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El muy querido mago Montty, el del "¡Hula, hula, hula!", otra víctima de la pandemia

El coronavirus se ha llevado a otro personaje muy querido y admirado por su buen humor y habilidad como ilusionista.

El coronavirus se ha llevado a otro personaje muy querido y admirado por su buen humor y habilidad como ilusionista.
El mago Montty | Instagram

Se ha llevado el traicionero coronavirus a otro personaje muy conocido y admirado por su buen humor, su habilidad como ilusionista y su carácter bonachón: el Mago Montty. Contaba sesenta y cinco años, vivía en El Tiemblo, donde sus paisanos abulenses, desde sus casas, le han tributado un emotivo recuerdo. También otros compañeros, profesionales del humor, han lamentado su inesperada desaparición. Era un tipo que, fuera de sus felices actuaciones, se hacía querer por su ternura y sencillez.

Se llamaba Francisco de Paula Montosa Mateos, y con su primer apellido dio en utilizar el sobrenombre de Monty, nacido en la localidad de Cebreros (patria chica asimismo del muy recordado Adolfo Suárez), muy apreciada por sus asados y el rico vino de sus muchas bodegas. Tenía desde muy joven una afición a la magia, que practicó durante cuarenta años. Cuando se hizo profesional lo contrataban en discotecas y salas de fiestas, desde donde saltó a varios programas de televisión.

Lo recordarán muchos todavía sobre todo por sus apariciones en el programa de Raffaella Carrá, Hola, Raffaella!, que se emitió dos temporadas, entre 1992 y 1994. Allí, entre juego y juego salpicado con sus frases ingeniosas, popularizó sobre todo una, especie de grito onomatopéyico de acento infantil, que tantos telespectadores repetirían un tiempo: "¡Hula, hula, hula!", con la que rubricaba sus ejercicios de magia e ilusionismo. Trucos que hacían las delicias de la sorprendida presentadora italiana, contenta por el muy elevado índice de audiencia que registraba ese espacio. También la estupenda siempre Concha Velasco tuvo a Montty en Encantada de la vida, otro popular programa emitido desde Antena 3. Las actuaciones de Montty eran asimismo celebradas en algún otro especial Fin de Año y en varias ediciones de la Vuelta Ciclista a España.

Pero era en Ávila donde se sentía inmensamente feliz al organizar año tras año un festival de magia que congregaba en la capital de las murallas a los más afamados especialistas, incluido un hijo de Montty, Jesús, que ha seguido los pasos artísticos de su progenitor, fruto del matrimonio de éste con Olga Dópido Castillo. Montty, ni que decir tiene era muy popular en su tierra, en toda la provincia abulense, donde era requerido para toda clase de eventos culturales y sociales. Yo recuerdo haberlo visto en un "stand" de la Fitur, promocionando el turismo de Cebreros y El Tiemblo, y ataviado para tal fin con la ropa tradicional de sus paisanos. Porque a Montty le gustaba disfrazarse. Solía llevar un sombrero de copa en sus actuaciones, como todo buen mago que se precie, portando la capa correspondiente. Ya se le iba cayendo el pelo, lucía un mostacho blanquecino y siempre una sonrisa amable.

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