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Los cuatro hombres en la vida de María José Cantudo... y las cuatro indifelidades

La actriz cumple 69 años y, tras una vida de amoríos y fugaces encuentros, vive sin contratiempos mientras se mantiene espléndida.

La actriz cumple 69 años y, tras una vida de amoríos y fugaces encuentros, vive sin contratiempos mientras se mantiene espléndida.
María José Cantudo y Manolo Otero | Gtres

Alcanza estos días María José Cantudo la edad de sesenta y nueve años. Nació en Andújar (Jaén) el 10 de julio de 1951. Está espléndida físicamente: se cuida, continúa teniendo un cuerpo atractivo… pero ya no quiere saber nada de amoríos o fugaces encuentros sentimentales. Tiene la suficiente experiencia amorosa, superó algunas crisis depresivas, una de las cuáles, según confesó, la llevó momentáneamente a la idea del suicidio, y no tiene ni deseos de volver a las pasarelas teatrales o a los estudios cinematográficos, y menos en estos tiempos de zozobra. Se conforma con ir de vez en cuando a algún programa de televisión. Como no tiene problemas económicos, su vida transcurre sin contratiempos en ese aspecto. Le responde la salud y, afectivamente, tiene a su hijo Manuel, nacido en 1974, que ejerce de técnico jurídico en el Ayuntamiento de Andújar.

El primer amor de su vida fue el galán Manolo Otero, con quien contrajo matrimonio en 1973 para separarse en 1978. Consiguieron la nulidad matrimonial, por si ambos albergaran en ese último trance deseos de casarse por la Iglesia. No fue el caso de María José, que continuó soltera; él, tras varios escarceos encontró a otra mujer en Brasil con la que convivió hasta la hora de su muerte, el 2 de junio de 2011. La relación entre ambos fue apasionada. Pero ella afirmó que tras cinco años de unión, Manolo le era infiel. Les unía la existencia de su hijo Manuel. María José, aunque tras la ruptura lógicamente se mostró muy dura con su exmarido, terminó declarando que fue un hombre maravilloso, al que mucho quiso. Le afectó su inesperado fallecimiento. El galán, con quien me unió cierta amistad, era a pesar del encanto que producía entre sus admiradoras, que lo acosaban por la calle, un hombre tímido, encantador, educado, sensible que en su última visita a Madrid, pues residía en tierras brasileiras, anunció que iba a publicar sus memorias contando secretos de su matrimonio. Tal vez no encontró la editorial que se atreviera a publicarlas. Y nos quedamos sin saber lo que hubo en su matrimonio con María José Cantudo de puertas para dentro.

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Cantudo y Otero, con su hijo

Pedro Ruiz ocupó algún tiempo el corazón de María José. Sensacional humorista, ameno, agudo escritor, e irregular cantante en su afán de seguir las huellas de su buen amigo Joan Manuel Serrat. Formaban una pareja divertida, pues María José, a pesar de su carácter a veces fiero, esconde también su dulzura y un cierto sentido del humor, con guasa de su tierra andaluza. Pero cuando más estabilizada era su relación, la diva irrumpió cierto día en el dormitorio de la pareja, llevándose una sorpresa. Y decidió cortar por lo sano con Pedro Ruiz. Nuestro mayor respeto a lo que sucedió en aquella escena. Uno no estaba allí, por supuesto. Pero ella lo confió a alguien y el asunto, aún muy privado, trascendió, siquiera en petit comité. Pedro es un tipo formidable, afable y buen amigo. No hemos de revelar nada que contravenga ciertos límites que atañen a la intimidad de los cuitados.

El admirado pianista y compositor Felipe Campuzano, con quien compartí algunas de sus confidencias, también se enamoró de María José Cantudo cuando le compuso algunas canciones, como la sensual ¡Desnúdame! Fueron pareja cierto tiempo, poco en realidad, para gozo de los reporteros gráficos que los seguían por los locales nocturnos madrileños. Pero el gaditano siempre ha sido un incorregible bohemio y seductor, incapaz de someterse a disciplina alguna que no sea la de su profesión e incluso tampoco logró concluir su espléndida serie musical sobre las ocho provincias andaluzas. Contaba Felipe que en el amor hay muchas sensaciones y no hay por qué no arriesgarse a ciertas experiencias. Lo cierto, lo que se conoce, es que se casó dos veces (estuve en la última de sus bodas) tuvo hermosas mujeres a su lado, entre ellas María José Cantudo, que rompió con él tras una escena algo escatológica que Felipe relataba en su blog con todo detalle, sin importarle lo sucedido en la cama con la estrella.

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María José Cantudo y Enrique Cornejo

Queda "el cuarto hombre", como si jugáramos a parafrasear el título cinematográfico de Orson Welles. Y ese fue uno de los más importantes empresarios teatrales de los últimos tiempos, el vallisoletano Enrique Cornejo. Culto, elegante, con pinta de galán aun contando con su estatura no muy elevada, siempre ha tenido una bella a su lado, a la que indefectiblemente, si era modelo o actriz, la encumbraba hasta donde el talento de cada una era posible. Y con una ambiciosa María José Cantudo enfrente, fue moldeando su personalidad, adaptándose por supuesto a las pretensiones, gustos y posibilidades de la andujana. Le montó lujosos espectáculos, que llegó a financiar algunas veces la propia diva. Y logró que fuera una convincente actriz de comedias costumbristas. Cantando, María José supo cubrir sus deficiencias vocales a base de ensayos y otros recursos. Y sumando todos sus valores artísticos, María José Cantudo se convirtió en una estrella musical. Ganó mucho dinero en esa época junto a Enrique Cornejo. Pasta gansa que con habilidad y buenos consejos supo invertir en obras de arte, objetos anticuarios que son su debilidad y patrimonio inmobiliario, con varias viviendas: en la calle de Serrano (una en el mismo bloque donde vivía Paco Camino con su primera esposa), otra en la calle Mayor, y un chalé en la sierra de Navacerrada. Su sociedad teatral con Enrique Cornejo, ya decimos que no pudo ser más satisfactoria. Pero él siempre ha sido un constante seductor, y ello le supuso romper con María José, por decisión de ella, desde luego, aunque quedaron como buenos amigos, civilizadamente que se dice. Jamás Cornejo dio escándalo alguno cada vez que estrena una relación sentimental. Un caballero.

Hay un capítulo sobre el que se han divulgado chismes y rumores que sitúan a María José Cantudo en México, contratada para una serie de películas (que no llegó a rodar según lo previsto) por un empresario azteca que se enamoró de ella. Las trece cintas prometidas quedaron en una sola, Piernas cruzadas, que se rodó en 1982. Un bodrio de aquí te espero, que no dio un duro en taquilla. Pero supuso el comienzo de una buena amistad entre María José y el multimillonario Ramiro Garza Cantú, muy relacionado con las altas esferas políticas del PRI y empresario de un montón de negocios, entre ellos uno tan productivo como Pemex, el de la principal petrolera mexicana. Podía el caballero permitirse perder unos cuantos millones financiando películas para las amantes que se le antojaron. María José Cantudo siempre ha negado relación íntima alguna con don Ramiro. Y hemos de aceptar su confesión y no fantasear al respecto. Alfredo Landa, que fue compañero de ella en la mencionada película, aseguraba en sus memorias que el ricachón pretendió casarse con nuestra compatriota. Pero ella no quiso. Sus razones tendría.

Y ya queda para la biografía sentimental de María José Cantudo un punto y aparte, de momento, con la declaración de la estrella respecto a su futuro. Está muy bien como está. Soltera y sola en la vida, como rezaba un viejo y divertido cuplé.

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