El 4 de julio del pasado año Gina Lollobrigida cumplió noventa y un años. Aún se aprecia su belleza en su rostro, sobre todo en su eléctrica mirada y en su poderosa sonrisa. Mas quien fuera definida como "La mujer más bella del mundo" por el realizador Robert Z. Leonard, hace ya tiempo que padece la lógica decadencia de quien un día fue una gran diva de la pantalla y que después, enfrentada "a muerte" a Sofía Loren, fue perdiendo puntos en el estrellato. Aun así, se asomó últimamente a la pantalla en 2011, después de una época de breves apariciones como invitada en algunas series de televisión (Vacaciones en el mar, Falcon Crest), refugiándose también en sus trabajos escultóricos y fotográficos. Atrás quedó un matrimonio roto, amores fugaces, con un presente turbio, enfrentada a su único hijo y a su nieto, sobretodo por una embrollada boda por poderes con un joven abogado catalán, Javier Rigau.
La actriz lo conoció en una fiesta celebrada en Mónaco, contando ella cincuenta y siete años y él veintitrés. Se vieron varias veces hasta que el 29 de noviembre de 2010 tuvo lugar esa mencionada unión por poderes en la iglesia barcelonesa de San Vicente, barrio de Sarriá. Gina Lollobrígida no estuvo presente dada la naturaleza de esa ceremonia, recluida en su casa romana, limitándose a firmar un documento ante notario. ¿Cómo es posible que se viera envuelta en ese chanchullo? Diversas circunstancias que serían largo de contar llevaron a la conclusión de la protagonista de Pan, amor y fantasía de que el tal Rigau la había estafado; que esa boda carecía de legalidad, con falsedad documental de por medio, y que el novio lo único que pretendía era acceder al importante patrimonio de la estrella.
Pues, bien: el lío acaba de sustanciarse en la nulidad de aquel extraño matrimonio, nada menos que firmada por el mismísimo Papa Francisco. A las puertas del Tribunal de la Rota, en Roma, Gina Lollobrígida no ha podido contenerse, días atrás, mostrando su felicidad, una vez acabada esta pesadilla, argumentando una vez más que el tal Rigau era un listillo, que se hacía publicidad a costa de ella, presentándose en todas partes como "marido de Gina". Lo que ahora ha quedado comprobado que era absolutamente falso. Gina vive en una suntuosa villa romana, nada menos que en la Vía Appia, por donde transitaran los antiguos emperadores romanos, decorada con gusto, entre tapices, cuadros valiosos, lámparas de cristal de Murano… Tiene un secretario, chófer y administrador llamado Andrea Piazzola, de treinta y un años, con inequívoco aire de chulo. Es su último amante, y lo que es peor: el tipo del que cuentan en Italia puede acabar quedándose con buena parte de la fortuna de la estrella estimada en treinta y seis millones de euros.
Parece ser que este guapo muchacho ya ha podido disfrutar de alguno de los apartamentos del que era dueña Gina y sobre todo de varios automóviles de alta gama, regalo de la actriz a su último amor. En esa situación, la alarma cundió hace ya tiempo en su familia; en realidad su único hijo, Milketto, de sesenta y un años y su nieto, Dimitri. Éstos habían vivido junto a ella en la enorme casa de Vía Appia, pero en vista de que deseaban incapacitarla, aludiendo en sus demandas que no estaba en plenas condiciones mentales para administrar su fortuna, "la Lollo" contraatacó echándolos de la villa. En ese proceso intervinieron abogados; también presencias judiciales.
La estrella tuvo en su infancia y adolescencia momentos crudos y difíciles cuando su padre, carpintero, se arruinó y la familia hubo de instalarse en Roma en medio de la pobreza. Dormían seis en una sola habitación. Gracias a su belleza pudo ganar sus primeras liras como actriz de fotonovelas (al igual que su "enemiga" Sofía Loren se inició con aquellos "fumetti"). Debutó en el cine con un papelito pero el trampolín a la popularidad lo constituyó su participación en el concurso de Miss Italia de 1947. No ganó, quedó en tercer lugar (la elegida fue Lucía Bosé, y segunda Gianna María Canale) mas su inmediata presencia en el cine italiano le sirvió para iniciar una fulgurante carrera. En aquel certamen, por cierto, también tomó parte Eleanora Rossi Drago (descalificada por estar casada y ser madre de familia) y no llegó a la final Silvana Mangano. Un quinteto bellísimo que triunfó en las carteleras cinematográficas de los años 50.
Gina se enamoró a finales de la década de los 40 de un atractivo doctor esloveno, Milko Scofic, con quien contrajo matrimonio en 1949. De los celos que empezó a experimentar el galeno cuando percibió que su mujer desplegaba sus encantos en público y él se sentía disminuido socialmente, pasó a ponerle los cuernos directamente. Con algunas de sus propias pacientes. Y "la Lollo", con ese genio que siempre tuvo se divorció sin contemplaciones. Y en adelante, sin abandonar la educación del hijo de la pareja, al que envió a estudiar fuera de Italia, ya no tuvo el pudor de antes y vivió numerosos episodios sentimentales. Puede que Gérard Philippe fuera el primero de sus compañeros de cine que más la ilusionó cuando rodaron juntos Fanfán la Tulipe. Después fue pareja de Tyrone Power (el padre de Romina) en Salomón y la reina de Saba. La película se filmó en los estudios Sevilla Films, de Madrid y en una de las escenas de lucha Tyrone fue fulminado por una angina de pecho y murió. Circuló un chiste macabro: "Tyrone ha muerto en el pecho de una Gina". Los productores hubieron de enfrentarse al dilema de destruir las escenas del fallecido astro de la pantalla y sustituirlo por Yul Brynner. Gina Lollobrígida me contó algunas de las confidencias que le hizo el galán norteamericano: "Me confesó sentirse muy cansado durante aquel rodaje. La última vez que crucé una mirada con él en el estudio fue diez minutos antes de que cayera al suelo, cuando sufrió el ataque mortal. Lo sentí mucho pues conmigo se portó muy bien siendo todo un actor veterano de fama mundial".
Hubo otros galanes que, al menos en el cine, la tuvieron entre sus brazos y quién sabe si alguno de ellos también lo hizo en privado: Vittorio Gassman, Burt Lancáster, Tony Curtis, Frank Sinatra, Rock Hudson, Sean Connery… Elimínense los casos de Burt y de Rock, a los que les iba más la compañía masculina. Y en sus correrías por España, país que frecuentó mucho Gina Lollobrígida, lo que a mí me permitió entrevistarla en más de media docena de ocasiones, fuimos testigos de la pasión que sentía hacia Antonio Gades. También por "El Güito". Le fascinaba el flamenco. Y los toreros: Miguelín, fue uno de los que participó de la intimidad con la estrella. "He tenido muchos amantes, quizás demasiados", confesó en una entrevista. Christian Barnard, el doctor que realizó los primeros trasplantes de corazón, quiso conquistarla. Ella se dejó, hasta darse cuenta, como me contó, que el famoso cirujano lo que deseaba era aprovecharse de ella con fines publicitarios.
Ya apuntábamos que la celebridad de Gina Lollobrígida se fue apagando en la década de los 70. La encontramos más de una vez con un equipo de cámaras fotográficas. Retrataba a sus compañeros de rodaje. Y a personajes como Fidel Castro, que le concedió una larga audiencia para posar ante las cámaras de su bella invitada en La Habana. De una selección de sus trabajos surgió su libro fotográfico Italia mía. En 1999 hizo intentos de debutar en la política, postulándose para concurrir a las elecciones al Parlamento Europeo. No encontró los votos que se lo permitieran. Diva por encima de todo. Armaba follones considerables, disconforme con los directores, o echaba a los fotógrafos por cualquier excusa, aduciendo que ella tenía uno en particular. Algo amargada en los últimos años, Gina Lollobrígida ya es ayer. Y tristemente esta postrera etapa de su vida le está pasando factura por no haber encontrado la estabilidad sentimental que necesitaba.