Michael Robinson cumple sesenta años este viernes 12 de julio. Una efeméride distinta a la de tantos otros años. Aunque es predecible que quien fuera gran jugador de fútbol y excelente comentarista deportivo después, con su bonhomía, haga "de tripas corazón" para celebrarla en la intimidad familiar con un hálito de esperanza. Todo porque desde hace unos meses su vida cambió para siempre cuando le detectaron un cáncer en principio incurable. Pero él, ¡sigue luchando por la vida!
En agosto del pasado año Michael descubrió que le había brotado un bulto en una de sus axilas. Nos enteramos de su enfermedad cuatro meses más tarde, un día de diciembre de 2018 cuando, entrevistado por Carlos Francino en La ventana, su programa radiofónico, anunció que padecía "un melanoma con metástasis avanzada". Desde ese instante comenzó recibir infinidad de testimonios de gente que lo quiere y admira, dándole ánimos.
Michael Robinson no sabía cómo enfrentarse a su mal. Para colmo, en una de sus primeras visitas médicas escuchó impávido que si se sometía a determinado tratamiento tendría que pagar catorce mil euros mensuales. Y no le aseguraban que su cáncer fuera vencido. Consultó a otras fuentes médicas. Desde entonces se sometió a sesiones de inmunoterapia. El doctor Emilio Calvo, sin crearle falsas expectativas, le comentó que un treinta y siete por ciento de enfermos que padecen un cáncer similar al suyo, se han curado siguiendo su tratamiento prescrito. A Michael Robinson se le iluminaron los ojos, como puede suponerse.
Resultó, semanas después, que la inmunoterapia, desgraciadamente, no dio resultados positivos. El equipo médico que lo atiende le procuró unos fármacos, en busca mientras tanto de una vacuna, teniendo en cuenta los tumores que tiene el enfermo. Pero ¿cómo ha reaccionado desde entonces Michael Robinson?
En un magnífico reportaje de Valérie Dana para una revista médica especializada en oncología, Michael declaraba no temer a la muerte. Por su aspecto, aunque haya engordado, no hay muestras a primera vista de que padezca un cáncer. Diríase que "por dentro va la procesión". Su vida ha cambiado, procurando no perder su sentido del humor aun en estas horas difíciles de su existencia. Contaba que le practican acupuntura que, aunque no le cure, le estimula anímicamente. Quien ejercita esa labor es su propia esposa, Christine, especialista en medicina china, con quien tiene dos hijos, Liam y Aimée. También ha compuesto algunas canciones, que él interpreta a su gente más cercana. Siempre le ha gustado la música; su ídolo de juventud era John Lennon, y goza de la amistad de un grande del pop británico, Phil Collins. Personaje polifacético, Michael también ha puesto su voz en dos películas de animación, Shrek 2 y otra más interpretando al personaje de Doris, la hermanastra fea. Asimismo ha publicado varios libros de contenido deportivo.
Más que dolores, Michael Robinson ha tenido jornadas de fiebre desde que le recetaron las pastillas. Pasea diariamente acompañado de sus perros. Sonríe cuando lo miran o le dirigen algún saludo y palabras solidarias viandantes que lo reconocen. Porque él siempre ha gozado del reconocimiento público: primero cuando jugaba en el Manchester United, en el Liverpool y en otros equipos. Muy cotizado, llegó a formar parte de la selección nacional de Irlanda. Sufrió cierta crisis cuando creyó no ser del todo reconocido en uno de esos clubs. Pasó una temporada en Nueva York, tratando de superar aquella depresión.
Finalmente optó por venirse a España en 1987, tras una etapa como presentador de la televisión británica en un programa deportivo. En nuestro país, fue fichado por el Club Atlético Osasuna, de Primera División. Una lesión adelantó su retirada del fútbol. Y a partir de entonces recurrió a su capacidad para retransmitir encuentros de fútbol o de otras especialidades en radio y televisión. En Canal Plus logró un gran seguimiento de sus programas, que combinó con los de la cadena Ser. Y siempre, a sus acertados comentarios, ha sabido darle un toque de humor y simpatía, granjeándose de ese modo mayores audiencias con su perfecto español tamizado con acento "british".
Este hombre nacido en Leicester, Inglaterra, el 12 de julio de 1958, viene dando una lección de dignidad en la grave circunstancia que le ha tocado asumir. Con un admirable poder de superación. Ama la vida y no pierde las esperanzas de que pueda vencer o siquiera alargar el tránsito de su grave dolencia. Lo único que de verdad teme es pensar en el futuro de los suyos, en la posibilidad de que su fin le impida estar más tiempo al lado de su querida esposa de sus hijos, de su reciente nieto, quiénes lo apoyan constantemente. Ni que decir tiene que desde Libertad Digital le enviamos nuestro más sincero afecto y los deseos de que gane este difícil partido que le ha deparado el destino en un incierto sorteo de la vida.