A pesar de su inesperada salida de Supervivientes por motivos de salud, Violeta Mangriñán ha sido una de las protagonistas de esta edición por el drama de su ruptura con Julen, al que dejó por su compañero de concurso Fabio. La joven ha llorado y sufrido como nadie en Honduras, pero su vida amorosa no es nada comparada con la familiar.
Esta semana Violeta es una de las protagonistas de la revista Lecturas, donde reconoce en una sincera entrevista que su infancia fue muy dura por el divorcio "traumático" de sus padres. "Mi padre no hizo las cosas bien. En casa he crecido con violencia y gritos, y eso te hace mella en la cabeza", explicó. Al separarse sus progenitores, el juez dictaminó régimen de custodia compartida, por lo que Violeta se fue a vivir con su padre y su hermana pequeña Lila con su madre.
Según relata, no le tocó la mejor parte porque su padre no se ocupaba de ella como debía. "Hacía su vida, él tenía su pareja, ya la tenía antes de haberse separado de mi madre. Siempre me he tenido que sacar las castañas del fuego". Violeta se define a sí misma como una mujer "independiente y trabajadora" que con apenas 14 años vivía sola a pesar de convivir con su padre. "Con 20 años pasaron cosas muy feas y me tuve que ir de casa (...) Me fui demandando a mi padre", confesó. A pesar de todo, decidió perdonar a su padre y mantener una relación cordial. "Para mí, mi padre lo es todo. He vivido con él. Mi abuela me dijo: 'Perdónalo y vivirás en paz'".
Aunque en un futuro próximo está claro que la veremos en televisión, Violeta reconoce que le gustaría seguir estudiando. Antes de entrar en Mujeres y Hombres y Vicerversa se sacó el título de técnico superior de finanzas. "Quiero estudiar, es algo que tengo pendiente. Me encanta la televisión, pero siempre tienes que tener un plan B".