Sorprende siempre Antonia Dell´Atte, bien con sus cambios en el vestuario, bien con sus declaraciones, cargadas a menudo de crítica e ironía. Cumple ahora treinta años de residencia en España, adonde vino entonces, 1990, con su marido, Alessandro Lequio, apellido de éste por cierto que unas veces escribimos como "Lecquio", aunque advierto que en casi todas las publicaciones aparece sin la "cq" original de su familia italiana: se ha españolizado. La que fuera musa de Giorgio Armani ha cumplido sesenta años, está fantástica físicamente y apura el confinamiento en el piso de un amigo en Barcelona.
¿Qué ha hecho, entretanto? Divulgar unas camisetas diseñadas por Clemente, el hijo que tuvo con Alessandro (nombre que asimismo en ocasiones se escribe con equis a veces). Prenda que lleva impresa la imagen de Antonia, de medio cuerpo, probablemente de la portada de alguna revista de modas, donde aparece con una prenda de abrigo rosa y un sombrero de paja veraniego. La camiseta, de color morado, lleva adherida la leyenda siguiente: "Quédate en casa. Es una imposición". Nada más cierto esto último durante los tres meses de confinamiento que hemos padecido. Orgullosa de Clemente, Antonia Dell´Atte se ha servido de sus numerosas amistades para promover esas camisetas, cuyos beneficios de venta dice que los destinará a alguna causa benéfica.
En esas pasadas jornadas del coronavirus, en el fatídico mes de mayo, falleció Alex, el hijo de su exmarido y Ana Obregón. Fue un doloroso golpe para ella porque sabía que se llevaba muy bien con su hermano Clemente. Ya eran esos chicos lo suficientemente maduros para superar las distancias que los había separado: uno en Madrid o en Los Ángeles, el otro en Italia. Se querían. Aparte de que la propia Antonia Dell´Atte ya había hecho las paces con Ana Obregón en 2016. Habían transcurrido los suficientes años, desde 1991, cuando la italiana rompió con su marido y se consideró públicamente "la cornuda de España", por la infidelidad de Dado, que así apodan al falso conde Lequio. Ana Obregón era la culpable para ella de su situación de mujer abandonada. Y la odiaba. Lo dijo en La máquina de la verdad, el programa de Telecinco de Julián Lago. El tiempo lo cura todo. Viejo tópico que se cumplió también en octubre de 2019 cuando Antonia y Ana coincidieron en el programa Máster Chef Celenbrity 4. Se abrazaron ante la numerosa audiencia. Y aquí paz y después gloria.
Antonia Dell´Atte había tenido otras parejas antes de casarse con Alessandro Lequio. Él la conoció en una circunstancia muy asociada a su personalidad: en casa de una amiga llamada Francesca. Bien por curiosidad o simplemente porque buscaba un cuarto de baño, empujó una puerta . La habitación era irrespirable, por efecto del vaho. Y además apenas se veía nada. Hasta que Alessandro, quizás impulsado para una deposición (no judicial, claro) se dio de bruces con la presencia de una espectacular mujer, dentro de una bañera, envuelta en espuma, como si fuera a anunciar una marca de jabón. Era Antonia Dell´Atte. Coincidieron unas semanas después y en poco tiempo se casaron. La madre de Alessandro, Donna Sandra, no asistió al enlace, en clara oposición a la mujer que su hijo había elegido; alguien que no procedía de la nobleza, inferior al rango de los Lequio-Borbón. En efecto: Antonia era de extracción modesta, con un padre alcohólico que abandonó a los suyos cuando la futura modelo de Armani contaba trece años. Gracias a ella sacó adelante a la familia. Una mujer luchadora siempre.
Creyó ser una mujer feliz al emparentar con un clan regio. Tarde, se daría cuenta de que los ancestros familiares de su esposo mas bien tenían un "pedigrí" dudoso por parte de padre, con un título aristocrático otorgado por Mussolini, sin ser considerado por la nobleza encarnada por los Borbones, rama de su madre, con patrimonio venido a menos. Alessandro era así un dudoso conde Lequio. Lo peor es que fue infiel a su esposa. Y Antonia Dell´Atte "le dio puerta", él se emparejó con la Obregón, tuvo un hijo, para finalmente casarse con una chica encantadora, tras no pocos líos de faldas.
Todo aquello es pasado. Antonia es realista. Cumplió con su ex y con Ana Obregón dándoles el pésame. Divulgó un vídeo con palabras emotivas para los afligidos padres. Lo acompañaba una canción alegórica al drama, "La sombra de la luz", interpretada por su buen amigo Franco Battiato, con quien llegó una vez a cantar a dúo.
La vida sigue. Antonia es una mujer llena de vitalidad. Continuará viviendo entre Barcelona y Milán. Y en espera de contratos y apariciones televisivas se ha dejado cambiar el color de sus cabellos, que ahora luce en rubio platino, casi blancos, como los utilizados por Meryl Streep en la película El diablo viste de Prada.