Vía telemática, el presentador de El Hormiguero entrevistaba en la noche del pasado 26 de marzo al popular y querido actor Javier Cámara, preguntándole cómo llevaba el confinamiento y llenaba las horas, día a día. Divertido, tierno, el riojano respondió que no le afectaba mucho esa situación; confesaba pasárselo muy bien jugando con sus dos hijos.
Javier Cámara está acostumbrado a la soledad. Nunca, en sus declaraciones, ha querido contar nada sobre su vida íntima, de la que apenas se sabe nada. Nunca habló de sus amores, de sus parejas. Y como en él viene siendo habitual, ni asiste a fiestas sociales, salvo las inevitables cuando ha de recoger un premio o someterse a un evento promocional de sus películas, ni tampoco es objeto de atención de la prensa rosa. No ha vendido exclusiva alguna. Es justo que se respete su vida privada.
Él mismo, con su actitud responsable, creyó más oportuno dar a conocer en agosto de 2017 que era padre de un par de mellizos, niño y niña, por gestación subrogada. Lo gestionó en Estados Unidos, siguiendo los mismos procedimientos de otros personajes, caso de los cantantes Ricky Martin, Miguel Bosé y Miguel Poveda. Allí es perfectamente legal, no en España donde por el momento ningún partido político lo ha propuesto en sus programas. No creemos que la oposición hoy en el Congreso, con el PP, Ciudadanos y Vox, lo permitieran. Es fácil de suponer que quien adquiere la paternidad de esa manera, contando con un vientre de alquiler, ha de desprenderse de una cantidad pactada como contrapartida de la mujer que accede a ser madre en esas condiciones. Por lo común dependiente de una organización que se encarga de esas gestiones. Y todo ello con la máxima confidencialidad, sin que padre y madre biológica conozcan sus respectivas identidades.
Javier Cámara, tras anunciar esa paternidad, nunca más ha querido dar detalles sobre los niños, que ahora tienen dos años y medio. Ni siquiera facilitó sus nombres. Desea que crezcan y se eduquen lejos de los focos mediáticos. Lo único que nos consta es que unos reporteros gráficos consiguieron no hace mucho unas imágenes del actor saliendo de casa, en las inmediaciones de la calle Islas Filipinas, en el barrio madrileño de Chamberí, empujando un cochecito doble donde dormían plácidamente los bebés. A los que llevó también consigo el pasado verano de vacaciones a la localidad alicantina de Jávea, donde el actor tiene una casa, de la que sale sólo para ir a la playa y poco más. Los vecinos no lo recuerdan alternando en el pueblo.
Nacido en un pueblecito de tres mil habitantes de La Rioja, Albelda de Iregua, hace cincuenta y tres años cumplidos el pasado 17 de enero, Javier Cámara estudió en Madrid Arte Dramático en la Escuela Superior. Con una formación clásica, se dio a conocer a partir de 1991, sobre todo en series de televisión: ¡Ay, Señor, Señor!, junto a Andrés Pajares y 7 vidas, entre otras. Incluido en importantes repartos teatrales también, ha sido en el cine donde demostró tanto su capacidad para el drama como para la comedia. Pedro Almódovar lo eligió para tres de sus películas: Hable con ella, La mala educación y Los amantes pasajeros. También el recientemente fallecido José Luis Cuerda, Isabel Coixet, Cesc Gay y otros destacados realizadores lo tuvieron a sus órdenes. Más recientemente, este mismo año, Fernando Trueba lo incluyó en El olvido que seremos.
El último trabajo para la pequeña pantalla de Javier Cámara es Vamos Juan, secuela de otra serie, Vota a Juan, compuesta de siete capítulos que emite la cadena TNT España. El pasado domingo, 29 de marzo, estuve cuatro horas siguiendo la programación de dicha cadena, que ofreció los siete capítulos de un tirón. Javier Cámara está sensacional, aunque a los guiones les falte algo más de acción, de elementos que refuercen el papel del protagonista, omnipresente en casi todas las escenas. Sin él, la serie naufragaría. Un actor muy premiado, con dos Goyas, y una Concha de Plata en el Festival de San Sebastián, compartida por su compañero de rodaje Ricardo Darín, protagonistas de la estupenda película Truman.
La sencillez y humildad de Javier Cámara forman parte de su personalidad. Muy querido en su profesión, afable, divertido. Y un luchador, que sabe lo que es ir paso a paso en la vida. Para ganarse el sustento mientras estudiaba, fue acomodador de un cine en Madrid. Es comprendido y nadie ha fantaseado sobre su tendencia sexual. En una película, Fuera de carta, es la única que recordamos interpretara a un gay. Y la página de Actualidad del colectivo LGTB lo citaba como un homosexual que no quería alardear de nada y sólo deseaba no ser importunado por ello y sí respetado. Tiene todo el derecho a ello el admirado, gran actor.