La gaditana Esther Arroyo soñaba de jovencita ser modelo. Lo consiguió, aunque sólo en el ámbito de su provincia y poco más. Pero luego, en la convocatoria de Miss España 1990, encontró al ganar el certamen el trampolín perfecto para lograr mayores metas artísticas. La vida nos da sorpresas, como reza un estribillo musical y a la guapa le esperaba una tragedia que pudo costarle la existencia. Como poco, por unos años, se quedó sin trabajo. Y además, arruinada. Desde hace poco ha vuelto a recobrar las ilusiones y empieza de nuevo a disfrutar de lo que más le gusta: trabajar en televisión.
María Esther Julia Arroyo Bermúdez nació el 29 de marzo de 1968. Siempre ha tenido una desbordante y contagiosa simpatía. Alegre por fuera y por dentro. Conversé con ella en diferentes ocasiones, durante una concentración de misses en La Coruña y en otras reuniones sociales. Quiénes la conocen disfrutan de su buen carácter. Por eso impresionó mucho el accidente de automóvil que sufrió el 10 de octubre de 2008 cuando con un grupo de amigos se dirigían a pasar unos días a Santander. Entre ellos, la cantante Ana Torroja. Conducía el vehículo Antonio Navajas, actual compañero de Esther, padres de una niña, Ainhoa, que ahora cuenta trece años. Inesperadamente chocaron contra una furgoneta. Uno de los componentes del grupo falleció casi instantáneamente. El resto, sobrevivió, pero con lesiones más o menos graves. Quien peor salió del percance entre éstos fue Esther Arroyo, con rotura de tibia y peroné. Estuvo a punto de perder la vida y luego una pierna. Tras muchos meses soportando dolores interminables y costosos y duros ejercicios de rehabilitación, la miss pudo ir poco a poco recuperándose, con el miedo a permanecer en silla de ruedas el resto de sus años. Para colmo, la indemnización que esperaba percibir del seguro quedó considerablemente rebajada tras un segundo juicio al que recurrió la entidad aseguradora. Cobró 130.000 euros, insuficiente cantidad para hacer frente a los gastos de su tratamiento. Ella y su familia arruinadas, desahuciados en su vivienda, que tuvieron que abandonar, claro está.
Cómo pueden frustrarse tantos sueños, cómo quedan atrás días de luz y felicidad como los que conoció la siempre entusiasta Esther Arroyo. De modelo y tras ser Miss España, presentó varios programas de televisión (Homo Zapping, Sabor a ti, El rey de la comedia...) y debutó como actriz en series muy populares (Periodistas, donde permaneció cuatro años, Los Serrano, La familia Mata). Le gustaba aparecer en la pequeña pantalla, lo que le proporcionó una incuestionable popularidad. Interviú no cejó hasta "desnudarla" en sus páginas. Fue portada al menos en dos ocasiones, que sepamos: una en abril de 1999, cuando posó en la isla de San Martín y un año más tarde, nuevamente, donde era apostrofada como "La reina de la red". Los internautas enloquecían al verla fotografiada en su plenitud física. Otra publicación, DT, le adjudicaba el siguiente titular: "El cuerpo con más curvas de la tele".
Era previsible que los "moscones" fueran detrás de ella. Se enamoró del doctor Francisco Mayor, con quien tuvo un hijo, Fran. La pareja se disolvió. Por lo visto el galeno no quería comprometerse más de la cuenta y lo dejaron. Tuvo Esther otros pretendientes. Salió alguna temporada con Carlos Bardem, actor y escritor, hermano de Javier. Un guaperas devolvió a Esther las ilusiones para encontrar la dicha matrimonial que esperaba: el venezolano José Faria, un musculoso "míster" que no le duró demasIado. Finalmente se emparejó con el ya citado cuando el accidente de coche, Antonio Navajas. Y con éste y la hija que tuvieron, Ainhoa, la gaditana encontraría esa paz y felicidad con la que tanto había soñado. Muy amiga de Ana Torroja, quien fuera la siempre recordada voz solista de Mecano, se asociaron para regentar en Tarifa el hotel Casablanco. Después vino la gran desgracia del accidente automovilístico.
Las secuelas para Esther fueron tan graves que no tuvo más remedio que acogerse al seguro de invalidez permanente, que le concedieron en enero de 2013. Las desdichas que hubo de soportar después Esther Arroyo ya quedaron condensadas al principio. Arruinada, con sus dos hijos y su pareja, ella, siempre llena de vitalidad, resolvió salir adelante con un modesto negocio de alquiler de tablas de paddle y bicicletas. Pretendía volver a la televisión, pero ¿cómo, estando medio inválida, con heridas que iban cicatrizando y otras que no podría olvidar nunca? Tuvo que anunciar haberse retirado de toda actividad pública. Hasta que en 2016, afortunadamente y a costa de mucho coraje y muchas horas de rehabilitación, salió adelante y le brindaron participar en el programa Amigas y conocidas, tertulia que duró unos pocos meses. Después, fue concursante en Tu cara me suena. El cine nunca le apeteció y únicamente hizo alguna aparición, entre las que recordamos Atún y chocolate, rodada en su tierra gaditana. Lo que sí le hubiera gustado es ser cantante. De momento, todos los martes por la noche se contenta siendo jurado del programa de Canal Sur Original y copla, donde la vemos muy resuelta, con gafas, guapísima... ¡y llena de vida después de tanto tiempo de dolor!