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El día que Rod Stewart consiguió reunir a sus cuatro esposas en una fiesta

"Por lo visto, Rod Stewart es un encanto de señor que cuando ha dejado o lo han dejado, siempre se portó como un caballero".

"Por lo visto, Rod Stewart es un encanto de señor que cuando ha dejado o lo han dejado, siempre se portó como un caballero".
Stewart acompañado de las mujeres de su vida | Instagram

El veterano rockero británico Rod Stewart logró este verano algo inusual para un hombre que se ha divorciado en tres ocasiones: reunir a las cuatro mujeres de su vida en un encuentro llamemos familiar: festejaron el cuarenta cumpleaños de su hija primogénita. No hay que ser psicoanalista para manifestar que lo ideal cuando uno rompe el vínculo matrimonial y encima se tiene descendencia, es cerrar el asunto en plena armonía. Pero eso no es corriente. Admitamos que puede ocurrir una vez… ¿pero tres? Por lo visto, Rod Stewart es un encanto de señor que cuando ha dejado o lo han dejado, siempre se portó como un caballero.

Y así, puede entenderse mejor que Rod se pusiera en contacto con las tres esposas de las que se divorció para que acudieran a una celebración muy especial, lo que tampoco es fácil. La cuarta, la tenía en casa. Hay que consultar las agendas, los compromisos para que el día elegido, la hora y el lugar, convenga a todas. Y superar problemas, si los hubo alguna vez, entre el trío, para que a mitad de la reunión nadie sacara los pies del tiesto y el evento se fuera a hacer gárgaras.

Felicitemos a Rod Stewart porque logró que la primera de sus esposas, Alana, estuviera de acuerdo con acudir a la cita. Era la más interesada porque se trataba del cumpleaños de Kimberly, la primera hija de su matrimonio con el cantante, con quien también tuvo luego a Sean, de treinta y ocho años, dos menor que su hermana, músico como su padre. Alana llevó siempre el apellido de su marido y fue, quizás, la más conocida de las parejas de Stewart. La sustituyó en el corazón de Rod Rachel Hunter, madre de dos hijos con él, Renée, de veintisiete años, bailarina, y el jugador de hockey sobre hierba Liam, de veinticuatro. La tercera de sus mujeres Kelly Emberg dio a luz una niña, Ruby, de treinta y dos años en la actualidad, que asimismo es cantante y admira a su progenitor.

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Rod Stewart y su primera mujer Alana

Quien se casó por cuarta y última vez por ahora con Penny Lancaster, que ha tenido dos retoños, Alistair, de trece años y Aiden, de ocho. En total, cuatro esposas y siete hijos. Aunque precisemos que Rod Stewart también tiene una hija, Sarah Streeter, pero adoptada, hoy con cincuenta y seis años, decisión que compartió con quien fue su primer amor, Susannah Boffey, con la que no contrajo matrimonio y a la que, por lo visto, no creyó oportuno invitar o bien ella se disculpó.

Con todo lo contado no nos cabe duda alguna que un buen guionista alumbraría una buena serie televisiva, de las llamadas "de situación", con enredos, salidas y entradas, besos y disputas, y final feliz si se tiene en cuenta lo antes dicho sobre el buen carácter de un seductor llamado Rod Stewwart, que a sus setenta y cuatro años conserva un físico atractivo y, sobre todo, una voz en plena forma, pues actúa a menudo y en España se le conoce por sus frecuentes apariciones musicales. Aunque no ha olvidado tiempos de antaño cuando estuvo a punto de entrar "en chirona" en nuestro país, como les contaremos a continuación.

Nacido en Londres perteneció a varios grupos antes de afianzarse como solista, el más conocido de todos The Small Faces, del que fue un eficaz vocalista. Tuvo una turbia juventud cuando se reunía con jóvenes airados de su misma edad, en aquel movimiento que se denominó beatnik, que dio asimismo origen a una moda musical. Fue Rod músico callejero, de los que mendigaban unos peniques rascando una guitarra y emulando a los ídolos del momento. Con varios amigotes, ilusionados pero con el dinero más que justo se fueron a París, donde sin un franco tuvieron que dormir bajo los puentes del Sena más de una noche. Lo mismo les pasó al atravesar la frontera y pisar las calles barcelonesas. Unos policías al detenerlos y advertir que no poseían ni un duro ni trabajo los llevaron a comisaría, de allí ante un juez, que les aplicó la entonces ley de vagos y maleantes. Era el año 1963. De no haber sido guiris, habrían ido directamente unos días a la trena. Así es que Rod Stewart y sus compinches fueron deportados a Inglaterra.

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Rod Stewart y Penny Lancaster

De aquellos episodios en época de bohemia y rebeldía, Rod pasó a otra etapa más responsable. Y se adhirió a otro movimiento musical que en Gran Bretaña se llamó mods. Los chicos que tocaban canciones en esa corriente, para diferenciarse de otros, teddy boys, gamberros sin remisión, contestatarios, usaban una ropa distinguida, imitando a un lord, como si acabaran de salir de la sastrería londinense más famosa, la de Saville Road. Y así, poco a poco, Rod Stewart fue adquiriendo dinero y popularidad, acrecentada cuando optó por dejar a los de Faces y cantar él solo. Acabó en los Estados Unidos, donde sentó sus reales, consagrándose como uno de los más poliédricos rockeros, que dominaba las corrientes en boga junto al pop y el soul. En esta última tendencia brillaría de tal manera que el ya desaparecido James Brown llegó a proclamar que le parecía el mejor de cuantos cantantes blancos ejecutaban esa música atribuida por lo general a los de color.

Rod Stewart es uno de los cantantes con más afición al fútbol. De hecho, con quince años, se apuntó al equipo juvenil del Brendford F.C., y pudo llegar a ser profesional de no ser por su mayor pasión rockera. Pude comprobar que Rod se entrenaba a menudo en un campo de Los Ángeles, en las inmediaciones de Hollywood. Durante un viaje que hice a la meca del cine, alguien me habló de que el cantante le daba al balón muchas mañanas en determinado lugar, hacia donde dirigí mis pasos. En un descanso, logré saludarlo, mas no me fue posible después enhebrar conversación alguna. Advertí que estaba en excelente forma física. Por supuesto jugaba al fútbol europeo, no el que se juega en los Estados Unidos con otras reglas. Llevaba su flequillo rubio, imagen de marca de uno de los más longevos rockeros de la historia.

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