Tras cancelar sus vacaciones asturianas por supuestos ataques nunca confirmados por sus escoltas, sin que medie atestado o denuncia, Irene Montero ha hecho acto de aparición en Diez Minutos para denunciar, de nuevo, a los presuntos "acosadores" que dieron al traste con sus vacaciones.
"Se lleva mal, porque no están ahí para hacer una reivindicación política, están ahí para insultarnos, para molestar a nuestros hijos. No es una manifestación contra el Gobierno o el Ministerio de Igualdad, no. Vienen a intentar ocupar nuestro espacio de intimidad como nuestra casa, vienen para que nos sintamos incómodos. Es una situación anómala en una democracia".
Montero abundó en la revista en su vida cotidiana junto al Vicepresidente de Derechos Sociales, Pablo Iglesias, inmerso ahora en el escándalo de las acusaciones del abogado Calvente y al destrucción de la tarjeta de móvil de Dina Bousselham. "No solemos salir porque nos gusta más estar en nuestra casa con amigos. Ya que al ser Pablo tan conocido, preferimos la intimidad de la casa", explica a Diez Minutos.
Montero, además, descubre que las tareas del hogar se las reparten entre los dos. "Pablo asume parte en las tareas de la casa, como yo las mías, como no puede ser de otra manera con tres hijos y la vida que tenemos."
La ministra también lamenta, aunque acepta, los cambios en su horario que ha supuesto la asunción de su puesto y sus tres hijos. "La maternidad no te hace ser otra persona, pero el día a día cambia mucho, la posibilidad de improvisar, de hacer planes a largo plazo, organizar tu vida, algo que ahora no puedo hacer al estar al frente del Ministerio de Igualdad, porque mis tres hijos tienen unos horarios y una rutina que quiero respetar y compartir".
Por contra, se mostró poco conciliadora con la situación de Casa Real. "Con la situación de emergencia que estamos viviendo es indigno que Juan Carlos I se haya ido en lugar de arrimar el hombro ante esta crisis y además sin rendir cuentas ante los españoles", rematando además que no es cosa del Rey emérito, sino que la supuesta corrupción se extiende toda la institución: "No es creíble distinguir entre Juan Carlos y la familia Borbón".