Pelea, pelea. Lucía Etxebarría se ha molestado porque Pelayo Díaz ha dicho que no la conoce, que en su generación no la conocen. La escritora le ha contestado en Instagram que ella "entraba de lectura recomendada en el programa de estudios de bachiller en el mismo año en el que se suponía que Pelayo debería haber estado estudiando". Y en el temario de Selectividad. Me he acordado de uno de los relatos de David Sedaris en Calypso (Blackie Books). Cuando cuenta que su novio no tiene ni idea de política estadounidense. "¿Qué quién es Claire McCaskill?—dije una vez, soprendidísimo de tener (de que cualquiera tuviera, a decir verdad) un novio tan ignorante". [McCaskill fue senadora demócrata por Missouri de 2007 a 2019 y ahora, además de profesora visitante del Instituto de Política de la Universidad de Chicago, es analista política en MSNBC y NBC]
Sedaris también cuenta en otro relato que estando en un festival literario en Santorini (septiembre de 2015) le preguntaron por Donald Trump. "No me sorprendería lo más mínimo que nombrase vicepresidente al perro Patán. Lo digo delante de todo el mundo y resulta que en Grecia nadie sabe quién es el perro Patán". No saber quién es el perro Patán es como no saber quién es Lucía Etxebarría. ¿Es posible que en Grecia no pusieran Autos Locos? Porque dejo de lado la posibilidad de que en Grecia se llamara de otra manera y el traductor no supiera el nombre. En inglés era Muttley, que supongo que es lo que dijo Sedaris. Pero si luego añades que es el de Autos Locos supongo que ayuda. Bueno, yo qué sé.
Comparar el Instagram de Lucía y el de Pelayo es ver seres de distintas especies. Este enfado de Lucía me recuerda a cuando Terelu Campos se levantó en Sálvame tras discutir con Mila Ximénez a propósito de su hermana Carmen. Mila la llamó mentirosa y Terelu la defendió. "Mierda esto ya. A tomar por culo", dijo Terelu y se marchó. Mientras caminaba sulfurada, se metió la mano en el canalillo para quitarse el micrófono. Lucía se mete la mano en el canalillo para sacarse el currículo, el Planeta, el universo.
Qué nostalgia de pelea de perras. No sé, Pauline Kael y Joan Didion. "Dos mujeres duras, con los instintos de un hurón y un desprecio cordial por sus trabajos respectivos, simulando ser buenas chicas", decía el marido de Didion. Las de Mary McCarthy y Lillian Hellman, de las que hasta Nora Ephron escribió una obra de teatro. Se centraba en lo que pasó en la PBS en 1979, cuando McCarthy dijo de Hellman que estaba sobrevalorada, que era una mala y deshonesta escritora pero que, en el fondo, pertenecía al pasado. "¿Qué hay de deshonesto en ella?", preguntó Dick Cavett. "Todo. Dije en una entrevista que todas las palabras que escriben son mentira, incluyendo ‘and’ y ‘the’". Al día siguiente, Hellman había demandado a McCarthy, la PBS y Cavett por dos millones doscientos cincuenta mil dólares. Daba igual que McCarthy sólo hubiera reproducido lo que ya había dicho en una entrevista impresa porque como recalcó el abogado de Cavett, "¿quién lee?". Tuvo que morirse Hellman en el 84 para que se acabara el asunto. McCarthy todavía remató que no deseaba la muerte de Hellman, que la quería viva para ver su derrota. Supongo que si McCarthy hubiera soltado que no conocía a Hellman habría sido igual de demoledor. Y no demandable.
Tomar un berrinche por algo que diga Pelayo es como tomar un berrinche por algo que diga Cañita Brava o Gabriel Rufián. Pero seguramente tiene razón Lucía Etxebarría cuando dice: "Es una especie de provocación para llamarme vieja o algo así". Leo que Ester Expósito se ha convertido en la española con más seguidores en Instagram. He tenido que ir a Google para saber que es una de las de Élite. Y eso que he visto la serie. Llámenme vieja o algo así.