Patxi Andión, en su juventud, no se tenía públicamente como un afortunado en amores y solía comentar que era feo, no disponía de dinero ni tampoco sabía conquistarlas. Pecaba de modestia. Lo cierto es que, siendo ya un conocido cantautor en los primeros años 70, no se publicaron historias amorosas que lo situaran como el "donjuán" que luego resultó en algunas de sus películas. Hasta que conoció a la malagueña Amparo Muñoz, a la que nada más ganar el título de Miss España, el productor José Luis Dibildos le proporcionó su debut ante las cámaras en una película protagonizada por José Sacristán (aunque su papel fue breve y salía en camisón: Vida conyugal sana). Luego la eligieron Miss Universo, tuvo un romance con Máximo Valverde, se incorporó al mundillo cinematográfico y en 1976 la contrataron para formar pareja con Patxi Andión en La otra alcoba.
No se conocían, ella dijo que ignoraba sus canciones pero lo consideró guapo. Alguien dio en llamarlos "La bella y la bestia", lo que al galán vasco le sentó como un tiro. Tuvieron que rodar una escena metidos en la ducha. Y allí, después de unas semanas de rodaje en las que, según Amparo no hubo química entre ambos, fuera del guión, ya surgió la pasión y el deseo de acostarse juntos. Después de tres meses de relaciones Patxi le propuso casarse. La boda se celebró, por deseo del novio en una ermita navarra, en Andión, de donde procedían los ancestros de Patxi, aunque nacido en Azpeitia. Fue el 16 de mayo de 1976. Docenas de curiosos se arremolinaron en los alrededores, con la iglesia llena, sobre todo de reporteros. Todas las revistas del corazón y de otros medios informativos dieron puntual cuenta del enlace religioso. El cantante accedió a casarse ante el altar para no defraudar los deseos de la novia y la familia Muñoz. Amparo estaba radiante ese día. A Patxi parecía importarle menos la ceremonia: se había declarado ateo. Enterado de ello, el cura que iba a casarlos pretendió suspender la boda. Tuvo que ir Amparo Muñoz, según contaba, a ver al arzobispo de Pamplona y tras aleccionarla a que su cónyuge firmara un documento asegurando que cuando tuvieran hijos serían educados en la doctrina cristiana, pudo celebrarse el enlace.
Ya viviendo en Madrid en una casa de Patxi en la que también residían un hermano de éste, su mujer e hijos, Amparo Muñoz hubo de soportar esa falta de intimidad con su marido. Durante los dieciseis meses que, más o menos, hicieron vida en común, estuvieron en varias ocasiones dispuestos a tarifar para siempre, tras broncas y peleas. Aseguraba ella que Patxi la obligaba a comportarse como un ama de casa tradicional, realizando las labores antaño siempre a cargo de las mujeres. Y ya cuando el final de su matrimonio estaba cada vez más cerca, siempre siguiendo la versión de la miss, cuyo futuro en el cine parecía muy prometedor, Patxi Andión le mostró su malestar llegando más de una vez a amenazarla si aceptaba más guiones. Entre medias de esas peleas habituales, ella se quedó encinta. Pero a los tres meses sufrió un aborto, con gran pesadumbre de la frustrada mamá. La pareja ocultó a la prensa ese drama. No obstante la postura de Patxi para que su esposa no trabajara aceptó que Amparo rodara con él una segunda película, Acto de posesión. Las semanas que duró la filmación fueron tensas para el matrimonio. Amparo tuvo la sospecha que Patxi la engañó con la actriz Isela Vega, amante del director Sam Peckimpah, que tenía un papel. En cualquier caso la ruptura del matrimonio ya no tenía remedio. Amparo Muñoz diría años más tarde: "Casarme con Patxi fue el peor error de mi vida". Claro está que la versión de Patxi Andión acerca de sus problemas con Amparo Muñoz difería bastante.
Cuando se supo que se habían separado oficialmente fui a ver a Patxi a la casa donde había vivido con Amparo, un chaletito en la colonia de la Fuente del Berro. Me unía al cantante la amistad suficiente para que me aclarase detalles del porqué de su fracaso con la miss malagueña y pude sonsacarle lo siguiente : "Amparo reaccionaba imprevistamente, con alegrías y enfados de una forma súbita". Parece que hubo de someterse a los cuidados médicos. Pero volvió a las andadas, según él, a un cierto desequilibrio mental cuando menos se lo esperaba. Y además se dio cuenta que la diferencia de edad y de cultura que los separaban eran motivos de distanciamiento: "Uno de mis errores fue creerme un Pygmalión de Amparo". Y a ella le irritaba que le diera lecciones de cualquier clase. Antes de darse la despedida definitiva Patxi le propuso estar una temporada alejados, ella en el chalé de siempre y él en su apartamento del Rastro. Pasados unos días, Patxi volvió a su chalé, no estaba Amparo pero tampoco algunos enseres. Echó de menos su equipo de sonido, cuadros de firmas importantes y objetos diversos de valor. Creyó en principio que había sido un robo pero cuando encontró a su perro, que había dejado al cuidado de Amparo, con aspecto de estar desnutrido, nervioso y distinto en su comportamiento, ya no tuvo más dudas. Intervendría un abogado que puso en antecedentes de Patxi Andión que, efectivamente, cuanto echaba de menos en su casa se lo había llevado ella. Se aceleró el proceso de separación que duró unos meses, no por culpa de retrasos judiciales sino porque Amparo Muñoz se oponía a firmar los documentos requeridos. El acuerdo definitivo se cerró del siguiente modo: dado que antes de la boda el cantante poseía diferentes bienes inmobiliarios, nada impedía seguir teniendo a su nombre el chalé donde había vivido el matrimonio, su apartamento del Rastro y otra residencia de campo en el pueblo segoviano de San Rafael, en tanto Amparo se quedaría con su piso del barrio de Argüelles y su chalé malagueño. Lo que según testimonio de Amparo no cumplió Patxi fue pasarle la pensión mensual que dictó un juez.
Nunca le perdonaría Patxi a su mujer, cuando ya vivía cada uno por su lado, aún a falta de la separación oficial y el posterior divorcio, que ella hubiera retrasado mucho tiempo el acuerdo. Y así, él, que había conocido a Gloria Monís y quería rehacer su vida a su lado, hubo de soportar varios años de espera hasta poder casarse con quien ha sido su compañera durante más de cuarenta años, madre de sus tres hijos. Gloria había mantenido una gran amistad con el torero Sebastián Palomo Linares, pero no fue a más y la pareja dejó de verse. Fue cuando entró en su vida Patxi Andión. Hija de una actriz llamada Ana Castor, separada de un productor de Televisión Española, y amante del banquero Alfonso Fierro, Gloria era entonces una dulce jovencita, guapa, simpática, muy educada, que frecuentaba las fiestas más concurridas de la "jet set" madrileña. Eso contrastaba con la ideología de Patxi Andión, poco entusiasta con los saraos de la gente guapa, nada frívolo. Entre tanto, Amparo Muñoz tuvo amores con el productor cinematográfico Elías Querejeta y sobre todo una peligrosa convivencia con un sujeto drogadicto y traficante llamado Flavio Labarca, causante del pozo negro en el que se vio metida la bella malagueña. Y lo que la llevó, temprana, trágicamente, a su muerte, en un barrio extremo de su ciudad, donde habitó sus últimos días de vida entre los que no podían superar sus adicciones.
Cuando Patxi se divorció de ella me contó algunas cosas que desconocíamos. La sentencia ya estaba dictada pero el abogado de ella seguía poniendo trabas, por supuesto siguiendo indicaciones de su cliente, apelándola. En definitiva, la miss no dio ninguna facilidad para romper su vínculo matrimonial con el vasco. Y cuando tiempo después coincidían en algún evento, se evitaban. Jamás volvieron a intercambiar ni palabras ni saludos. Y Patxi ya pudo casarse con Gloria Monís, después de cuatro años intensos de espera, desde que dejó de convivir con Amparo hasta que ésta puso su firma en el documento del dichoso divorcio. En bastantes aspectos Patxi Andión cambió tras su boda con Gloria, a la que llevaba once años de diferencia de edad. Él adquirió un soberbio piso en las inmediaciones de la plaza de Oriente, frente al Palacio Real. Y aceptó que las revistas del corazón los fotografiaran en amor y compañía, también por sugerencias de la multinacional del disco que lo había contratado, la más importante. Cuando Gloria estaba a punto de dar a luz el primero de los tres retoños que tuvieron, Patxi, con quien me unía una amistad de hacía tiempo, me prometió que aceptaría un reportaje gráfico con el grupo familiar, bebé incluido, claro está. Y ya nacido, cumplió su palabra de llamarme, aunque no para lo que habíamos convenido: "Lo siento, Manolo, pero no sabes la cantidad que nos ha ofrecido "¡Hola!"... Una "pasta"... Y ¿cómo negarnos a posar con el niño?". Es el Patxi que, tiempo atrás, cuando la huelga de actores de 1975, en las fechas que todos o casi todos los del gremio y del espectáculo general no subieron el telón ni actuaron. Hubo excepciones, una de ellas la de nuestro protagonista, que esa misma noche, cuando los teatros e Madrid y la mayoría de las salas de fiesta estaban cerradas, no le importó debutar en la discoteca "J.J.", ajeno a ese compromiso de solidaridad con sus colegas. Lo afirmo porque presencié su actuación. Si he contado ahora esas dos anécdotas, que había silenciado hasta el presente, no es sino para completar el perfil de Patxi Andión. En el artículo que publicamos aquí al día siguiente de su óbito, le dediqué los elogios precisos que su obra musical merece. Del otro ángulo, sentimental, humano, también creo haber dejado suficiente constancia. Siento su muerte porque era un tipo sincero, en general, entrañable. Pero también escondía para sí otras aristas que su público ignoraba.