La ruptura sentimental entre Enrique Ponce y Paloma Cuevas se ha convertido en la de las grandes sorpresas del verano para el gran público. Una separación que a priori se intuía fácil pero que con el paso de los días se ha ido complicando con la salida a la luz de Ana Soria, la nueva pareja del torero. Baile de fechas, otras posibles deslealtades y familias enfrentadas, han ensombrecido la idílica relación de la que siempre había presumido el diestro y su todavía mujer.
"Ha sido una decisión muy meditada, tomada de mutuo acuerdo, y desde el profundo cariño y respeto que nos tenemos", decía el texto del documento que compartieron Ponce y Cuevas para poner fin a los rumores sobre una posible mala relación entre ellos. Sin embargo, esta semana la revista Lecturas ha podido comprobar que no existían pruebas de esa fuerte crisis matrimonial de la que tanto se ha hablado y que desencadenó en la relación del torero con Ana Soria.
Según las últimas declaraciones de Ponce, nunca habría sido infiel a Paloma durante sus casi 25 años de matrimonio. Él mismo desveló en Sálvame que llevaba un año separado de la empresaria a pesar de que seguían conviviendo juntos por el bienestar de sus dos hijas, y que fue hace unos seis meses cuando comenzó su nueva relación con la joven almeriense de 21 años.
Se desconoce entonces el motivo por el que Paloma compartió hace seis semanas una imagen junto a su marido en su perfil de Instagram. Una fotografía de su luna de miel en Bora Bora que no da señal alguna de crisis y, mucho menos, de separación: "23 añitos... y nos creíamos mayores", escribió la empresaria.
¿Cuál es el motivo por el que Paloma subiría esta fotografía si su matrimonio ya estaba roto? ¿Conocía la existencia de Ana Soria en la vida de su marido? Lo que está claro es que mientras que Enrique y Ana han decidido no esconder su relación y presumir de su amor en las redes sociales, Paloma se mantiene en un perfil discreto y prefiere volcarse en la educación de sus dos hijas, Paloma y Bianca.