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La pasión por el sexo de Mónica Naranjo

Mónica Naranjo renunció a seguir en La isla de las tentaciones.

Mónica Naranjo renunció a seguir en La isla de las tentaciones.
Mónica Naranjo | Gtres

Hoy por hoy, uno de los programas televisivos de más éxito es La isla de las tentaciones, que sucede a Mónica y el sexo, una apuesta de la productora Mediaset. Con la presentadora más adecuada para los contenidos de ambos espacios: Mónica Naranjo. Pero ya los dos son pasado en su biografía profesional, puesto que ha renunciado a seguir participando en La isla de las tentaciones. No ha explicado todavía las razones. Imaginamos que sacará rédito de la popularidad obtenida para programar su próxima gira musical. Su ambigüedad sexual del principio acabó revelándose por su propia boca, cuando se definió como bisexual. Que se conozcan, dos han sido los hombres que más tiempo ocuparon su vida sentimental.

Nacida en Figueras en mayo de 1974 en el hogar de unos emigrantes andaluces. Familia modestísima, deshecha por las veleidades del progenitor, del que Mónica Naranjo nunca ha querido hablar, y menos cuando se le pregunta si es verdad que la maltrataba, a ella y a su madre. Ésta fue en realidad quien se ocupó de los tres hijos del matrimonio, y la que siempre confió en Mónica, cuando con apenas cuatro años de edad ya hacía gorgoritos, creyendo firmemente en su talento musical, privándose de otras necesidades para que la niña pudiera recibir lecciones de canto. Una madre que trabajaba de asistenta en casa de un médico de la ciudad gerundense ya citada y que era amigo de Salvador Dalí. Ello posibilitó que la madre de Mónica se atreviera a pedirle si sería posible que "el genio" escuchara cantar a su hija. Así sucedió. Y el pintor de Port Lligat, una vez acabada aquella particular audición, sólo le dijo a la muchacha: "¡Tú lo que tienes que poner cuando cantes es pasión, mucha pasión!".

Ciertamente, siguiera o no el consejo daliniano, ha seguido fielmente tal receta: en la música... y en el amor. Muy duros fueron sus principios hasta que pudo grabar su primer disco, que además le produjo una gran desazón. Llegada a Madrid con dieciséis años, a través de algunas amistades, pudo conocer al compositor y productor Cristóbal Sánsano, que tenía un estudio de grabación en San Juan (Alicante). Allí se conocieron, y allí Mónica Naranjo encontró al primer hombre de su vida, que se enamoró de ella, quiso ser su Pygmalion y financió el debut discográfico de su pupila. Claro está que hasta que ello se produjo, después de instruirla, aleccionarla y hasta aconsejarla en cuestiones de ropa y peinado, transcurrieron cuatro años. Mónica estaba impaciente por actuar. Estaba claro que era un diamante en bruto gracias a su voz potente; diamante que como suele decirse tópicamente había que pulir. Lo que ocurrió con el estreno de sus primeras canciones es que no sonaban en ningún programa de radio; los disc-jockeys de moda no la tuvieron en cuenta. Alguien de su entorno, puesto que Mónica mostraba su rabia y un fuerte carácter que nunca le ha desaparecido, dio en llamarla la diva petarda, en parte porque ese calificativo lo empleaba ella a menudo con otras colegas.

La casa Sony, con la que había firmado un contrato para grabar tres álbumes, a cambio de un anticipo de un millón de pesetas, optó por sugerirle que se marchara a México, donde podría iniciar mejor su camino hacia el triunfo. No tuvo más remedio Mónica que aceptar, porque entonces, mediados los años 90, no era absolutamente nadie. Y en el país azteca fue donde poco a poco fue popularizando sus canciones, sobre todo tras sus apariciones en el programa de variedades de Raúl Velasco: "El amor coloca", "Sólo se vive una vez" y algunas otras. Cuando volvió a España los de Sony la agasajaron, "haciéndole la pelota", porque había vendido dos millones y medio de discos. Y Mónica, muy suya, despreció a los directivos que anteriormente no habían creído en ella. Luego, ya le fue más fácil abrirle camino en la discografía española, con éxitos como "Desátame" y "Entender el amor", este último claro mensaje para los seguidores del LGTB, convirtiéndose en años sucesivos en un icono para la comunidad gay, cuya revista Shangay le dedicaría varias portadas y vistosos reportajes. Y ella, encantada, con sus cabellos bicolor, mitad negros, mitad rubios. Fue un invento de hacía años del tan traído y llevado Rupert, peluquero que ideó esa rara combinación, cuando el pelo de Mónica era castaño y rizado. El tomellosero siempre ha tenido buen ojo para atender peticiones extravagantes de algunas clientes como la cantante de Figueras. Pero a pesar de que Mónica Naranjo siempre fue reconocida, tras aquel "destierro" mexicano por sus extraordinarias virtudes vocales, no menos cierto es que atravesó también periodos de crisis, cuando vendía menos discos de los presupuestados por su gente.

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Mónica Naranjo | Archivo

También se retiró una temporada por un asunto más íntimo y familiar: murió su hermano Enrique y ante la presión de su discográfica para terminar un álbum, ella, que se encontraba dolorida tras esa desaparición, resolvió estar un tiempo sin actuar. Al final, quien tiene talento, sale adelante, si es persistente como ella: la mejor voz del pop español de este siglo, junto a la de Marta Sánchez, Luz Casal y algunas más, por supuesto. Con una personalidad diferente a lo que contribuye con sus peinados, su vestuario, sus declaraciones... No en vano emana una fuerza tal que alguien dio en apodarla la pantera de Figueras. Y muy difícil en el amor. Si bien Cristóbal Sánsano la comprendió, la ayudó anímica, artística y monetariamente hasta verla consagrada como una figura. Estuvieron seis años conviviendo, y en 1998 legalizaron su situación como pareja, que se rompió en 2002. Fue un año después cuando, inesperadamente, Mónica conoció a un mosso d'esquadra, que acudió a su llamada porque en casa de la artista se había cometido un robo. Y de aquel encuentro surgió el amor entre ambos. Óscar Tarruella que así se llama el mosso, dejó la policía catalana para vivir junto a Mónica, de la que se hizo mánager. Era el año 2003. Quince años después emitieron un comunicado a la prensa: se separaban de común acuerdo, quedando (en principio) como muy amigos. Durante cierto tiempo él continuó siendo su representante. Pero no pudiendo aguantar más el carácter de su "ex", optó por alejarse de la cantante.

Ahora Mónica Naranjo vive otra vez una época dorada, probablemente más sonada, en popularidad y en contratos. Cuando el pasado año comenzó a presentar Mónica y el sexo le llovieron objetos diversos relacionados con los placeres que se suponen, cremas, vibradores y un artilugio llamado "succionador del clítoris", que ella aprovechó para probarlo y elogiar públicamente sus benéficas sensaciones. Actualmente dice encontrarse muy contenta sin tener amor fijo. Disfruta sin ningún compromiso. De Mónica Naranjo puede esperarse siempre cualquier cosa en cuestiones sentimentales. Es "muy suya".

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