
Plácido Domingo dio a conocer en un breve comunicado este pasado domingo que le ha sido detectado el coronavirus. En su residencia neoyorquina se sintió mal en el último fin de semana con tos y elevada fiebre. Por consejo médico ha tenido que aislarse en una habitación, alejado de quienes conviven con él. El gran tenor cumplió setenta y nueve años el pasado 21 de enero, con la salud algo quebradiza hace un par de años, cuya dolencia superó entonces. Los últimos meses han sido para él un suplicio por los linchamientos públicos por las acusaciones de acoso social que todos conocen. Nacido en la madrileña calle de Ibiza, pero residente en Nueva York desde hace ya varios decenios. Cincuenta y ocho años lleva casado con Marta Ornelas. Aunque en tiempos recientes, sin llegar a separarse oficialmente, viven en pisos diferentes. La biografía sentimental del inmenso cantante le ha pasado factura en sus relaciones matrimoniales. La gran engañada, la sufridora, sigue siendo Marta, quien no obstante sigue siendo su mayor apoyo, sobre todo ahora que Plácido no sólo ha de ir superando las consecuencias de esas denuncias, sino la enfermedad que, repentina e imprevisiblemente le ha atacado, como ya por desgracia a tantos miles de ciudadanos en todo el mundo.
Hace unos días, cuando aún se encontraba sano y sin atisbo ni miedo alguno de ser afectado por la pandemia, Plácido Domingo decidió donar medio millón de dólares a la Fundación del Sindicato Agma Relief, que defiende los derechos de artistas musicales en los Estados Unidos y en particular en defensa de quienes pertenecientes a él son víctimas de acoso sexual.
La fama seductora de Plácido Domingo viene de lejos. Con dieciseis años se escapó de casa para casarse con una estudiante del Conservatorio de México, que seguía unos cursos de piano, llamada Ana María. Tuvieron un hijo, José Plácido. La inmadurez de la pareja dio al traste pronto con el matrimonio. Lo que no cejó el cantante fue su afición por conquistar a cuantas chicas se le ponían a tiro, como una bailarina a la que conoció en las representaciones de La viuda alegre y después una cantante llamada Cristina. "Me gustaba mucho la compañía femenina pero revoloteaba de una a otra", confesaría con sinceridad. Finalmente, Marta Ornelas puso fin a aquella época de conquistas y se casó con Plácido Domingo.

Al principio él no sintió atracción alguna hacia ella, que le llevaba cinco años y ya era una soprano conocida en México y no tanto el madrileño como tenor. Paseaban, se veían de vez en cuando sin mayor compromiso. Cierta noche, camino de una sala de fiestas para ir a bailar, ella tropezó, cayendo al suelo. Plácido la tomó en brazos en seguida. Y a partir de aquel momento, pensó que había conocido al gran amor de su vida. Mientras sonaba el bolero "Siboney" sellaron su noviazgo. Transcurrieron exactamente trece meses y medio desde aquella velada del 15 de junio de 1961 hasta sus esponsales. Embarazada de Placidín, Marta Ornelas decidió abandonar su prometedora carrera lírica. Tres años después vino al mundo el segundo vástago, Álvaro. Y ya en adelante, Marta Ornelas dedicó su existencia tanto al cuidado de su prole como al de su marido, cuyos contratos y actuaciones por todo el mundo ella misma revisaba, acompañándolo siempre que le era posible.
"Durante la mitad de mi vida ha sido no sólo mi compañera maravillosa y madre incomparable de nuestros hijos, sino también inspiración y, a menudo, guía de mi carrera". Es la dedicatoria que apareció en 1983 en el libro "Mis primeros cuarenta años".
Cuantas conquistas femeninas añadiera Plácido Domingo a su "curriculum" amoroso no eran del todo inadvertidas para su esforzada esposa. En público siempre se han mostrado inseparables. Mas lo cierto es que hace tiempo que habitan pisos distintos en Nueva York. Poseen otra vivienda en Acapulco y un lujoso piso en el centro de Madrid. Los continuos viajes del tenor también iban ya distanciándolo de Marta, cuando ella ya cansada, no lo seguía.
Plácido Domingo posee un abultado patrimonio, de varios cientos de millones de dólares. Si se separara de su esposa, tendría que cederle e indemnizarla con una fortuna. No parece, de momento, que lleguen a ese final. Aunque no duerman juntos ella está al corriente de sus compromisos profesionales, así como el hijo menor, Álvaro, se encarga de llevarle la gestión, oficiando como cumplidor secretario, de esos contratos. Plácido Jr. Ha desarrollado una carrera lírica pero muy alejada de la fama de su progenitor. En cuanto al primogénito, de su primer matrimonio, atiende un restaurante de comida mexicana en Nueva York.
En el aire están ahora los contratos que iba a cumplir en abril: conciertos programados el 19 en Bielorrusia, 23 y 26 en Moscú y ya más adelante en otras capitales europeas. Hasta que no se reponga del coronavirus nada puede predecirse al respecto. Para nuestro más internacional tenor, realmente esta última etapa de su vida es francamente amarga y dolorosa.