Antes de que llegara a nuestras pantallas la desaforada época del cine del destape en la que destacó Silvia Solar ya hubo actrices a las que encomendaban por lo regular personajes de mujeres de mala vida, damas opulentas luciendo llamativos escotes, villanas mostrando cuanto les dejaban la vigilante censura. Luego ya sí, en la frontera de los 70 y 80 ya pudieron enseñar todo lo habido y por haber de sus cuerpos serranos. Entre medias, aparecieron en las dobles versiones que se rodaban en España para proyectarse en el exterior.
Silvia Solar fue una veterana en esas lides, con una filmografía que rebasó los ochenta títulos, en comedias de enredo y en otras de claro contenido sexual: La maldición de la bestia, Las ratas no duermen de noche, La maison desfilles pertdues, Chicas de alquiler, Relación matrimonial y otras cosas, Las alegres chicas de El Molino, Los violadores del amanecer, Trampa sexual, Viciosas al desnudo, Esas chicas tan pu..., Busco tonta para fin de semana...
Se llamaba realmente Geneviéve Couzaín, nacida en Francia en 1940, quien tras ganar un concurso de bellezas se estableció en España, donde debutó en la película Las lavanderas de Portugal, de 1957. Por lo común desarrolló papeles muy secundarios pero en los que deslumbraba por su belleza rubia, su provocativo físico. Era muy requerida por los productores para esos papeles de vampiresa. Un año más tarde, incluida en el reparto de Los clarines del miedo, cuyos protagonistas eran Francisco Rabal y Rogelio Madrid, se enamoró de este último, que sería en adelante en la vida real su enamorado compañero.
Rogelio Madrid era un atractivo extremeño que probó suerte en el mundo del toreo. Con escasa fortuna pues en sus comienzos, acartelado en la madrileña plaza de toros de Carabanchel (luego llamada Vista Alegre) resultó gravemente herido por una banderilla que le perforó uno de sus pulmones. Lo que le obligó a olvidarse para siempre de sus sueños taurinos. Pudo resarcirse, al menos, cuando cambiando el traje de luces por la profesión de actor, lo llamaban para películas relacionadas con los toros. Dada su fotogenia tomó parte en otras películas, aunque casi siempre en papeles episódicos. Un simpático buscavidas cuando ya no lo llamaban las productoras, al que vimos por última vez ejerciendo de relaciones públicas en algunas discotecas y en un restaurante. Por cierto, su verdadero apellido era Mandri, que él alteró por el mismo de la capital de España. Falleció a la provecta edad de noventa y siete años.
No sé cuánto tiempo convivieron Silvia Solar y Rogelio Madrid. Ella desarrolló su faceta artística hasta 1988, cuando rodó su última aparición cinematográfica en Barcelona, en Sinatra, que protagonizó Alfredo Landa. Retirada en la Costa Brava falleció en Lloret de Mar el 18 de mayo de 2011, a la edad de setenta y un años. Entre las muchísimas vampiresas del cine español, ella fue probablemente una de las más sugestivas.