El "vergonzoso" episodio de Mila Ximénez con su médico y un satisfyer
La colaboradora vuelve a sonreír tras cincuenta días muy complicados debido al confinamiento.
Después de ocho semanas aislada en su casa de Madrid, Mila Ximénez ha recuperado algo de normalidad en su vida. La colaboradora compartió con los espectadores de Sálvame el momento en el que ha pisado la calle por primera vez desde que se declarase el estado de alarma a causa del coronavirus.
Según su testimonio, cree que ha sufrido "el síndrome de la cabaña", miedo a salir a la calle que sienten muchas personas tras el confinamiento: "Me daba pavor salir. Abría la puerta del ascensor y pensaba, bueno, mañana. No sabía ni cómo colocarme la mascarilla. Hacía cosas que no debía hacer, como tocarme la cara", confesó. "Cuando entré en un supermercado fue como entrar en una tienda de juguetes. No me podía creer que pudiera coger todo lo que necesitaba porque antes todo lo había comprado online".
Al escuchar su testimonio, Jorge Javier Vázquez le recordó que "la sociedad está en caos". "Estamos en un momento complicado y tenemos que esperar. Me quedo con las ganas que tenemos todos de salir adelante, el saber que todo esto se va a acabar. No podemos entrar en paranoias, ni en histerias. Tenemos que poner de nuestra parte para continuar adelante. Esto no puede parar nuestras vidas".
El momento más divertido de la intervención de Mila se produjo cuando narró el episodio que ha vivido durante estos días durante la visita de su médico de cabecera. "Un amigo me regaló un satisfyer (uno de los juguetes sexuales que ha revolucionado el sector de los complementos eróticos), que nunca he utilizado. Mi amigo vino a verme, es mi estilista y vino por trabajo, y le dije que se lo llevara. Nunca se lo llevó y se quedó encima de la mesa del salón. Cuando viene el médico noto que se pone súper nervioso. Se estaba fijando en lo que era…", dijo desatando las risas de sus compañeros.
El médico le sugirió ir a otro lugar de la casa. "Si quieres podemos ir a la cocina, que estamos más cómodos. Y cuando llego lo veo en la mesa, justo en el centro de salón. Me he muerto de vergüenza". Tras el apuro, la colaboradora lo tiene claro: no quiere "cacharritos". "Lo voy a devolver porque no lo estoy utilizando. Creo que lo voy a reponer por un ser vivo, que ya toca", sentenció.
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