Espléndida, con un cuerpo espectacular, atractiva belleza rubia y un bagaje artístico excelente, Belén Rueda festeja sus cincuenta y cinco años este lunes, 16 de marzo. Actriz revelación con un premio Goya en 2004 por Mar adentro, la galardonada película de Alejandro Amenábar, ha seguido desde entonces una carrera ascendente. En su vida íntima, en cambio, ha tenido frecuentes desencantos, superados con sucesivas parejas: aquello de que "la mancha de una mora con otra nueva se quita"; pero sin encontrar en ninguna de ellas la aparente estabilidad que disfrutó durante los casi quince años que vivió con su primer y único marido hasta la fecha. Matrimonio del que tuvo tres hijas, una de ellas, la pequeña María, fallecida con sólo once meses, víctima de una afección cardíaca. Un trágico suceso del que nunca ha podido reponerse por mucho que, como buena actriz, haya fingido superarlo con la más amplia de sus habituales sonrisas. La primogénita, llamada como ella, le está proporcionando ahora momentos felices, en sus balbuceos como actriz. Sentimentalmente, Belén Rueda ha renovado sus ilusiones en los últimos meses con su última pareja conocida, un piloto madrileño de la compañía Air Europa, Javier Artime, veinte años menor que ella.
Hay actrices de la calidad de Belén Rueda que, curiosamente, por mucho que pudieran aspirar serlo algún día, se desengañaban pronto al creer que era un sueño difícil de alcanzar. Profesión dura y muy inestable, como le advertían sus padres, los dos ya fallecidos: un ingeniero de Caminos y una profesora de ballet. Belén se matriculó en la Facultad de Arquitectura, pero pronto se desencantó. Su primer novio en esos años, 1984-86, se llamaba Massimo, del que no hemos podido recabar más datos. Siempre con un carácter independiente, individualista, quiso Belén ganarse la vida por sí misma: vendió pisos, pasó por una agencia de modelos y de ahí saltó a un programa de televisión en calidad de azafata, Vip Noche. De ese papel de mujer-florero pasó pronto a ser copresentadora con Emilio Aragón, tuvo programas propios como La ruleta de la fortuna, hasta que el mencionado hijo del payaso Miliki le proporcionó un papel en la serie Médico de familia, la fotógrafa Clara. Un primer paso como neófita actriz, del que surgió otro más destacado en Periodistas, donde tuvo problemas con algunos de sus compañeros: las acostumbradas zancadillas hacia una recién llegada. Aunque por el contrario, Belén Rueda recuerda el "buen rollo" que encontró con otros importantes actores de la serie, entre ellos José Coronado, Pepón Nieto, Amparo Larrañaga y Alicia Borrachero.
En Los Serrano, otra serie de elevada audiencia, formó un clan familiar junto a Antonio Resines y otros excelentes intérpretes, que aún se recuerda, pues además se repone con cierta frecuencia en canales afines a la productora que la estrenó. Eso sucedía entre 2003 y 2007. Entre medias, fue cuando debutó en la gran pantalla con el docudrama cinematográfico Mar adentro. En ese rodaje se enamoró de Javier Bardem, el protagonista que daba vida al personaje central, Ramón Sampedro, que solicitaba se le aplicara la eutanasia ante su situación física, inmovilizado desde el cuello hasta los pies.
Belén Rueda se había separado entonces recientemente de su único esposo hasta la fecha, el guionista, director y productor Daniel Ecija. Se habían conocido en 1990, convivieron un largo tiempo, casándose, para romper definitivamente su unión aquel citado 2004. Javier Bardem le pareció a Belén la persona con la que olvidarse un tiempo, de su fracaso matrimonial, aunque estaba claro que el galán no iba a comprometerse más allá de una breve aventura. Penélope, como aquella heroína de leyenda, esperaba.
La lista de novios de Belén Rueda a partir de entonces se compone de estos nombres: Eduard Bonilla (2006-2007), José Luis García Pérez, magnífico actor (2007-2008), el empresario francés Roger Vincent (2009- ¿…?), Diego Rodríguez (2015-2016) y el empresario argentino Francis Malfatto (2017-2019). La actriz necesitaba un hombre a su lado con el que compartir nuevos proyectos e ilusiones de mujer. Pero no halló en ninguno de los citados, supuestamente, el equilibrio sentimental que ansiaba. El amor, en una palabra, pero con mayúsculas; no para pasar un rato.
En esos años de inestables relaciones, Belén Rueda fue cimentando su extraordinaria personalidad como actriz, muy querida y admirada por el gran público y sus compañeros de profesión. De 2007 es El orfanato, filme que la colocó ya en la cima de las mejores actrices de nuestro país. De 2010 era Los ojos de Julia. Si el cine le proporcionó prestigio, donde ganó más popularidad y dinero fue en las series de televisión, como La embajada, de 2016, donde rodó tórridas escenas de pasión con Chino Darín, el hijo de Ricardo (con éste filmó también una coproducción hispano-argentina). De vuelta al cine sus últimos trabajos han sido en El cuaderno de Sara, El silencio de la ciudad blanca y Perfectos desconocidos.
Cuando las actrices que han traspasado el medio siglo de edad ven mermados sus contratos por falta de adecuados personajes, Belén Rueda no puede quejarse de estar parada. Por si acaso, se hizo unos arreglos en su bello rostro, afeites que han reforzado su ya de por sí natural atractivo. Haciendo recuento de su vida profesional, contaba que en sus escarceos artísticos llegó a pasar delicados momentos pecuniarios: "Había meses que, finalizando, me veía imposibilitada para comprar siquiera pan". Hoy, ya puede dormir tranquila. Seguro que no tiene ningún problema para llenar el frigorífico durante largo tiempo.