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Carlos Pérez Gimeno

El árbol genealógico de Bigote Arrocet

La vida sentimental de Bigote Arrocet está llena de vaivenes y claroscuros.

Bigote Arrocet | Cordon Press

Edmundo Arrocet desde que comenzó su relación con María Teresa Campos, su popularidad ha vuelto a subir como la espuma. Mucho se ha se ha especulado acerca de la vida sentimental del humorista. Cierto es que siempre se le ha visto acompañado de mujeres, y desde que se hizo pública la ruptura con la presentadora, se ha convertido aun más objetivo de la prensa.

Bigote se ha casado en diferentes ocasiones. La primera vez fue el año 1973 en Chile, país donde vivió toda su juventud y al que llegó cuando contaba 11 años, ya que nació en Buenos aires. Su primer matrimonio fue con Gabriela Velasco, una presentadora de televisión con la que tuvo una hija a la que le pusieron el mismo nombre de la madre.

Una vez en España, se volvió a casar con una odontóloga también chilena y en la actualidad fallecida, Rocío Corral, con quien tuvo dos hijos, Maximiliano y Estefanía. Su esposa Gabriela le interpuso una demanda por bígamo al no haber obtenido el divorcio, que llegó en el año 2013.

Aparte de esos matrimonios, también está su hijo Alexis, fruto de una relación que mantuvo con Annette Ledgard, hija del presentador peruano Kiko Ledgard, cuya fama en la década de los 70 fue enorme gracias al mítico concurso de televisión, Un, Dos, Tres.

Bigote nunca ha negado que fuera el padre de ese chico, lo que ocurre es que su paternidad no estaba legalizada. Hace unos días accedió a hacerse las pruebas pertinentes, y en unas semanas se sabrá el resultado de las mismas.

Edmundo y María Teresa han dado carpetazo a su relación después de 6 años de relación. Ha sido una ruptura muy fea por parte del humorista, al negarse a dar la cara y hablar las cosas, y no recurrir a decir adiós por WhatsApp. Hay que ser más honesto, y más a esa edad. Por su parte a María Teresa poco le ha durado el disgusto, y parece cada vez más feliz con su nuevo amigo, el periodista Emilio Javier. No hay que perder el tiempo.

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