El actor Jackie Chan confiesa en sus memorias algunas de las facetas más oscuras de su personalidad. La estrella de cine china, que habitualmente interpreta papeles bonachones, explica en Never Grow Up sus experiencias con el alcohol, la ludopatía, sus infidelidades y hasta algunos episodios violentos de su vida.
La mayor estrella internacional china, que ha tenido largometrajes de éxito incluso en EEUU, asegura que no supo gestionar la llegada de la fama. "Llevaba encima muchísimo dinero en efectivo porque, tras haber vivido en la pobreza, me proporcionaba una falsa sensación de seguridad", confiesa.
Además, desvela que estrelló "un Porsche por la mañana y un Mercedes esa misma noche", en referencia a sus problemas con el alcohol.
También relata sus numerosas infidelidades a su esposa Joan Lin, muchas veces con prostitutas. De su mujer revela que "escondía el dinero de ella porque llegué a pensar que era una cazafortunas". "No he sido un buen padre ni un buen esposo, pero por lo menos creo que acabé compensándoles con el paso del tiempo", asegura.
No obstante, lo peor es el día que, en plena discusión con su mujer, lanzó a su hijo Jaycee al suelo cuando éste solo era un bebé. "Me portaba muy mal y pienso que todo se remontaba a mis propias inseguridades infantiles, al hecho de que los niños ricos siempre me despreciaban".
Chan, que no sabe leer ni escribir por proceder de un hogar muy pobre, asegura que su tarjeta a día de hoy no tiene firma porque ni siquiera sabe escribirla.
Sus hijos han pagado el pato del mal comportamiento de Chan, tal y como él mismo reconoce. Jaycee, que ahora tiene 36 años, fue condenado a seis meses de cárcel en 2014 por un delito de drotas. La menor, Etta, que fue fruto de una de esas infidelidades, ha rechazado a su padre tras reprenderle éste por su lesbianismo, llegando a vivir en la calle durante un mes tras haber sido expulsada de casa.