Cumple José Luís Perales setenta y cinco años este sábado, 18 de enero, cuando ha anunciado que se retira de los escenarios, aunque continúe componiendo canciones, una vez que durante el presente 2020 culmine ese adiós con una gira, "De despedida World Tour". Arrancará el próximo 19 de marzo en Ciudad de México, continuando por varias capitales norteamericanas, siempre desde luego ante espectadores de habla hispana, puesto que el conquense nunca ha interpretado en inglés. Será el todavía lejano 17 de diciembre del año en curso cuando cerrará este ciclo en Madrid. Muchos meses que le separarán de su querida esposa, Manuela, con quien lleva casado cuarenta y dos años. "Hemos padecido mucha soledad por culpa de mis viajes", concede Perales.
La vida de este cantautor, el más versionado entre los intérpretes de habla española, es suficientemente conocida como para que la condensemos aquí. Nacido en Castejón, distante a medio centenar de kilómetros de Cuenca, pueblecito de apenas cuatrocientos habitantes; hijo de un albañil, que gracias a una beca pudo estudiar en la Universidad Laboral de Sevilla, donde componente de una Tuna recordó sus inicios musicales con una rondalla de su pueblo, iniciando su faceta de compositor. Ya veinteañero, residiendo en Madrid con el título de maestro industrial eléctrico, dio a conocer aquellas primeras canciones que, en principio, grabarían otros: Daniel Velázquez, Fórmula V, Basilio, Jeanette, Yerbabuena... El director musical de Hispavox, Rafael Trabuchelli, lo convencería para que fuera él mismo quien interpretara sus baladas. Pero era tan tímido que no se atrevía; incluso algunas de sus canciones llegó a firmarlas con el seudónimo de Alexis Sauce. Cumplido ese trámite, en 1974 apareció el álbum "Mis canciones", de las que popularizó "Celos de mi guitarra", "Cosas de doña Asunción" y ese mismo año, el villancico "Canción para la Navidad". En adelante y durante esa década de los 70, llegaron con su firma y voz otros éxitos: "Y te vas", "Quisiera decir tu nombre", "Compraré", "Me llamas", "Un velero llamado Libertad"... Temas expuestos con una poesía sencilla, nada alambicada, que envolvía historias de gente de su tierra, o de sentimientos fáciles de ser identificados por los seguidores del cantante.
Lo que se dice popularidad, ya incluso fuera de nuestras fronteras, lo logró con "Y ¿cómo es él?" y "Porque te vas", esta última incluida en la banda sonora de una película de Carlos Saura, "Cría cueros", con la voz de Jeanette. Ya estaba consagrado y soportaba críticas ácidas como las de Perich, que no dejaba de citarlo en los "bocadillos" de sus chistes. El día que murió este gran dibujante catalán, José Luis Perales, sin rencor y agradecido, le dedicó asímismo un "mono" donde aparecía esta leyenda simulando representar al fallecido entre nubes, exclamando acerca de las canciones de su "amigo": "¡No, por favor, aquí también no...!" José Luis Perales ha compuesto cerca de un millar de temas, que incluidos tras ser seleccionados en más de treinta millones de álbumes vendidos entre España y países hispanohablantes, lo convierten en uno de los autores más prolíficos. Le costó muchísimo actuar cara al público, por su enfermiza timidez. Y aún cuenta que cuando va a pisar un escenario, pese a su veteranía, siente un especial cosquilleo en el estómago, esas "mariposas" que aparecen por culpa de los nervios. Y la responsabilidad.
La vida personal de este cantante, de apariencia siempre sencilla y modesta, nos lo muestra en los primeros años 70, cuando trabajaba como delineante en la empresa Benito Delgado, donde era secretaria una joven madrileña llamada Manuela Vargas. Pronto simpatizarían, unidos por parecidos ideales, educación y sentimientos. Por entonces, Perales no tenía claro lo de dedicarse a la canción. La pareja soñaba con el día que pudieran formar un hogar, tener hijos y vivir como cualquier otra de clase media trabajadora. Mas el éxito que José Luis obtuvo pronto como cantautor aceleró otros planes diferentes. Asistí a su boda celebrada en el convento de San Pablo, en Cuenca, el 30 de julio de 1977. Donde por cierto se deslizó una anécdota cuando el novio leía un pasaje del Génesis y, en vez de pronunciar aquello del "letargo que Dios dio al primer hombre antes de buscar por compañera a Eva", resulta que balbució "El lagarto que Dios...". Él mismo se dio cuenta del error y tuvo que reírse al tiempo que muchos otros fieles. Centenares de curiosos contemplaron a los recién casados saliendo del templo, no abierto al culto salvo para la Semana de Música Sacra. Y en adelante fijaron su residencia en Madrid, tuvieron dos hijos, Poablo y María, y no dejaron de pasar temporadas también en "El Refugio", la casa que el cantante se hizo construir a dos kilómetros de Castejón, naturalmente encargada a su padre, ya maestro albañil casi retirado. Allí solía componer la mayor parte de sus creaciones.
José Luis Perales, mientras iba consiguiendo más números 1, escondía un dramático secreto: su hijo atravesaba una grave enfermedad. Me costó publicar aquello que el cantante ocultaba a la curiosidad pública. Cuando me contó sus penas en su domicilio del madrileño Parque de las Avenidas, comprendí su dolor y él mi obligación periodística. Siempre se ha llevado bien con los reporteros. Lo mismo que Manuela ha sido la mujer discreta que en todo momento ha apoyado a su marido sin querer para nada destacar, sólo apareciendo en los reportajes gráficos cuando no tenía otro remedio. José Luis le dedicaría "A mil kilómetros de tí", que compuso una tarde en la habitación de un hotel cualquiera, fuera de España, añorando su compañía. Lo mismo que tuvo especial sensibilidad con sus hijos: "Canción para Pablo" y "Carta para María". No se piense que todo le fue fácil en el camino hacia el triunfo. Tuvo que soportar que José María Íñigo dijera de él que era muy triste y si lo incluía en su programa de televisión "le bajaba la audiencia". Hasta que se cayó del burro. Y, cuando Perales hubo terminado la canción "Y ¿cómo es él?", lo habitual en él siempre, esperó a que Manuela le diera su aprobación. Le comentó que pensaba ofrecérsela a Julio Iglesias. Manuela, dudó. En un principio, al escucharla de la propia boca de su marido, creyó ingenuamente que alguien podría identificarlos con la historia. Él le hizo comprender que eso era algo inimaginable. ¿Cómo iba ella, Manuela, a engañarlo con otro mientras él la esperaba lamentando ser un consentido? Supongo que, en esa situación, romperían a carcajadas. Lo que es cierto, porque así me lo contó el propio Perales en su casa de Cuencia es que Manuela le dijo, inflexible: "Esa canción no la va a cantar Julio, sino tú". Y así fue, con el triunfo que todo el mundo conoce.
Con el tiempo, la multinacional Sony contrató a José Luis Perales por la fabulosa cantidad, entonces, de ¡mil millones de pesetas! Nos estamos refiriendo ya a los años 90. Claro está que las condiciones le obligaban durante quince años a grabar determinado número de discos. Fue cumpliendo el conquense esos débitos mientras actuaba en los más importantes recintos internacionales: el Lincoln Center y el Carnegie Hall, de Nueva York; el Luna Park bonaerense; el Universal Anfiteatro de Los Ángeles... Estando en México el premio Nobel Gabriel García Márquez lo invitó a cenar en su domicilio, diciéndole: "Te admiro mucho por esa facilidad que tienes para condensar en sólo tres minutos toda una historia".
Transcurría el año 1985. Había muerto "Paquirri". Sabido es que Isabel Pantoja se encerró en su dolor sin querer ya volver a los escenarios. José Luis Perales escribió "Pensando en tí". Pensando en Isabel, desde luego. A través del representante de él y el de ella, esa canción llegó hasta "Cantora", la finca de la sevillana. La escuchó varias veces: entre sollozos. Emocionada, le hizo llegar al conquense este mensaje: "Si Perales me escribe más canciones como ésa, suficientes para grabar un disco entero, reaparezco este año". Y así sucedió. Entre ese repertorio, figuraría también "Marinero de luces", emblemático tema que nunca dejaría de interpretar la entonces llamada "Viuda de España". Como contraste, otro álbum que le compuso a Rocío Jurado, "Rocío de luna blanca", pasó inadvertido porque la discográfica de la chipionera no se implicó en la promoción y parece que la artista tampoco se empeñó demasiado en darlo a conocer. Y José Luis Perales, ya con menos intensidad, siguió en los años 90 hasta el presente, con periodos alejado de los estudios de grabación y los escenarios, trabajando calladamente, bien en "El Refugio" o en el estudio de su impresionante casa de Cuenca, aledaña casi a la Catedral, que yo he conocido, donde cuelga obras de artistas de su tierra, del grupo Zóbel de Cuenca, Torner, Rueda y otros. Él mismo pinta, hace cerámicas, esculturas, se dedica a la jardinería, cuida de una pequeña bodega con viñedos propios, y con Manuela se embarca de vez en cuando en un pequeño velero, que por supuesto bautizó con la palabra "Libertad", surcando las aguas de un pantano que le es familiar.
Tienen una finca en Córcoles-Sacedón. Y un patrimonio valioso, que se reparte con inmuebles en Madrid, Cuenca y Valencia. Porque José Luis ha sabido invertir sus buenos ahorros y no suele malversar los muchos millones que ha ganado. Y en la soledad de su estudio, también tiene ratos para escribir no sólo letras de canciones: ya ha publicado un par de novelas, "La melodía del tiempo" y "La hija del alfarero". No quisiera exagerar, pero tiene algo de hombre del Renacimiento. Nada que ver con la mayoría de sus colegas. Eso sí: quienes lo conocen bien saben que aunque en lo fundamental siga siendo siempre sencillo y modesto, en su fuero interno también tiene retazos de divo, enfados porque a veces no lo hayan considerado lo importante que sin duda es el mundo del disco y la canción popular. Pero eso sólo lo guarda para los suyos. Tiene a su hijo Pablo como productor musical. Su hija María es arquitecta, y dirige su propia empresa de decoración. Dejó escrito Perales lo siguiente en una de sus canciones, pensando entonces en el día de su despedida, tal vez influenciado por algunas lecturas de Antonio Machado: "Me iré calladamente, sin lágrimas, ni dudas ni palabras, tan sólo mi equipaje y el polvo del camino hacia mi casa". Pero no lo va a hacer en silencio: tiene un disco en la calle, "Mirándote a los ojos", compendio de su mejor repertorio, y esa gira que dentro de un año será según ha prometido su definitiva retirada como cantante, que no como compositor. Y así, estará ya siempre más cerca, inseparablemente unido a Manuela. Nunca se le conoció otro amor.