Una tarde veraniega de 1968 se inauguraba a un centenar y pico de kilómetros de Madrid una urbanización denominada Los Ángeles de San Rafael, situada en la provincia de Segovia. Al acto asistió el entonces Ministro de Información y Turismo, el gobernador, que era a la sazón Adolfo Suárez González y otras autoridades. Además, gentes de la farándula y la vida social. El propietario de aquel gran complejo de chalés y apartamentos había conseguido, entre otras prebendas, que a sus puertas se detuviera un tren de cercanías, gracias a un apeadero, en medio de una llanura. Aquel empresario-constructor se llamaba Jesús Gil y Gil: fuera de su entorno, nadie lo conocía. Por la noche hubo una gran fiesta durante la que tuvo lugar una elección de misses, con un jurado del que formaban parte Luis Miguel Dominguín, Raphael y otros personajes de relieve. Estuve en aquel evento.
Un año más tarde, en el transcurso de una convención de la firma Spar, durante la comida, medio restaurante se vino abajo, falleciendo cincuenta y ocho personas y dejando a otras muchas malheridas. El edificio en cuestión no tenía las licencias pertinentes. Jesús Gil y Gil fue acusado de homicidio involuntario. Fue condenado a cinco años de cárcel, de la que salió, tras cumplir dieciocho meses, gracias a un indulto del Jefe del Estado, aunque tuvo que indemnizar a las familias de las víctimas desembolsando cuatrocientos millones de pesetas, una respetable cifra. El indulto se produjo tras arduas gestiones de la madre del propietario de Los Ángeles de San Rafael, Guadalupe Gil Hernando. Era conocida en su tierra soriana como "La Guadalupe", que removió Roma con Santiago, escribiendo cartas a varios Ministros del Gobierno, al cardenal Tarancón, a Pilar Franco, hermana del Caudillo y, me contaron que incluso trató de que se interesara por su drama la propia esposa del General, doña Carmen Polo. Lo cierto es que gracias a su tenacidad, consiguió el indulto, que fue firmado por la mano derecha de Franco, Luís Carrero Blanco. Y Jesús Gil y Gil salió a la calle dispuesto a continuar sus negocios empresariales de construcción.
Gregorio Jesús Gil y Gil nació en Burgo de Osma el 12 de marzo de 1933. Su madre se había casado con un hombre supuestamente con dinero, aunque nunca lo quiso, según confesaría. Era viudo y aportó tres hijas al matrimonio. "La Guadalupe" enviudó en 1938, y con veintisiete años sacó adelante a su prole, de la que el primogénito era Jesús, el futuro empresario. Contrajo luego segundas nupcias, con otro paisano que tampoco era de su gusto y le defraudó. Gracias a sus esfuerzos pudo enviar a su hijo a Madrid, quien se matriculó en la Facultad de Veterinaria y luego en la de Ciencias Económicas. Ni en una ni otra carrera aprobó una asignatura del primer curso. Sencillamente porque se pegaba la vida padre, jamás cogía un libro, y por si fuera poco estaba hospedado en una pensión en la que también se alojaba un montón de prostitutas. Días de vino y rosas para un seductor, que se lo pasaba pipa recorriendo las calles de Madrid a bordo de una motocicleta. Un día se pegó tal batacazo que estuvo a punto de palmarla, desfigurada la cara y con un pronóstico más bien preocupante. Acudió desde Burgo de Osma "La Guadalupe" y derecha hasta el cirujano que operó de urgencia al herido, el muy ilustre doctor Mariano Zúmel, le espetó: "Si mi hijo muere ¡lo rajo a usted!" Jesús Gil y Gil salió de ésta como un resucitado.
Veintiocho años tenía el mozo soriano, corpulento, no precisamente guapo pero siempre muy decidido con las mujeres que iba conociendo. Una de ellas le hizo tilín, cuando se encontraba en una piscina. Como no era nada tímido se dirigió hacia aquella joven rubia, de preciosos ojos verdes, la abordó, le dedicó un surtido de piropos y se hicieron novios. Comunicóle la buena nueva Jesús a su madre y "La Guadalupe" se interesó por la familia de la muchacha. Al saber que era hija de una criada y dependienta de una confitería, puso el grito en el cielo: "¿Tú eres tonto? Tengo ya echado el ojo a la hija de un tío rico, que te iría de perilla. ¿No ves que así te asegurarías tu futuro? Si te casas con esa que me dices, que es pobre, las vas a pasar canutas, hijo mío..." Inútiles fueron aquellas advertencias de "La Guadalupe", pues Jesús contrajo matrimonio con su novia de familia humilde, llamada María de los Ángeles Marín Cobo. Los desposorios tuvieron lugar a comienzos de 1961. La madre no asistió.
Los recién casados se fueron a vivir a un piso que disponía Jesús Gil en la calle de Povedilla, de corto recorrido, a espaldas del Palacio de los Deportes, la misma en la que habitó varias temporadas Lola Flores y sus padres y hermanos. Jesús también tenía en esa casa a su madre, a un hermano y a su padrastro. Pero María de los Ángeles conseguiría que Jesús les buscara otro domicilio, en aras de la mayor intimidad. Y así, la feliz pareja tendría cuatro retoños a partir de 1962.
Jesús Gil y Gil había trabajado en una tienda de repuestos de automóviles. Pero con sus altas miras fue emprendiendo un negocio que entonces se antojaba muy próspero: el de construcción de viviendas. El episodio de la tragedia de la urbanización segoviana, a la que había puesto un nombre alusivo al de su esposa, Los Ángeles de San Rafael, fue superándolo conforme avanzaba el tiempo, tratando de vender el mayor número de chalés. Tuvo al principio como relaciones públicas al galán venezolano Espartaco Santoni y después al veterano locutor Bobby Deglané. Organizaban fiestas en verano con actuaciones de cantantes populares, como Massiel, a la que Gil regaló un terreno a cambio de que celebrara gratis unas galas en su complejo. Deglané, a quien siempre dispensé mi respeto y amistad, me invitó a un almuerzo en Los Ángeles de San Rafael, en el transcurso del cuál se rindió homenaje a Santiago Bernabéu y a su esposa. Presente, Vicente Calderón, el presidente rival del Atlético del Madrid.
Jesús Gil ya iba poco a poco apareciendo en la prensa, pero aún no era del todo conocido. Me comentó que él era madridista desde siempre, que soñaba con ser algún día jerifalte del club merengue. Como quiera que yo pertenecía a la empresa editora del diario As, me pidió cierta ayuda. Pasé ese fin de semana alojado en un camarote del Club Náutico Náyade, situado en el pantano existente en la urbanización. Para distraerme jugué varias partidas de parchís con Jesús y María de los Ángeles. Jesús tenía un parchís donde podían competir cinco jugadores y no cuatro. Se cabreaba mucho si perdía. Con los años llegó a disputar partidas donde estaban en juego varios millones de pesetas. Ahí sí que yo no tomé parte…
La comida mencionada en la que Jesús Gil homenajeaba a su idolatrado Bernabéu había tenido lugar en 1975. Doce años después, el 26 de junio de 1987, era proclamado presidente del Atlético de Madrid. Era socio del club colchonero desde hacía seis años. Percibió que llegar a ser mandatario del club blanco era difícil, casi imposible. Buscó la ayuda del influyente José María García, quien a través de las ondas radiofónicas impulsó la candidatura de Gil y Gil. Se rumoreó que Jesús había prestado alguna ayuda al padre del popular periodista deportivo. Con el tiempo, Jesús dijo que había que echar "al Butano" como fuera. Cuando Gil murió, García dijo esto: "Aun rozando la delincuencia, Jesús Gil era buena persona".
Ya convertido en presidente del Atlético de Madrid, su notoriedad como es presumible subió como la espuma. A la que ayudó su carácter expansivo, abierto, divertido. Pronto empezarían sus problemas con el club y sus jugadores, cuando el equipo era conocido como "el Pupas", a causa de sus resultados. Su gran fichaje, el portugués Futre, le aumentó su ego. Llegó a decir: "Si me fueran los tíos, Futre sería mi novio". Y es que Gil y Gil era un personaje ideal para dar titulares de prensa: "No fiché a Klinsmann porque me dijeron que "perdía aceite". Llegó a inventar un vocablo que hizo fortuna: ostentóreo. Lástima que los académicos de la Lengua no lo incluyeran en el diccionario.
Instalado en la poltrona del club rojiblanco, Jesús Gil y Gil procedió al asalto de Marbella. Se propuso ser alcalde de la capital de la Costa del Sol y no cejó hasta lograrlo. ¿Por qué? Para vender una ingente cantidad de pisos y chalés que tenía inmovilizados. Y en Marbella reinó como un Robin Hood. Llevaba siempre un fajo de billetes para ir tirando de ellos cuando veía la ocasión propicia ante la demanda de alguna pobre mujer desahuciada. O regalaba entradas para algún festejo taurino. Instaló el populismo desde la alcaldía marbellí. Reclutó para su grupo algunos impresentables. En Puerto Banús escuchó las cuítas de un camarero abulense llamado Julián Muñoz. Lo fichó para una de sus concejalías. Luego se enfrentaron agriamente ante las cámaras de Telecinco. Donde Jesús tenía un programa veraniego en el verano de 1991, "Las noches de Tal y Tal", donde aparecía hundido en un jacuzzi, mostrando su oronda figura de cintura para arriba, donde lucía una ostentosa cadena de oro. Detrás, lo acompañaban unas azafatas en bikini para dar colorido y ambiente al frívolo espacio. Jesús Gil y Gil había sido esos años un invitado habitual en los programas del corazón, con las Mamachichos, en la radio del brazo de Marta Sánchez y la tetona italiana Sabrina Salerno… Gil estaba hasta en la sopa.
Seguía con sus negocios oscuros, que lo llevarían a la cárcel en más de una ocasión. Pero en Marbella reinaba como un sultán, anfitrión de los jeques árabes, o impulsor de homenajes a Lola Flores, Julio Iglesias y algunos otros. A Encarna Sánchez y a Antonio Banderas les proporcionó las viviendas que querían y hasta les puso a cada uno un par de guardias de seguridad. Tenía su propio barco. Había dejado Marbella aparentemente sin delincuencia, aunque hubiera corruptos y ladrones de guante blanco. Desde que en una Semana Santa pagara a las putas para que no salieran de sus casas, libró una guerra para que no aparecieran por Puerto Banús y alrededores.
Jesús Gil, en su ámbito privado, vivía entre Madrid y Marbella. También iba de vez en cuando a "Valdeolivas", su finca abulense, donde tenía ganadería de toros bravos y una yeguada. Decía "hablar" con "Imperioso", su caballo favorito. También se preciaba de contar con el cocodrilo "Furia". Estuve allí una mañana que tentaba unas reses el matador Rafael Camino, amigo suyo. En cuanto a Marbella, su residencia llevaba el nombre de "Villa Ángeles", otro tributo a su amada esposa. Se llevaban muy bien. Ella, de vistosa apariencia, fue siempre mujer discreta y muy simpática. ¿Tuvo algunos romances Jesús Gil durante esos años de matrimonio? Públicamente no se conoce ninguno, lo que no invalida que alguna "starlette" en busca de dinero o notoriedad se acercara alguna vez hasta él. Desde luego, María de los Ángeles vigilaba de cerca a su marido. Escándalos en ese sentido, nunca sucedieron.
Que Jesús Gil y Gil pasara a la historia como un ser dictatorial, histriónico, visionario, bravucón, machista y no sé cuantos más epítetos, no significa que tuviera también sus seguidores. Hombre activo, apenas dormía, pensaba siempre en sus negocios, y desde luego en sus cuatro hijos. Ninguno de ellos quería saber nada de la prensa, odiaban la publicidad. El primogénito, llamado como él, de cincuenta y ocho años, se casó con Carmen Osset y son padres de una hija de veintisiete años, Rocío. Viven en una finca de la localidad madrileña de Alcobendas. Jesús Gl Jr. Se ocupa de la inmobiliaria Gilmar, de viviendas de lujo. Le sigue su hermano Miguel Ángel, llamado Calan en la intimidad, de cincuenta y seis años. Estudió Veterinaria y es el consejero delegado del Atlético de Madrid. Se casó con su novia de toda la vida. Marian Cogollos, tuvo dos hijos, se separó y contrajo nuevas nupcias con la miss canaria, de Las Palmas, Lucía Díaz Barrachina, padres de dos hijas. Habitan un chalé en la lujosa urbanización La Finca. La única hija, tercera en la sucesión, es Myriam, de cincuenta y cuatro años, que fue secretaria de su progenitor, y es la más alejada de los negocios del clan. Se casó con Alberto de las Heras y es madre de dos retoños. Finalmente está Óscar, el más simpático de los Gil, que ha llegado a los cincuenta años ocupándose del negocio inmobiliario Gilmar de la madrileña calle de Goya. Está soltero y entre sus relaciones sentimentales la única que conocemos es la que mantuvo durante tres años con Leticia Sabater.
Jesús Gil y Gil, tras sus peripecias carcelarias, falleció a los setenta y un años víctima de un infarto cerebral en Madrid, el 14 de mayo de 2004. A su entierro acudieron quince mil personas, que le rindieron el último adiós ante su féretro colocado en la sede del Atlético de Madrid, el ya sin uso estadio Calderón. Su viuda, María de los Ángeles Marín, preside todavía casi todas las sociedades del clan, bien gestionadas en general por sus descendientes. En 2011 sufrió un ictus que la obligó a utilizar la silla de ruedas. Se sigue recuperando en su piso cercano al parque del Retiro madrileño, alejada de toda actividad. No obstante la aparente pujanza de esas propiedades que les dejó su esposo y padre, sus herederos tienen problemas con el Tribunal de Cuentas, que les reclama ciento cinco millones de euros y les han embargado ciento cincuenta propiedades. De alguna manera, la figura de Jesús Gil y Gil no se ha desvanecido de la memoria de millones de españoles, lo que justifica desde luego la serie televisiva que ahora se le dedica.