Acaba de estrenarse Creed II: la leyenda de Rocky, película que nos devuelve la historia entre dos púgiles feroces interpretados ya hace treinta y tres años por Sylvester Stallone y Dolph Lundgren, en sus respectivos personajes, Rocky Balboa e Iván Drago. El cine consigue efectos sorprendentes, pues en la pantalla no estaba muy definida la complexión de ambos combatientes. Stallone, desde luego con una notable musculatura es en la realidad mucho más bajo que el corpulento Lundgren, que mide cerca de dos metros. Con razón, ahora que este último anda por un montón de países promoviendo Creed II, dado que Stallone, en plan señorito, que para eso produce el filme, ha preferido quedarse en su casa. No es menos cierto que nunca llegarían a pelearse, pues son grandes amigos. Lo que se rumorea, y Dolph no quiere remover, es que en 1985, cuando rodaron Rocky IV, Sylvester cogió un rebote de órdago, pues por lo visto su oponente, en una secuencia, se pasó de la raya y parece le soltó un soplamocos no previsto en el guión.
Cosas del mundo cinematográfico como las que añadiremos aquí, centrándonos en el actor vikingo. Dolph Lundgren es así, de entrada, como "el primo de Zumosol": alguien con quien ir por la calle seguro de que nadie te va a molestar, aunque sean las cuatro de la mañana en un barrio nada recomendable. A su 1,96 metros de estatura y cien kilos de peso, lo que ya apabulla, se une que es cinturón negro de kárate, lo mismo pero en judo, y además fue boxeador aficionado y más tarde maestro en artes marciales. ¡Angelito...! Oiga, no piensen que por eso es un medio tarado mental. Nada de eso: tiene estudios de Tecnología y de Ingeniería Química. Y habla varios idiomas, entre ellos el español, que farfulla lo suficiente para que se le entienda. Lo aprendió durante sus viajes a Marbella, donde tuvo una casa cuando vivía con su primera mujer, de la que ya nos ocuparemos. En este artículo, se entiende.
Nacido en Estocolmo hace sesenta y un años, cumplidos en el pasado noviembre, comenzó en el cine de manera casual, aprovechando sus excepciones condiciones físicas, cuando hallándose en Los Ángeles le propusieron un papelito en A view to a kill, que se conoció aquí como Panorama para matar, de la saga de James Bond. ¿Y saben cómo logró ese cometido? Pues siendo guardaespaldas de la cantante jamaicana Grace Jones, aquella sensual estrella del pop que se deslizaba en el escenario como una pantera (así se disfrazaba y así la contemplamos una noche, sin convencernos mucho su actuación) y a la que habían contratado para ese filme. De paso, "enchufó" a Dolph Lungren, que así se dio a conocer con sus músculos en la pantalla. Fuera de ella, además de proteger a "la Jones", la enamoriscó durante cuatro años. Hasta que en un desliz, suponemos que poniéndole los cuernos, Grace se enteró y con la mala "milk" que atesoró siempre sorprendió a su amante, que se hizo "el sueco", nunca mejor dicho en su caso, mientras lo apuntaba con una pistola. Allí pudo haber acabado la feliz carrera del muchachote, y el asunto se resolvió lo mejor posible: él se hizo el remolón dando por acabada su convivencia.
Tenía muy claro que en adelante sus trabajos tendrían siempre que ver con su físico, razones por la que en cierta ocasión le pareció bien, para ir tirando por la vida, ser portero de una discoteca, con su planta de "gorila" para tal menester. Pululando por los estudios de Hollywood Dolph Lundgren se enteró de una convocatoria para "extras" de una película que iba a protagonizar "un tal Sylvester Stallone". Cinco mil aspirantes acudieron a las pruebas. Nueve meses después Dolph se cruzó casual, o intencionadamente con Stallone, éste se fijó en el cuerpazo del escandinavo, intercambiaron unas breves frases y el peticionario de trabajo obtuvo no un papel de figurante, sino el del contrincante de Rocky Balboa, un púgil soviético llamado Iván Drago, según invención de los guionistas. Eso ocurrió en 1985. Un personaje turbio, violento, que en un combate frente a Apollo Creed le dio tal cantidad de mamporros que no sólo lo dejó KO, sino que acabó con su vida. Han transcurrido treinta y tres años, como decíamos de aquel rodaje. Y en Creed 2 los guionistas pretendían que ese despiadado Iván Drago pudiera redimirse. ¿De qué manera? Obteniendo el perdón de un hijo del boxeador muerto, Adonis Creed (Michael B. Jordan), que ahora subía al cuadrilátero para pegarse precisamente con Víktor Drago, hijo de aquél.
A Dolph Lundgren le pareció bien que en esta última historia (estrenada en España este pasado 25 de enero) su papel fuera menos villano; tampoco un pelele. Mas resultó que al final del rodaje cortaron bastantes escenas en las que precisamente Iván Drago se arrepentía de muchas de sus atrocidades. Lo habló con Stallone y parece ser que llegaron al acuerdo de rescatar algunas de esas secuencias: las que a través del personaje, solicitaba alguna clemencia por su abrupto pasado, en el que había sido expulsado de su país y además, abandonado por su mujer. En la ficción, claro. Entre Rocky IV, ya apuntamos que en 1985, hasta nuestros días, la carrera en el cine de Dolp Lungren ha sido guadianesca, con rotundos fracasos. No obstante su filmografía es extensa, con más de setenta títulos, pero en los que sus papeles eran siempre muy parecidos: de luchas, peleas, exhibición de sus puños... Dolph ambicionaba que le dieran otros donde pudiera lucirse más como actor. Pero en verdad fueron menos las ocasiones que le brindaron en ese sentido, lo que le obligó, por ejemplo en 1987 a posar desnudo para las páginas de Playboy, junto a Grace Jones, en su época feliz de la pareja. A cambio de un sustancioso talón bancario, naturalmente.
Sin embargo en otra ocasión, durante un veraneo, no sabemos si en Marbella o en Bali, las playas que frecuentaba, fue sorprendido por unos "paparazzi" que lo fotografiaron en pelota picada, mostrando sus partes pudendas con todo su esplendor. Y ahí no cobró nada, aunque ganara admiradoras. De algunas de las películas que le dejaron mejor sabor de boca citemos la que rodó en 1991, Soldado universal, junto a Jean Claude Van Damme que encabezaba el reparto. Rivales ambos, pero celosos uno del otro en cuestión de divismo, me contaron que estuvieron muy próximos a pegarse fuera del estudio. Rodó Dolph un video de "fitness" para ganarse algún dinero en una producción propia. También una cinta con el hijo de Bruce Lee, Brandon. Apareciendo en la serie de tres entregas, de Los mercenarios, donde tuvo como compañeros a Sylvester Stallone, Mickey Rourke, Bruce Willis, Van Damme, Chuck Norris y Arnold Scharzenegger. ¡Todos muy formalitos, buenos chicos!
A finales de la década de los 90 y los inicios del nuevo siglo, Dolph Lundgren fue cayendo en la depresión por falta de contratos. Recurrió a la bebida, remedio al que se agarran aquellos que viven e fracaso y el olvido. Consiguió recuperarse hace diez años. Pidió ayuda a Sylvester Stallone. Y así, hasta su reaparición en Creed 2, ha ido sobreviviendo. Hay un detalle en su pasaporte: no se llama realmente Dolph, sino Hans. Guaperas, empezó ganándose la vida como modelo. Sus cabellos son rubios, aunque alguna vez tuvo que raparse la cabeza por exigencias del guión. Sus ojos, color claro, normalmente azules. Toca la batería. En épocas de vacas gordas, coleccionó "Ferraris". Y mujeres, claro. Con una planta como la suya, aunque a veces se diga que parece un armario de ocho puertas, así, cualquiera... Citemos sólo las más importantes de su biografía amorosa, saltándonos a Grace Jones, de la que ya escribimos líneas atrás: Anette Qvilberg, su esposa entre 1996 y 2001. Fue la que compartió con él un piso en Londres y una vivienda en Marbella. Padres de dos hijas, una de veinte años en la actualidad y otra de quince. También figuró en su vida sentimental Paula Barbieri, que había sido amante del jugador de fútbol americano O.J. Simpson, involucrada en el asesinato de la mujer del deportista, Nicole. La noche anterior Paula había estado durmiendo con el sospechoso. Y entre amoríos de quita y pon, en 2012 Dolph Lundgren se emparejó con otra belleza, Jenny Sandersson, con la que continúa residiendo en Los Ángeles.