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Los bailes de Ginger Rogers con sus amantes (y su odio mortal hacia Fred Astaire)

Se cumplen 25 años de la muerte de Ginger Rogers, que se casó cinco veces y tuvo de amantes a Cary Grant y James Stewart.

Ginger Rogers y Fred Astaire | Cordon Press

Se acaban de cumplir veinticinco años de la muerte de Ginger Rogers. Formó entre los años 30 y 40 la mejor pareja de baile, con Fred Astaire, de aquellos maravillosos musicales de Hollywood, nunca jamás superados en decenios posteriores, género ya prácticamente desaparecido por su elevado coste y la ausencia también de figuras. Ninguna superó a los citados, que protagonizaron diez películas, que ya son historia.

Ginger, que en realidad se llamaba Virginia, vino al mundo en 1911, hija de padres separados. Su madre, que de comentarista teatral pasó a ser una guionista y productora en la Meca del cine, animó siempre a su hija para que fuera actriz. Y no sólo eso: bailarina, cantante y dotada además del suficiente talento interpretativo no sólo para la comedia, también el drama. El apelativo de Ginger le vino de unos primos que empezaron a motejarla como Ginga, y de ahí surgió su definitivo nombre artístico, completado con un apellido que tomó del de su padrastro, el segundo marido de su madre, John Logan Rogers.

Rogers y Astaire en 1980 | Cordon Press

No tenia Ginger Rogers los cabellos rubios: era pelirroja. Su paso por los escenarios de Broadway fue después de recorrerse los Estados Unidos en modestas compañías de variedades. En Nueva York conoció a un tipo alto, desgarbado al que le venía que ni pintado el título de "Papaíto, piernas largas", que interpretó en la pantalla. Con Ginger formó una pareja de ensueño. Bailando, mirándose a los ojos, transportaban a los espectadores de sus comedias musicales a momentos inolvidables. Sin embargo, Ginger y Fred se detestaban lejos de los focos de los estudios, llevados por celos artísticos. Nunca se besaron como los enamorados, jamás en sus filmes acometerieron personajes apasionados el uno por la otra. Ella contaría que su compañero de cine llevaba peluquín, y que después de actuar, era un tipo seco y aburrido. Que no rodara escenas con ella subidas de tono amoroso se debía más que nada a la esposa de Fred, quien supervisaba los guiones para que su marido no se propasara con Ginger, "la rubia peligrosa". Tampoco ésta sentía el más mínimo interés por conquistarlo fuera de sus escenas de ficción.

Fred Astaire y Ginger Rogers se dieron a conocer en la pantalla en una película, Volando a Río, de 1933, donde no eran precisamente los protagonistas, sino la mexicana que triunfara en Hollywood con su impresionante belleza, Dolores del Río. Pero los bailes de la pareja fueron los que sobresalían de aquella estupenda cinta. La RKO, compañía que los tenía en exclusiva, ganó muchos millones con ambos danzarines, y ellos también se llevaron un buen pellizco, cosa natural: se beneficiaron no solo desde la parte económica, sino también `popularmente con las diez películas que rodaron (Roberta, En alas de la danza, Sombrero de copa, Amanda, Vuelve a mí…) Tras la novena, tarifaron pero tiempo después, incentivados por la productora que les compensó con unos elevados emolumentos, fue cuando no pudieron negarse a filmar la décima y definitiva colaboración entre ambos. Ginger creía merecer más atención que Fred Astaire, celosa por su creencia de que a éste lo cuidaban más publicitariamente. Lástima que no prosiguiera más tiempo su unión artística. Si sus bailes eran prodigiosos también se lucían cantando hermosas melodías, como la archiconocida "Cheek to cheek".

Fred Astaire continuó rodando películas, y ya no bailando en todas. Falleció en 1987. En cuanto a Ginger Rogers, estrenó en un teatro de Broadway en 1950 la sensacional comedia musical ¡Hello, Dolly!. En cine rodó en 1965 Harlow y de vuelta al teatro, se retiró en Londres representando el musical Mame, que asimismo había llevado a la pantalla en su despedida. No obstante, por su gran vocación, continuó apareciendo en programas televisivos de entretenimiento y en alguna serie, hasta retirarse a su rancho de Oregón.

Tuvo Ginger Rogers una vida sentimental muy activa. Se casó en cinco ocasiones. Y como amantes a James Stewart y a Cary Grant (pese a la condición bisexual de este galán), al célebre compositor George Gershwin y al excéntrico millonario y productor cinematográfico Howard Hughes.

Los últimos años de aquella deslumbrante estrella fueron tranquilos, aunque viviera ya en silla de ruedas en el mencionado rancho de Oregón. Si acaso lamentaba algo era no haber tenido hijos. La muerte le sorprendió a causa de una angina de pecho el 25 de abril de 1995, a los ochenta y tres años, después de sesenta y dos de carrera, setenta y tres películas y un "Óscar", curiosamente no por ninguna de sus comedias musicales, sino por un drama, Espejismo de amor, de 1940. Probablemente ese título le venía bien después de sus inestables cinco ocasiones que creyó encontrarlo, en esos cinco maridos.

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