La última gran estrella del espectáculo en los Estados Unidos es, desde hace algo más de un decenio Lady Gaga. Con una proyección internacional, convertida en estrella del pop y ahora asimismo del cine: aspira a un Oscar a la mejor actriz por su película Ha nacido una estrella. No será la primera vez en esta medianoche del domingo 24 al lunes 25 que aparezca en el escenario de estos premios. Ya lo hizo una vez, como invitada para cantar; una segunda, nominada por la canción de un documental, aunque no ganó, y ahora ya compitiendo con actrices más veteranas que ella, puesto que lo suyo es, fundamentalmente, la música. De hecho, hace pocas semanas ya obtuvo un Globo de Oro por el tema central de Ha nacido una estrella. Y, más recientemente, el séptimo Grammy de su triunfal carrera. Dentro del nerviosismo, suponemos, que esa noche pueda tener, cuenta con el aval de la crítica por su espléndido trabajo en el referido filme cuando en septiembre pasado se exhibió en el Festival de Cine de Venecia.
Ha nacido una estrella es ahora un remake dirigido por Bradley Cooper donde Lady Gaga incorpora el papel de Ally, una camarera que abandona los sueños de ser compositora y se conforma con cantar en garitos de poca monta. Hasta que un ídolo del rock la descubre cierta noche y Ally puede alcanzar lo que siempre quiso ser. De alguna manera ello tiene que ver con la propia vida de Lady Gaga y hasta en el hecho de que fuera elegida para esa película. Resultó que Cooper la escuchó interpretar La vida en rosa, aquel éxito de la ya legendaria Edith Piaf, y acertó al darle la ocasión de ser, una vez más, la heroína de ese argumento. Que ya en 1937 fue llevado al cine por Janet Gaynor, en 1954 por la inolvidable Judy Garland, y en 1976 por Barbra Streisand.
Pero, al margen de esta incursión cinematográfica de Lady Gaga, su nombre está asociado al pop rock desde que mediada la primera década de este siglo se iniciara como cantante en pequeños locales neoyorquinos. Su caso tiene bastante similitud con Madonna: dos intérpretes de ascendencia italiana con el denominador común de una desmedida ambición por llegar a lo más alto en el mundo del espectáculo. Y a fuer que las dos lo han conseguido. Madonna, si no en decadencia, ya con sus mayores metas obtenidas, y Lady Gaga en la cima de su profesión con un inmediato futuro sin que nadie pueda desbancarla. Ni la malograda Amy Winehouse, ni Beyoncé, ni Rihanna ni otras espectaculares divas han conseguido desplazarla de su cetro mundial.
Llamada realmente Stefani Joanne Angelina Germanotta cumplirá treinta y tres años el próximo 28 de marzo. Nacida en Nueva York, vivía en una zona de gente acomodada, el Upper West Side, aunque sus padres, cuando ella nació, no nadaban en la abundancia; mas bien de clase baja. Ambos dedicados a trabajos relacionados con la industria telefónica. El padre, hábil en ese menester, llegó a crear una empresa y obtuvo ya superiores ganancias. La madre tenía un fino espíritu cultural e introdujo a la pequeña Stefanoi en el estudio del piano, cuando sólo contaba cuatro años. Conforme iba creciendo ensayaba, entre otras partituras, las de algunas canciones de Bruce Springsteen, aunque su ídolo máximo era Daviw Bowie, del que tenía "pósters" en las paredes de su habitación. Ya con trece años, Stefani compuso su prinera balada, "To love again". Y estrenando su primera juventud fue cuando con banda propia que llevaba por nombre el suyo, Stefani, fue recorriéndose todos los garitos posibles en donde la dejaran actuar.
Acerca de su sobrenombre artístico circulan varias versiones, aunque todas vienen a coincidir en que tienen que ver con el grupo Queen y una de sus canciones, "You are so gaga!". De todas formas, cuantos llevaban su carrera, reunidos a propósito para elegir ese mote, dieron en citar a Radio Ga Ga y, tratándose de una voz femenina, nada mejor que llamarla Lady. Y así quedaría bautizada. El primer representante que tuvo fue su avispado progenitor, quien se llevaba el cuarenta por ciento de las ganancias de su niña.
Lady Gaga tuvo una educación católica, pero con su vida en locales nocturnos de mala nota se fue convirtiéndola en una muchacha malhablada, que lo mismo coqueteaba con chicos que con ocasionales amigas. De ahí que en algunas biografías se sugiera su posible bisexualidad, que luego ha podido comprobarse que ya no era tal. Siempre le gustó escandalizar, para llamar la atención. Y harto es sabido para quienes se han interesado siquiera alguna vez por ella, que es un icono de la comunidad gay. Su característica principal, dejando a un lado su indiscutible talento musical, su formidable voz llena de recursos para no sólo el pop rock, es la creatividad que aporta en sus espectáculos, cuidando las coreografías. Y la ropa que exhibe, cada vez diferente, a estrenar. Bien sofisticada, incluso cutre si va por la calle o a algún evento donde así proceda. Desde luego jamás su presencia pasa inadvertida, y eso, siendo bajita.
Excéntrica, con sus mallas, sujetadores, pelucas, atrevidos escotes, movimientos, gestos y puestas escénicas, Lady Gaga es ya hace tiempo una singular artista, una estrella de las que salen pocas, de tarde en tarde. La prestigiosa revista Time ya la eligió en 2010 una de las cien personas más influyentes de los Estados Unidos. A día de hoy ha vendido 31 millones de álbumes y 150 millones también pero de discos sencillos.
¿Qué ha sido, qué es de su vida sentimental? Amores juveniles los tuvo a puñados. Novios de los de "usar y tirar", si se me permite la expresión. Desde luego, ya más en serio fue su relación con el actor Taylor Kinney, con quien convivió durante el periodo comprendido entre 2011 y 2016. Iban a casarse, incluso la pareja exhibió el valioso anillo de diamantes que el galán le regaló, valorado exactamente en 440.000 dólares. Y, de la noche a la mañana, rompieron el compromiso. ¿Razones? Se veían poco, por los compromisos de uno y otra y cuando lo hacían, se pasaban discutiendo a menudo. En uno de esos arranques de diva que siempre ha tenido Lady Gaga dejó en suspenso la boda. Lo que ignoramos es si se quedó con el anillo o lo devolvió, como en aquella vieja copla del "Rosario de mi madre".
Un año después de tal ruptura sentimental Lady Gaga se emparejó con su "mánager", Christian Carino, de cuarenta y nueve años en la actualidad, dieciséis más que ella. No se trata de un tipo cualquiera pues representa también a Justin Bieber, Miley Cirus, Jennifer López y Christina Aguilera. En uno de esos arranques espontáneos de la estrella, dijo no hace mucho que este año quería casarse con Christian. Y muchos seguidores de la cantante creyeron que en este 2019 se desposaría con él. Mas, como es mujer de imprevistas reacciones, resulta que en la víspera de la entrega de los Óscar se ha sabido que ha roto con Christian y se ha 'enrollado' con Bradley Cooper, su compañero en Ha nacido una estrella, y director asimismo de la cinta.
La fortuna de Lady Gaga ha sido cuantificada en trescientos millones de eutos. Luego lo que se dice en estos casos es que no ha de preocuparse para pagar el recibo de la luz el resto de su vida. Tiene varios "casoplones". Uno, en Los Ángeles, que perteneció a otro excéntrico, Frank Zappa. Y una lujosa villa en Malibú. Colecciona cuadros, objetos de anticuario y rarezas, como algunas piezas que pertenecieron a artistas famosos, como Michael Jackson, del que posee una "chupa" de cuero que él utilizó para el vídeo de la canción "Bad". La propia Lady Gaga, si se desprendiera de sus vestidos, tendría cola de admiradores en pos de algunas de sus extravagantes prendas. A veces se habla, se escribe, más de ella por su "look" que por su voz. Y nos ratificamos de nuevo en que es una estrella, guste a los más modernos, y sea ignorada por otros. Lo que no deja es indiferencia.