Transcurrían los años finales del decenio de los 50 y primeros 60. A España fueron llegando los primeros turistas. En época veraniega, ellas acudían a las playas muy ligeras de ropa, cuando todavía en nuestro país eso no estaba permitido. Aquellas nórdicas comenzaban a exhibir los llamados bikinis, vestidos de baño "dos piezas", cuyo nombre provenía de años atrás, de las primeras pruebas atómicas norteamericanas en el atolón de Bikini. Comenzaron a usarse hacia 1946. Benidorm, Torremolinos y Mallorca fueron entre nosotros los lugares donde aquellas féminas llamaban la atención de los nativos con esa prenda hasta entonces nunca vista en las arenas de las costas españolas. Pero muchos años después de haberse creado la prenda.
Benidorm, que era un pueblecito de pescadores, se fue convirtiendo en un centro turístico internacional gracias sobre todo a la gestión de su entonces alcalde, Pedro Zaragoza. Hombre audaz, inteligente, comprendió que la llegada de turistas foráneos impedía que se multara a quienes impúdicamente al decir de las autoridades franquistas mostraban sus cuerpos "casi desnudos". Falangista, sin lugar a dudas muy comprometido con el Régimen, el señor Zaragoza pidió audiencia privada en el Palacio de El Pardo. Y marchó hacia Madrid… ¡en Vespa!, una moto de moda aquellos tiempos. Franco lo recibió en seguida, solícito, comprendió las razones del munícipe alicantino y "le dejó hacer" en cuanto al asunto de los bikinis, con aquello muy español de mirar hacia otro lado. Mostrando "la vista gorda". Pero el Jefe del Estado permitió algo más: que su esposa, Doña Carmen Polo visitara Benidorm para contemplar "in situ" a aquellas suecas en bikini.
Con aquel viaje de la primera dama y el visto bueno de Franco, Pedro Zaragoza respiró tranquilo. Porque muchas gentes, católicas "a machacamartillo", le habían instado a multar a las "desvergonzadas" turistas. Y consiguieron que en un promontorio de Benidorm se alzara una cruz de gran tamaño orlada con una leyenda: "El pueblo del pecado". En consecuencia el arzobispo de Valencia, que por lo visto también tenía autoridad en la provincia de Alicante a la que pertenece Benidorm, promovió excomulgar al mencionado alcalde y su familia. El Gobernador Civil de "la millor terra del mon" asimismo tomó cartas en el asunto.
Pedro Zaragoza pudo en adelante impulsar cuanto le vino en gana para que su pueblo fuera agrandándose y que ya hace tiempo parece una megalópolis, con sus elevados edificios, hoteles y buen número de viviendas. Ya no parece haya suelo posible para continuar edificando, como no sea siempre "hacia arriba", como la isla de Manhattan y sus rascacielos. Aquel visionario, imitando la localidad italiana de San Remo, propulsó en 1959 un festival de la canción moderna, de donde saldrían futuras figuras, caso de Raphael y Julio Iglesias, entre una hornada de populares intérpretes.
El certamen se celebró ininterrumpidamente desde entonces, mediado el mes de julio, hasta los primeros años del presente siglo, cuando ya Benidorm no tenía necesidad alguna de promoción y la anécdota de los primeros bikinis era motivo casi de risa.