En este desfile de bellezas del cine del destape, en los albores de nuestra Transición, segunda mitad de los años 70, no podía faltar Jenny Llada, tan frecuente en los repartos de películas en las que mostraba sus partes pudendas, y en las revistas frívolas rellenas de desnudos. Llamada Eugenia Llada Cabrera, natural de Madrid (y no de Barcelona como figura en la mayoría de sus biografías), donde nació el 22 de febrero de 1953. Luego acaba de cumplir sesenta y dos años y aún en fechas recientes trabajaba en algunos espectáculos.
Fundamentalmente hay que catalogarla como "vedette" aunque, ocasionalmente, apareciera en comedias teatrales donde no tuvo ya que quitarse tanto la ropa, que era lo habitual en ella. "Nunca me sentí mal estando desnuda ante las cámaras", confesó más de una vez. Estudiaba en un colegio de monjas y concluyó el Bachillerato Superior. Tenía una prima, Verónica Luján, actriz de finales de los 60 muy solicitada por ciertos directores "progres" de la época dado el ambiente desinhibido en el que se movía. Y en cierta ocasión invitó a Jenny a que la acompañara a una productora. Fue allí donde sugirieron a esta última que por qué no se sometía a unas pruebas de fotogenia. Sorprendida al principio, acabó debutando en una película titulada Paranoica, a la que siguió La Inquisición. El principio de lo que iba a ser una larga carrera en el cine de destape y el de terror, y en la comedia musical.
En esos inicios se presentó a un concurso de belleza. La eligieron Miss Madrid y Miss Fotogenia 1972. Inmediatamente después fue modelo para una peluquería. Y ya poco a poco sería reclamada en películas de corte erótico y espectáculos de "music-hall", uno de ellos en la sala madrileña Lido donde compartió cartel con Bibi Andersen (hoy transmutada en Bibiana Fernández). En 1977 formó parte del elenco de ¡Oh, Calcuta!, musical que llegaba precedido de cierto escándalo en los Estados Unidos y en varias capitales europeas. Donde más se lució fue en películas de Andrés Pajares, Fernando Esteso, Antonio Ozores, Juanito Navarro, Arévalo... Con títulos que hoy ya no producirían sonrojo pero entonces eran claves para atraer público a las taquillas: La insólita y gloriosa hazaña del cipote de Archidona, El soplagaitas, Agítese antes de usarla... Otros eran más corrientes: Los chulos, El currante, Los presuntos, Las delicias de los verdes años, Call girl: la vida privada de una señorita bien... Un cine de andar por casa, de comedia frívola, donde Mariano Ozores, como director y guionista resultó ser el más prolífico. Bastantes de esas películas enriquecieron a sus productores.
Jenny Llada fue captada por Lina Morgan, quien la incluyó con un papel destacado en su revista del teatro de La Latina El último tranvía. En la tercera temporada hubo de abandonar la compañía: estaba embarazada. Llevó con mucha discreción sus amores con el padre de la criatura, al punto que nunca se ha sabido quién era, salvo el dato de su apellido, Winkler. De lo que no es difícil deducir que el caballero en cuestión era extranjero o con ancestros sajones. El fruto de aquella relación fue una niña a la que impusieron el nombre de Andrea. Del progenitor sólo podemos subrayar que reconoció a la criatura dándole su apellido. Jenny tuvo más adelante otra relación, en 1993, con un tal Miguel Ángel Calvo. Las revistas de entonces anunciaban un próximo enlace de la pareja, que no se produjo. Ya entre finales de los 90 y el nuevo siglo, Jenny Llada compaginó apariciones en televisión, en series como Periodistas, Los ladrones van a la oficina, Mis adorables vecinos junto a comedias teatrales donde se mostraba ante el público nuevamente ligerita de ropa: 5 lesbianas.com, Seis mujeres desesperadas al desnudo, Sexo en Nueva York...En 2010 estrenó una comedieta de Juanjo Alonso Millán, Cacao monumental.
Le surgió un atractivo contrato en alta mar, actuando con un ballet en un crucero, en el transcurso del cuál se enamoró de uno de los pasajeros, el empresario mallorquín Xavier Benassar. Los meses siguientes los pasaron juntos en aquel 2011 e hicieron planes de boda. Y, como una maldición puesto que ello le había por lo visto ocurrido ya antes como decíamos, el enlace de marras jamás tuvo lugar. Esta vez sí que supimos las razones: Jenny descubrió que su pareja tenía otro amor. Compartía dos señoras. Y como es natural llegó el momento en que fue desenmascarado. Para Jenny fue un golpe muy duro y se desquitó declarando haber sido vilmente engañada. Puso al mallorquín como hoja de perejil. Compuesta... y sin novio. Le ocurrió en la vida real lo que a tantas protagonistas del género revisteril que le daba de comer.
En el verano de 2015 Jenny Llada tomó parte en el "reality show" Pasaporte a la isla, de la cadena Telecinco, prólogo del siguiente, Supervivientes, donde cobraría, según se especuló, diez mil euros al mes. Y en diciembre de 2018 apareció en Ven a cenar conmigo: especial parejas, otro espacio televisivo, que figura entre sus últimos trabajos.