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Los grandes amores (incluyendo los no conocidos) de Penélope Cruz

Penélope Cruz se dispone a recibir el Donostia en San Sebastián, uno de los más importantes premios de su carrera.

Penélope Cruz se dispone a recibir el Donostia en San Sebastián, uno de los más importantes premios de su carrera.
Con Nacho Cano | Gtres

La actividad frenética de Penélope Cruz se vio consagrada en el último Festival de Cine de Venecia. Allí presentó su última película, La red avispa, donde interpreta a la mujer de un espía cubano detenido en los Estados Unidos. Lució "glamour" en la ciudad de los canales junto a veteranas como Meryl Streep, con la que le une buena amistad. Y ahora le espera otra cita importante en su carrera: será la estrella del Festival de San Sebastián, en su sesenta y siete edición. La víspera de la clausura, es decir el viernes día 28, se proyectará la mencionada cinta, La red avispa, y antes se le entregará el premio Donostia para reconocer su importante filmografía, que alcanza casi sesenta títulos. Es un homenaje también por ser la más internacional de las actrices españolas. El cartel anunciador del certamen lleva, además, su imagen.

Nacida en Alcobendas, localidad cercana a Madrid hace cuarenta y cinco años, en el seno de una familia de clase media (el padre vendedor en un concesionario de coches y luego en una ferretería) y la madre (por cierto, llamada Encarna Sánchez, peluquera), debe su nombre de pila de la época en que estaba de moda la melodía "Penélope", que llevaba letra y voz de Joan Manuel Serrat, musicada por Augusto Algueró. Los padres de la futura actriz tenían veintiún años cuando se enamoraron bailando al compás de aquella romántica balada.

Penélope quería ser bailarina, siguió unos cursos de danza, fue modelo fotográfica y Nacho Cano la eligió entre doscientas aspirantes para intervenir en el videoclip de Mecano de la canción La fuerza del destino. Luego se hicieron novios, relación que, con algunas intermitencias, se inició en 1991 para acabar definitivamente en 1996, cuando ya incluso ambos alternaban con otras parejas. Nacho y Penélope vivieron tres temporadas entre Nueva York y Londres, lo que a ella le sirvió para aprender bastante bien el idioma inglés, aparte de que con el compositor y cantante compartió, siendo tan jovencita, experiencias inolvidables, que ella contaba así: "Era la primera vez que con dieciseis años yo me iba de casa, a vivir con él, y eso me ha marcado para siempre, él me enseñó mucho y lo tuve en un pedestal". Pero aquella enamoradiza madrileña sustituyó luego al componente de Mecano por un jinete de carreras hijo de un destacado empresario socialista muy amigo de Felipe González, Gigi Sarasola. Esas relaciones de Penélope Cruz no fueron muy aireadas en las revistas, por la sencilla razón de que su nombre apenas decía nada entonces en el mundillo cinematográfico.

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Penélope Cruz y Javier Bardem en Hawai | Gtres

Fue el director Bigas Luna quien reunió a Penélope Cruz y a Javier Bardem por vez primera, augurándoles un gran futuro profesional. Acertó cuando los tuvo a sus órdenes en Jamón, jamón, donde Penélope aparecía despelotada en el personaje de la novia embarazada de un aspirante a torero, que era Javier. Tan tórridas fueron las secuencias de ambos que le costó mucho tiempo a Penélope superar cierta depresión sufrida tras contemplar aquellas imágenes y sentirse como vacía después de aquel desmadre, que no sería el primero en la pantalla. Tardó bastante en aparecer de nuevo mostrando su cuerpo al natural. Aquellos pechos exhibidos en Jamón, jamón eran "con sabor a tortilla", al decir de Bigas Luna, que con deleite paladeaba un ya seductor Javier Bardem. Se dice que, fuera de las cámaras en aquella zona de los Monegros, ambos se vieron con interés preludiando lo que pasaría después. Pero, terminado el rodaje, no volvieron a verse en mucho tiempo, aunque uno y otra preguntaban a amigos comunes por la vida de cada cual.

Desde 1991, que es cuando se conocieron, hasta 2007 jamás se reencontraron y fue este año cuando Woody Allen los contrató para Vicky Cristina Barcelona. Reiniciaron su antigua relación sentimental... y hasta hoy. Contaremos más adelante detalles de su ardiente convivencia culminada en boda. Después de los desfogues en Jamón, jamón, Penélope pasó a Belle époque en 1992, donde ya cobró millón y medio de pesetas, que le significó su primer trampolín internacional, aunque estuviera compartiendo un reparto estelar junto a otras destacadas actrices, pues su director, Fernando Trueba, se alzó con el segundo Óscar que lograba un realizador español. Hizo amistad con Jorge Sanz, aunque sin traspasar otra frontera. Y un par de años después, Amenábar, por entonces apenas un estudiante de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, propuso a Penélope ser la protagonista de su primera película, Tesis, que iba a financiarle José Luis Cuerda, pero no pudo ser, tenía otro compromiso laboral y el papel fue a parar a Ana Torrent. Otro encuentro importante fue con Pedro Almodóvar con el que, siendo adolescente, soñaba ser dirigida por él algún día. Lo sería en varias ocasiones, la primera en una corta intervención fechada en 1997, de prostituta en Carne trémula, que daba a luz en un autobús. Pedro le enseñó a gemir y a gritar mientras simulaba estar pariendo.

Con el paso de los años Penélope encarnó otros personajes femeninos en el trance de la maternidad. Y entre ambos surgió una admiración mutua y la madrileña pasó a ser mucho más que una "chica Almodóvar": su actriz fetiche, como es fácil constatar al repasar su filmografía. Los amores de nuestra protagonista continuaron aunque ella jamás ha querido contar a periodista alguno sus avatares sentimentales. Es tal su oposición a ello que, en cualquier rueda de prensa, si alguien se atreve a aludir aspectos íntimos ella se mostrará siempre tajante y radical, pasando a otros asuntos tras dirigir una dura mirada al periodista de turno. Sin duda está en su derecho. Y ello lo saben los pocos que tienen acceso a entrevistas personales, en época de promoción de alguna de sus películas.

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Tom Cruise y Penélope Cruz | Gtres

Se comporta como una diva, aunque lejos de los focos, si le es posible, camina por la calle sin maquillar, con algún pañuelo y gorra cubriéndole la cabeza, para no ser reconocida. Así me crucé con ella en cierta ocasión, que luego comentaré. Los pasajes amorosos vividos por Penélope Cruz no han sido todos conocidos de la opinión pública. Y me atrevería a asegurar que hubo alguno que incluso pasó inadvertido para los reporteros de la prensa rosa, como el que mantuvo con un árabe llamado Faiz Ahmad con quien permaneció un par de meses durante un viaje como voluntaria a Uganda. Porque digamos en su honor que en distintas ocasiones ha mostrado su solidaridad con los más desfavorecidos, o causas justas a las que ha prestado su apoyo y hasta el dinero conseguido gracias a algún reportaje específico. Tampoco se conocieron detalles de lo que hubo entre Matt Damon y Penélope, que fueron pareja en la película Todos los caballos bellos. Simpatizaron tanto que compartían varias aficiones y una muy importante: estuvieron ligados durante una temporada. Matt es una persona simpática y afectiva que dejó señal en el corazón varias veces herido de nuestra popular actriz. En 1998 de nuevo acudió a la llamada de Fernando Trueba que quiso reflejar la época en que Imperio Argentina rodaba en estudios de la Ufa alemana varias películas cuando en España se libraba la guerra civil, caso de Carmen la de Triana. Así es que Penélope Cruz evocó parte de la historia de Imperio, aunque el guión tuviera otras secuencias ajenas a esta última gran estrella, no obstante muy enojada, que arguyó haber sido engañada por Trueba a cambio de cierto dinero. Penélope Cruz se atrevió incluso a cantar una copla, con su propia voz, y otra, sirviéndose de un "playback" grabado por Estrella Morente. En el rodaje de La niña de tus ojos, que así se titulaba la cinta, Penélope se fijó en un ayudante de dirección checo, pues el rodaje sucedió en Praga. Resulta que se enrolló con ese atlético y alto galán, llamado Thomas Obermaier. Idilio que los responsables de prensa del filme trataron de impedir que llegara a oídos de algún "paparazzo", profesionales a los que Penélope distingue siempre con desprecio. Pero ese amor apenas duró unos meses porque ella al regresar a Madrid se fue olvidando de la efímera relación antedicha.

A comienzos del nuevo siglo Penélope se fue a rodar a tierras griegas La mandolina del capitán Corelli, cuyo personaje central le fue encomendado a Nicolas Cage, un buen actor aunque a mí siempre me ha parecido que, desde un punto exclusivamente estético, mantiene en cada película la misma cara de bobo. Penélope lo describió como un tipo muy divertido con quien tuvo que subirse en moto y bailar un fogoso tango. Escenas que los mantuvo con sus cuerpos pegados preludio de otras que ya practicaron en la intimidad. Diría ella que sólo tuvieron una bonita amistad, pero de haber sido así la esposa de Cage, Patricia Arquette, no se hubiera divorciado de él al saberlos muy animados mirándose a los ojos y él metiéndole mano. Fuera él o no quien cortara aquella relación con nuestra compatriota para ocuparse de los miles de dólares que tenía que pagar a la Arquette, el caso es que Penélope dejó de hacerse carantoñas con Nicolas Cage y poco tiempo después conocería a Tom Cruise, del que se anunció que iba a dejar a Nicole Kidman después de unos cuantos años de matrimonio. No sabemos si es que la australiana se cansó de los rollos en los que estaba metido Tom, muy ocupado con la Iglesia de la Cienciología, que es lo que los alejó para siempre. Se divorciaron. Y entre tanto firmaban los papeles, Cruise se consoló con Penélope Cruz. Transcurría 2001 cuando proyectaron el rodaje de Vanilla Sky, fallido intento de hacer una nueva versión en inglés de Abre los ojos, que ya había dirigido en España Alejandro Amenábar. Curioso luego que mientras Cruise y Penélope vivían su historia, aterrizaba en Madrid Nicole Kidman para protagonizar Los otros con el mentado realizador chileno-español.

Fue este episodio que duraría hasta 2004 entre Penélope Cruz y Tom Cruise cuando la prensa internacional aireó los amores de la pareja, lo que con otros galanes de la estrella española había sucedido con menor repercusión o ninguna. Se les veía muy enamorados y hasta se creyó que ella estaba embarazada y preparaban su boda. Probablememte ella misma lo pensó. Mas acabaron, por muy amigos que dijesen, lejos uno del otro. Los chismosos de Hollywood, que también los hay como entre nosotros, insistieron en que Tom Cruise era "de la acera de enfrente". ¿Qué los separó? Parece que ese fanatismo por la Cienciología no afectó tanto a Penélope como a Nicole Kidman. Penélope siempre ha dicho ser muy respetuosa con todas las creencias: con Nacho Cano compartió sesiones de budismo, por ejemplo.

Ese 2004, año en el que dejaron de verse Cruise y Penélope, ella rodó Sáhara, en el papel de una científica que bebía los vientos por un aventurero en búsqueda de un oculto tesoro, personaje que encarnaba Matthew McConaughey. Entre otras duras escenas, la vecina de Alcobendas hubo de subirse a un camello galopando a cuarenta kilómetros por hora siguiendo el paso de un tren. Y como en otras ocasiones, Penélope cayó rendida en los brazos de Matthew, fuera de las horas de rodaje. Se dijo en la prensa norteamericana que nuestra compatriota se aprovechaba de la notoriedad de sus galanes para hacerse publicidad a su costa. Lo que tampoco supone que no fuera verdad que viviera apasionados amores. Y ha tenido en su ya prolongada carrera que dura alrededor de treinta años a muy atractivos y seductores galanes, a saber, entre otros: Vincent Pérez, Timothy Dalton, Ribert Downey Jr., Adrien Brody, Brad Pitt, Ben Stiller, Ower Wilson, y una larga lista de otros que ha conocido en las grandes fiestas de Hollywood. Con uno de ellos, Johnny Depp, parece que sólo hubo buen rollito pero sin cama de por medio. Protagonizaron Blow y continuaron viéndose porque Depp es otro de esos tipos divertidos, con un humor que hizo mella en Penélope. Tanto es así que no tuvo inconveniente en cederles su mansión en una isla privada de las Bahamas para que ella contrajera en el verano de 2010 matrimonio con Javier Bardem.

Ya dijimos que en 2007 se volvieron a encontrar en Vicky Cristina Barcelona. Recordaron aquel pasado de Jamón, jamón y decidieron vivir juntos. Así permanecieron tres años. Llegó la boda y en 2011 su primer hijo, Leo, y dos años más tarde, la niña, Luna. Sabido es que en 2008 él ganó el Óscar de interpretación y ella, al año siguiente. No quieren aparecer juntos en más películas, aunque han tenido que hacer ciertas excepciones. Tienen casa en Nueva York, Los Ángeles y Madrid. Si están en nuestra capital visitan a la madre de él, Pilar, que vive en las cercanías del parque del Retiro. Por esos lares me los encontré una mañana de fin de semana, Javier con su sempiterna gorra bien cubierta la frente y Penélope también vestida de manera informal llevando el cochecito con sus dos retoños. Una escena tierna y normalísima, que hubiera hecho feliz a esos "paparazzi" de los que tanto abomina la pareja. Desde que viven juntos no se les ha conocido infidelidad alguna. Que conste así acerca de dos seductores personajes con una intensa biografía sentimental por ambas partes, aunque aquí hayamos obviado la de él por las razones ya explicadas. La actualidad es en estos días Penélope Cruz con su presencia en el Festival de Cine donostiarra, que ya toca su fin con ese colofón del premio Donostia.

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