Continúa la gran amistad entre la hija de la Infanta doña Elena, Victoria Federica, y el matador de toros madrileño Gonzalo Caballero. El pasado mes de diciembre ella acudió al cumpleaños del torero y juntos apagaron entre sonrisas y arrumacos veintisiete velas. Más simpática resultó hace unas pocas semanas la escena de ambos en una tienta, cuando ella se atrevió a bajar al ruedo y dar unos pases a una becerrita, junto a Gonzalo. La sobrina del rey Felipe VI, sabido es que, como su madre y su abuelo materno, es muy aficionada a nuestra fiesta. Y ahora, con esos primeros pases, se ha convertido en una aficionada práctica. Eso sí, sin arriesgar mucho, que para eso estaba muy pendiente el que se considera como su novio, aunque oficialmente no figura como tal todavía.
El testimonio gráfico de esa incursión en una placita de tienda circulaba en las redes sociales. Gonzalo Caballero es nueve años mayor que Victoria Federica. No ha triunfado aún como matador de toros, después de tres temporadas en ese escalafón, pero su nombre lleva publicitándose desde hace meses no precisamente por sus triunfos, que algunos ha tenido, amén de varias cornadas graves, sino por su presencia en las revistas del corazón y en los programas rosas televisivos. Fue Froilán, hermano de Victoria Federica quien los presentó. Ella tiene dieciocho años, cumplidos en septiembre último. Muy joven todavía. No se le conocían otros novietes hasta que se la asoció con el torero. Pero ¿qué se sabe de Gonzalo Caballero del Hoyo, pues de Victoria Federica se conocen muchos más datos personales?
Es ya más que un joven maduro, dada su edad antedicha, natural de la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz, conocida entre otras cosas por el asentamiento de hace muchos años de una base norteamericana. Miembro de una familia de clase media, en la que su padre, ya fallecido, aportaba su mediano sueldo como empleado de El Corte Inglés en el departamento de compras. Esa condición social no parece ser obstáculo para su supuesto noviazgo con la sobrina del actual rey de España. De chico, Gonzalo Caballero quería ser jugador de fútbol y consiguió ser admitido en las plantillas inferiores del Real Madrid, donde permaneció tres temporadas. Pero, con dieciseis años, su padre lo llevó a él y a sus dos hermanos a una corrida de José Tomás. Y Gonzalo quedó deslumbrado por cuanto contempló en el ruedo. Desde entonces soñó con ser también torero. En el año 2010 debutó como becerrista, paso obligado antes de lidiar novilladas sin caballos. Luego, ya con picadores debutó en la Maestranza sevillana, en 2012. Un año después resultó cogido espectacularmente en la placita de Rocafort resultando con heridas en el pene, obligándole a cortar la temporada. No ha sido, desde entonces, el único serio percance, pues pasó por la enfermería en dos ocasiones en la plaza de la Monumental de las Ventas, en 2016 y 2018, y entre medias, en 2017, resultó también seriamente lesionado en la feria de Pamplona.
Todo ese derramamiento de sangre no afecta al ánimo de Gonzalo Caballero. Victoria Federica lo ha visto torear, siendo espectadora de alguna de esas cogidas, con el natural sobresalto y sufrimiento. Fallecido su padre hace tres años, que apenas pudo disfrutar con algunos de los triunfos de Gonzalo, es la madre, Chiqui del Hoyo la que más lo apoya en los ruedos. Va a la plaza y alguna ve se la ha visto junto a Victoria Federica, encantada de que prosiga el romance con su hijo. El caso es que Gonzalo ha sido siempre un muchacho decidido, con éxito entre las chicas de su edad siendo jovencito. Se le relacionó tiempo atrás con la modelo y aspirante a actriz Lucía Rivera, hija adoptiva de Cayetano Rivera. Pero aquello, ya se ha visto, fue solo un amor de verano, pasajero. Es con Victoria Federica con quien se le ve dispuesto a seguir adelante. ¿Para casarse algún día con ella? Gonzalo Caballero no se pronuncia al respecto, sabe que es un asunto que, con lupa, siguen en las revistas los familiares de la supuesta novia del torero. Quien únicamente ha dicho que "ella es mi talismán". O sea, que le da suerte, en la vida, y en el toreo. No habla sobre su vida privada. Lo saben sus amigos más cercanos, que guardan silencio para defender a Gonzalo.
Froilán de Marichalar y Borbón es uno de esos íntimos que acompaña al torero con frecuencia. Lo sigue en las corridas a las que puede desplazarse, con el pañuelo blanco a mano para pedir las orejas cuando su amigo ha dado muerte a su enemigo. Y Victoria Federica, pendiente de que su hermano le informe de cómo ha ído la cosa. Una joven tímida, muy sensible, con mirada algo triste, que se ilumina cuando está junto a Gonzalo. Buena estudiante en el colegio St. George e la Moraleja, barrio residencial de las afueras de Madrid. Muy aficionada a la hípica como doña Elena, su madre. Se lleva muy bien con su familia. Adora a su tío, el rey. La conocen en la intimidad por el apelativo de Vic. Su padre, experto en el mundo de la moda, la alecciona de vez en cuando al respecto. Habla correctamente inglés y francés. Le gusta la música y practica ballet.
Gonzalo Caballero tiene un perfil positivo, amante del deporte, bastante culto. Le gusta escribir, aunque se cuenta que rompe casi todo lo que plasma en su ordenador. ¿Versos, quizás, que no se atreve a enseñar a Victoria Federica? Se matriculó en Ingeniería Informática, carrera que no ha podido proseguir por sus compromisos taurinos, aunque pretende terminarla. Tiene dos hermanos, uno que se dedica al diseño y una chica, a la moda. Practica yoga. Su equipo de fútbol ahora es el Atlético de Madrid. Con sus directivos y algunos jugadores mantiene buena amistad. Al "Cholo" Simeone le regaló un capote. Y en la plaza de las Ventas hizo una tarde el paseíllo con un capote de paseo con la insignia del club bordada, que le prestó Miguel Ángel Gil, copropietario de la sociedad rojiblanca. Las ganas de consagrarse como torero llevan a Gonzalo Caballero hasta el punto de enrabietarse a menudo. Dice que los toros son su pasión, un veneno del que no puede evadirse, que le hace experimentar sensaciones únicas.
Si alguien duda de la intensidad de su fuerte carácter, sepa que ya tiene su joven cuerpo señalado por varias cicatrices. Se enfrenta en las redes sociales a los antitaurinos. Y en público no duda en manifestar con vehemencia las posibles injusticias que se cometen en su profesión. En una velada con gentes del toro no se le ocurrió otra cosa a Gonzalo que micrófono en mano, ante la sorprendida audiencia de cerca de dos centenares de invitados, pronunciar su amarga queja con esta alocución: "Tengo cojones para defender mi verdad, porque prefiero morir luchando por la libertad de mis manoletinas que ser preso todos los días de mi vida". Y se quedó tan fresco. Pero ignora el valiente Gonzalo Caballero que las bravuconadas orales de nada sirven: los toreros tienen que demostrar esos cojones... ante el toro. Victoria Federica ya debe saber si continúa su feliz romance con el diestro lo que le toca sufrir. Pero el amor, ya se sabe, no entiende de razones. El corazón es el que manda, según dijo "no sé quién", que debía ser medio filósofo, cuando tanto se repite esa leyenda.