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Cuando Arancha del Sol se metió en la cama con Arturo Fernández

Arancha del Sol fue uno de los rostros más deslumbrantes de Telecinco en los noventa.

Arancha, en el año 2001 | Gtres

Los concursos de misses eran una de las mejores opciones para que las aspirantes a darse a conocer en el mundo artístico lograran sus propósitos, como el caso de Arancha del Sol. Es lo que sucedía habitualmente en las décadas pasadas. Y estaa asturiana de Cangas de Onís, de precioso aspecto, agraciado rostro y figura juncal obtuvo el título de Miss Madrid. Obsérvese que no se le requería haber nacido en la Villa y Corte. Fue el trampolín para que María Arántzazu Maciñeiras de Lucas pudiera dedicarse a ser modelo. Aunque en realidad su mejor pasaporte fue Televisión Española, donde se presentó a una selección de bellezas con destino al programa concurso El precio justo (aquel en el que el inolvidable Joaquín Prat senior se inventó la muletilla de "¡a jugaaaar!") , luciéndose como una de las más bellas azafatas. Pero esa misión le vino un poco estrecha y, más adelante, en la primera mitad de los años 90 fue adquiriendo soltura ante las cámaras para presentar otros espacios como Vivan los novios, junto a Andoni Ferreño, Humor 5 estrellas, Vip Noche y La batalla de las estrellas.

En la cadena Telecinco Arancha del Sol se convirtió en un rostro amable y sonriente. Se exhibía con modelos que le permitían exhibir los encantos de su busto y piernas. Ello fue aprovechado por las revistas del corazón y las dedicadas a la programación televisiva para ser considerada una de las animadoras más "sexy" de la pequeña pantalla. Algunas otras publicaciones, como Man, llegaron a llevarla a portada con este titular: "Arancha del Sol la más deseada en la intimidad". Ese fue su sobrenombre artístico, habida cuenta de que con su apelativo auténtico le hubiera sido complicado destacar. El cine era otro de sus objetivos. No tardarían en ofrecerle un guión, el de Aquí el que no corre... vuela, original de Ramón Fernández, paisano suyo, que fue quien la dirigió entonces. Eso sí, tenía que despelotarse. La asturianina se lo pensó dos veces. Pero el contrato le resultaba interesante, pues iba a meterse en la cama nada menos que con Arturo Fernández, galán gijonés. Quien no se conformó con tenerla a su lado, tras esperarla bajo las sábanas mientras Arancha se duchaba. A la pareja se le unía otra belleza, Natalia Estrada, formando lo que los franceses llaman "un ménage à trois". Fue la primera y única vez que contemplamos a Arancha del Sol tal y como su madre la trajo al mundo, de frente y por detrás; grato espectáculo desde la butaca del cine donde asistimos a su exhibición.

Como Arancha del Sol le tomó el gusto al cine aceptó de mil amores protagonizar El pelotazo nacional, un engendro perpetrado a mayor gloria de Mariano Ozores, experto en esas lides, donde la emparejaron con Andoni Ferreño, aprovechando la popularidad de ambos en un concurso ya mencionado que presentaban. Esta segunda aparición de Arancha en la gran pantalla no aumentó su crédito como actriz, aunque los espectadores pudieron solazarse con su físico. Apuntemos que el "sexy" que adornaba su presencia no era tan descarado y procaz como el de otras colegas. Siempre se dijo que Arancha del Sol era elegante y para nada vulgar, aunque no le ofrecieran mejores oportunidades para demostrar sus habilidades como actriz.

Un acontecimiento personal trastocó cuantos planes artísticos se hacía. Y fue su boda con un torero, Juan Serrano, nacido en Cataluña aunque de familia andaluza que había emigrado a aquella región, por eso cuando empezó a vestirse de luces dieron en anunciarlo con el remoquete, poco afortunado, de Finito de Córdoba, con el que conseguiría grandes éxitos por su depurado estilo, aunque la carrera que en los últimos años ha desarrollado en los ruedos peque de guadianesca, irregular y deficiente, para desesperación de cuantos creyeron verlo como una de las grandes figuras del toreo. Su matrimonio con Arancha del Sol tuvo lugar en una iglesia cercana a la capital de los califas, el 21 de octubre de 2001. Un acontecimiento social por la popularidad de los novios, que testificaron muchos reporteros gráficos de la prensa del corazón. Arancha del Sol detuvo entonces su carrera de presentadora, actriz y modelo, aunque no por mucho tiempo. Su primogénita, Lucía, nació en 2002. Y la feliz mamá intervino en esa época en las telenovelas Esencia de poder y El pasado es mañana. En adelante supo combinar sus obligaciones como esposa y madre, habitando el matrimonio un piso en el madrileño y exclusivo barrio de Salamanca, cercano al Parque del Retiro. Una soleada tarde me crucé con Finito de Córdoba a la entrada de esos jardines, cuando llevaba en un carrito a su bebé. Tierna escena del matador de toros, que no iba acompañado por su mujer. Imagino que la pareja se planteó su futuro profesional y si a ella le producía pavor que su marido se jugara la vida en los ruedos, a él no le hacía gracia que su mujer se dedicara al mundo del espectáculo. Supongo que llegaron a un acuerdo.

Boda de Arancha con Finito de Córdoba en 2001 | Gtres

En 2008 tuvo a su segundo y último hijo, Juan Rodrigo. En 2010 debutó en el teatro con una comedia titulada Brujas formando reparto con Carla Duval, Juncal Rivero, Lara Dibildos y Cristina Goyanes. Al año siguiente aparecería en un capítulo de la serie Ángel o demonio. De 2013 es su participación en la película Faraday, último trabajo que conocemos de su cortísima filmografía. Y entre medias y hasta no hace mucho, puesto que su físico continúa siendo magnífico, ha venido aceptando desfiles de modas, "photocalls", presentaciones y otros eventos sociales, aunque a su marido, que es de apariencia tímida y reservado le fastidia tener que ponerse el esmóquin para asistir a esos saraos que, en cambio, a ella le sigue reportando popularidad y caché a la hora de facturar su presencia en ellos. Y si no cobra, gusta de recordar sus buenos tiempos. En cuanto a él, Finito de Córdoba, aunque se retiró unas temporadas, sigue toreando un número de festejos que no superan últimamente por temporada la quincena, encabezando paseíllos por su veteranía y regocijando de tarde en tarde a los buenos aficionados con su corte elegante y pinturero.

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