiz "El Soro", vive afortunadamente, pero retirado de los ruedos tras ser operado una treintena de ocasiones.
A espaldas del propio "Yiyo", su apoderado Tomás Redondo, de acuerdo con un relaciones públicas, acordaron un montaje para que el torero fuera también protagonista en las revistas rosas. Se prestó a ser su novia de ficción una tal María Rosa Casas. Pero el reportaje que hicieron a la pareja figurando estar muy enamorados, ni siquiera fue publicado en la revista que lo adquirió. Lamentablemente cuando "Yiyo" murió, la mentada fingió de nuevo, medio enlutada. Hasta que acabó por confesar en "Lecturas" que todo había sido una farsa.
La verdad es que José Cubero "Yiyo" sólo había tonteado con chicas de su barrio, que no tuvo ningún amor serio, que estaba dedicado sólo a su profesión. Como iba acumulando algunos millones de pesetas adquirió una parcela en la lujosa urbanización de las afueras de Madrid, "La Moraleja", con el objeto de construirse un gran chalé adonde irse a vivir con sus padres y hermanos. "Burlero" acabó con esos buenos deseos. Ahora se cumplen treinta y cinco años de aquella mortal cornada que acabó con la vida de un gran torero, un chico cabal. A las puertas de la Monumental de Las Ventas hay una gran escultura de Sanguino donde se recuerda cómo "Yiyo" fue prendido por el toro asesino. Los buenos aficionados siguen recordando a "Yiyo".
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