Lina Romay se desnudaba en todas las películas de su marido Jess Franco
"Solo me visto si lo exige el guión", bromeaba la actriz del destape Lina Romay.
Si ha existido en el cine español un director complaciente, al que nada le importaba dirigir a su propia esposa en cueros vivos ése fue Jesús Franco, a quien los aficionados al cine de terror, fantástico y ciencia-ficción consideran "de culto". Solía firmar sus producciones como Jess Frank, aunque llegó a utilizar alrededor de cien seudónimos, algo nunca conocido en su profesión. Ello se debía a que rodaba películas en muy pocas semanas, al punto de su que su filmografía alcanza doscientos títulos. Eran los productores quienes le sugerían disimular su identidad real, para no saturar el mercado. La musa de Jesús Franco en ese cine del destape más absoluto fue Lina Romay, a quien dirigió por vez primera el año 1973 en El ataque de las vampiras.
Ella se llamaba en realidad Rosa María Almirall Martínez y había nacido en Barcelona en 1954. En seguida congeniaron. Claro que su convivencia dependía de un anterior matrimonio de Jesús, que se había casado con Nicole Guettard en l962 y no obtuvo el divorcio hasta 1980. Para entonces, Lina Romay ya era la compañera de Jesús Franco, su actriz preferida, con la que formalizó su relación en la boda que tuvo lugar el 23 de abril de 2008. Desde que se vieron por primera vez él ya supo que podía contar con Lina para cualquiera de los guíones que él mismo escribía, dirigía y hasta producía también algunas veces. Lina Romay siempre fue una mujer desinhibida, sin pudor alguno, a la que le importaba un pepino aparecer ante las cámaras en cualquier situación, ya fuera de carácter lésbico, con dos o más varones en un mismo catre, o ejerciendo de condesa vampira. Transcribir aquí algunos títulos de sus filmes le produce a uno cierta extraña sensación, no sé si llamarla rubor, aun teniendo en cuenta que Jesús Franco no era un maníaco ni un recién llegado, pero así lo quiso, y era pródigo en apurar secuencias de sexo siendo su esposa la protagonista. He aquí un breve muestrario: Orgasmo perverso, Mil sexos tiene la noche, Macumba sexual, Gemidos de placer, Mi conejo es el mejor, La chica de las bragas transparentes, Una rajita para dos, La noche de los sexos abiertos...
Claro que en estas calendas, acaso la lectura de esos epígrafes sean indiferentes a la mayoría u objeto de sonrisas para otros lectores. Pero ¿quién era realmente Jesús Franco, de dónde procedía, se limitó siempre a ser un posible obsexo sexual? Malagueño nacido en 1930, procedía de una familia acomodada con antecedentes artísticos y culturales. Su hermano Enrque fue un acreditado crítico musical. Y una hermana, María Dolores, matrimonió con el filósofo Julián Marías, lo que convertía claro está a Jesús Franco en cuñado del académico de la Lengua, y tío carnal de los hijos de éste, entre ellos el muy celebrado novelista Javier Marías, y por otro lado con un sobrino director de cine también, Ricardo Franco. El caso es que Jesús, amén de licenciarse en Derecho, empezó siendo actor de comedias y luego debutó en el cine con una de las mejores películas de nuestra historia, El extraño viaje, que dirigió Fernando Fernán-Gómez, donde representaba a un tipo asustadizo y medio tonto junto a su hermana (Rafaela Aparicio), ambos dominados por una malvada madre (Tota Alba). Jesús Franco era asimismo compositor, creaba sus propias bandas sonoras, interpretaba piezas de jazz al piano en clubs madrileños y barceloneses, y hasta escribió también alguna novela policíaca refugiado en otro de sus muchos seudónimos, David Kuhnne. Mas su biografía está más relacionada con esa prolífica sucesión de películas que hacen de él un raro talento de la cinematografía española, entre maldito, marginal y "outsider" como se autocalificaba, dominador de la técnica tras la cámara y en los montajes, más también burdo, disparatado, vulgar y completamente obsceno. "Puzzle" complicado a la hora de juzgarlo, pues fue uno de los más cercanos colaboradores de Orson Welles en Campanadas a medianoche, La isla del tesoro y El Quijote.
En la Academia de Cine decidieron que se merecía un Goya, que él recogió conmovido. Y para el gran público, siempre fue el realizador de Las vampiresas, Gritos en la noche (donde por primera vez aparecía un personaje que le daría mucho juego, el doctor Orloff, representado por Howard Vernon), La muerte silba un blues, La maldición de Frankenstein, Jack el destripador, que era en la pantalla Klaus Kinski, El asesino contra Drácula... Y todas esas morbosas historias antes mencionadas que rodó con Lina Romay, del estilo de Entre pitos anda el juego.
De cómo se llevaba con su mujer nos saca de cualquier duda esta frase del propio Jesús Franco: "Los dos hemos tenido siempre absoluta libertad para hacer el amor con otras personas, fuera de nuestro matrimonio". Juzguen ustedes mismos. Que estuvieron unidos hasta que un cáncer se llevó por delante en poco tiempo a Lina Romay, cuando ya vivían en Málaga, en 2012, en tanto él, ya enfermo y en silla de ruedas, la sobrevivió unos pocos meses, falleciendo al año siguiente a consecuencia de un accidente cerebro-vascular. Ella contaba cincuenta y ocho años, y Jesús Franco ochenta y dos.
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