La eterna belleza de la ahora sesentona Michelle Pfeiffer
Michelle Pfeiffer cumple 62 años. Conserva intacta su capacidad de fascinar al tiempo que inaugura una millonaria mansión.
Las estrellas de cine que traspasan los cuarenta años cuidan al máximo su físico. Imaginen lo que es superar los sesenta, que es el caso de Michelle Pfeiffer, que este miércoles 29 de abril festeja los sesenta y dos, con una espléndida figura: la de una de las actrices de la pantalla más sexy de los últimos tiempos. Lleva cuatro décadas desde su debut en la pantalla, ha protagonizado buenas películas y rechazado otras que no le parecían adecuadas, sobre todo si la obligaban a desnudarse sin venir a cuento. Madre de familia que ha antepuesto siempre su felicidad conyugal al éxito o al dinero.
Cierto es que mantener un bello cuerpo como el suyo requiere sacrificios: practica yoga, pilates, camina, corre, monta en bicicleta y por supuesto sigue una severa dieta. Experta en artes marciales desde que tuvo que iniciarse en ellas en un rodaje. De lo que no da detalles es acerca de las operaciones a las que se ha sometido. ¡El recurrido bótox! Y otros afeites. Hay que estar en forma si se quiere, como es su caso, continuar trabajando, aunque ahora lo haga más distanciadamente, en series de televisión, más cómodas que el cine.
La vida de Michelle Pfeiffer transcurrió en el hogar de un padre dedicado a vender equipos de aire acondicionado, a quien ayudaba siendo muy jovencita. Era muy activa y cuenta que no se consideraba atractiva, más bien le parecía ser como uno de los chicos con los que en ocasiones hasta se peleaba. Dejó sus estudios superiores para trabajar como dependiente en un tienda de ropa y cajera en un supermercado. Ya se vislumbraba su poderosa belleza cuando decidió aspirar al reinado en un par de concursos con la idea de ser actriz de cine, debutando en los primeros años 80 del pasado siglo.
Tenía veinte cuando un alto cargo de Hollywood intentó forzarla, amargo trago que la llevó circunstancialmente hasta un matrimonio que quiso ayudarla. Ella creyó en la buena voluntad de aquellas personas, que en principio la apartaron de la bebida, el tabaco y la droga que había comenzado a consumir. Pero ese supuesto, desinteresado gesto no era sino una trampa para captarla en una secta que practicaba ritos esotéricos. Lo que en principio le pareció una agradable aventura entre meditaciones y olores a incienso, se convirtió en una peligrosa pesadilla, alimentándose de comida vegetariana, costumbre que le quedó muy marcada. De aquella terrible experiencia la salvó un actor en Los Ángeles cuando pudo contarle el infierno en el que se desenvolvía. Se llamaba Peter Horton, de veintiseis años, cuatro más que Michelle. Se casaron en 1981, separándose en 1988. El divorcio lo obtuvieron dos años después.
Tuvo luego Michelle Pfeiffer una relación de tres años con el actor-productor Fisher Stevens. Descubrió que la engañaba y lo dejó. Al romper, adoptó en 1993 a una niña, Claudia Rose, hija de una enfermera, madre de cuatro hijos, que no podía hacerse cargo de la pequeña. En esos años, Michelle Pfeiffer llevaba una década ya fulgurante con su espléndida anatomía. Una rubia explosiva que había comenzado en 1982 interviniendo en Grease II, secuela del gran éxito conseguido anteriormente por John Travolta y Olivia Newton-John. Fue un fracaso, con escasos medios de producción, que desilusionó a la debutante Michelle Pfeiffer. Con El precio del poder, se desquitó seguidamente, en el papel de la esposa drogadicta de un desmesurado capo interpretado por Al Pacino. "Scarface", que así se conoció originariamente, dio mucho dinero y popularidad a la joven estrella. Ya involucrada en sucesivos rodajes fue cuando se produjo su separación matrimonial del ya antes citado Peter Horton.
Protagonizando Las amistades peligrosas cayó en las redes amatorias de John Malkovich, que no es precisamente un guaperas y además estaba casado con Glenne Headly. Breve romance, que no pasó de una corta relación. Se lució como cantante de cabaret en Los fabulosos Baker Boys. Posteriormente tuvo un lío sentimental con Michael Keaton, su compañero en Batman vuelve. Al que sorprendió en una secuencia metiéndose en la boca un pájaro vivo.
Cuando adoptó a Claudia Rose cierta prensa femenina de los Estados Unidos creyó que la actriz ya no era fértil. Falso. Michelle Pfeiffer ambicionaba casarse, formar una familia y tener hijos propios. Lo consiguió al conocer a David E. Kelley, productor de televisión, con quien contrajo matrimonio en 1993, nada más abandonar al infiel anteriormente citado Fisher Stevens, con quien estuvo a punto de casarse. Afortunadamente supo a tiempo que le ponía los cuernos. Con David ha formado una pareja estable, con un hijo fruto de su unión, John Henry. Los tres más Claudia Rose son la familia que la estrella soñaba poseer.
La filmografía de Michelle Pfeiffer se enriqueció con otros títulos notables, como La edad de la inocencia, Íntimo y personal" junto a Robert Redford, con quien hizo buenas migas rodando escenas muy románticas, llenas de gran sensualidad (léase besos encendidos) y Un día inolvidable, al lado de George Clooney, otro galán que recuerda también como buen compañero.
Resulta curioso saber qué otras películas renunció a protagonizar. Una de ellas Evita, porque le suponía desplazarse lejos de Los Ángeles. Sabido es que Madonna acaparó el protagonismo de la cinta junto a nuestro Antonio Banderas. Tampoco quiso Michelle rodar Pretty Woman, pues no le agradó el guión, y finalmente fue a manos de Julia Roberts. Rechazó asimismo El silencio de los corderos, lo que le sirvió de plataforma al triunfo a Jodie Fóster. Frívolo le pareció el argumento de Thelma y Louise, y se negó a filmarlo. Y de elevada sexualidad tachó el ofrecimiento de Instinto Básico y Casino, dos cintas que a Sharon Stone le supusieron alcanzar el estrellato.
Y en tiempos más cercanos Michelle Pfeiffer intervino en Asesinato en el Orient Express, Maléfica, maestra del mal, con Angelina Jolie, el drama The Wizard of Lies, incorporando el personaje de esposa del estafador Bernard Madoff (Robert de Niro) y otro como mujer de Michael Douglas en una serie de la productora Marvel. Aunque haya espaciado sus apariciones en la pantalla y se haya dedicado más a la televisión, Michelle Pfeiffer es consciente de que ahora le toca asumir que ya la reclaman menos que en la década de los 80, cuando era una de las más cotizadas estrellas. Se lo ha tomado con realismo, prefiriendo disfrutar de la vida junto a su marido e hijos. Así es que, con sus abultados ahorros ha estrenado muy recientemente una mansión en Pacific Palisades por valor de algo más de veinte millones de dólares, en Los Ángeles. Su extensión es de mil metros cuadrados, tiene seis habitaciones y once cuartos de baño, detalle el último que nos recuerda aquella feliz denominación de la casa de Isabel Preysler, dispuesta con tres aseos más, motejándola como "Villa Meona". Pasen los años y ya la contemplemos menos, Michelle Pfeiffer quedará para la historia de Hollywood como una de sus más fascinantes estrellas.
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