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Vicky Lagos tuvo que ocultar que era la hija de Vittorio de Sica

Brilló en el género de la revista musical, entre la década de los 50 y 60 para convertirse después en una eficaz intérprete dramática y cómica.

Brilló en el género de la revista musical, entre la década de los 50 y 60 para convertirse después en una eficaz intérprete dramática y cómica.
Vicky Lagos | Cordon Press

Este último verano la actriz Vicky Lagos ha cumplido ochenta años. Siendo una importante figura de la escena su nombre ya parece desvaído, sin que nadie la recuerde. Pero brilló, primero en el género de la revista musical, entre la década de los 50 y 60 para convertirse después en una eficaz intérprete dramática y también, aunque menos, en la comedia. Nos merece la pena rescatarla del olvido, cuando ya lleva tiempo retirada del mundo artístico. Llevó dentro de sí muchos años el secreto de ser hija natural del gran Vittorio de Sica, como si fuera un estigma, pues la inscribieron con otros apellidos en el Registro Civil: los de su padre adoptivo.

Es una historia romántica, como tantas otras que a menudo sirven para infumables melodramas o culebrones televisivos. Eso le sucedió a Mimí Muñoz, de una dinastía de actores encabezada por su padre, al que siempre se le nombraba anteponiéndole el tratamiento de don. De don Alfonso Muñoz adquirió Mimí una notable afición artística y sería, con el tiempo, muy reconocida por sus propios compañeros de profesión, por su acreditada vis cómica. A Mimí, cuando se inició la guerra civil, su padre decidió enviarla a Italia, evitándole así ser testigo de la tragedia entre 1936 y 1939. Durante ese periodo, mientras hacía papelitos en el teatro y el cine en Roma conoció en una fiesta al entonces galán Vittorio de Sica, con el tiempo protagonista de inolvidables películas (también excelente realizador) sobre todo en la época del neorrealismo. Vittorio siempre fue un hombre dominado por dos pasiones: el juego y las mujeres. Se arruinaría varias veces y tuvo como amantes a hermosas señoras, aun estando casado y siendo padre de una hija, fruto de su matrimonio con Giuditta Rissone, a la que fue infiel a menudo, y de la que se separó para unirse a la actriz catalana María Mercader, con quien tuvo dos varones.

Mimí Muñoz vivió esos años de la guerra española encandilada ante el seductor Vittorio de Sica, en la creencia de que, si no podía llevarla al altar, al menos se irían a vivir juntos. Sobre todo cuando fruto de esa intensa relación vino al mundo la pequeña Victoria, Vicky en adelante. Quienes hayan visto alguna comedia de Vittorio de Sica lo identificarán en seguida con un conquistador impenitente, parlanchín y adulador. En la vida real tenía buena parte de esas características. Pero Mimí se cansó de las promesas de su amor italiano. Permaneció no obstante en Roma varias temporadas, rodando algunas películas dirigidas por Edgard Neville. Conocería, ya en España al doctor Goyanes, con quien contrajo unión canónica, de la que nacerían las hermanas Mara, María José y Conchita, brillantes actrices. Y Vicky fue adoptada por el doctor, dándole su apellido, por lo que en su carné de identidad figuraría a partir de entonces como Amelia Victoria Goyanes Muñoz. Se llevó siempre bien en familia.

Aunque nunca dijo a qué edad se enteró de que no era hija biológica del doctor, sino de uno de los más populares actores del cine italiano. En los ambientes artísticos madrileños ese secreto se conoció, tal vez a partir de la década de los 60, aunque en la prensa de la época jamás se mencionó. Probablemente la propia Mimí Muñoz sería la que al principio confió a alguien de su entorno quién era verdaderamente el padre de Vicky. De alguna manera, pensamos, a ésta debió afectarle en un principio saber quién era su progenitor. Por lo menos, la sorpresa de una niña al saber que su padre biológico… no era el doctor Goyanes.

¿Cuándo conoció Vicky a su verdadero padre? Tampoco ella ha dado nunca detalles. Gracias a las memorias de María Luisa Merlo pudimos saber que Vicky (que se convirtió en su madrastra como luego explicaremos) viajaba de vez en cuando a la capital italiana, se hospedaba en una pensión regentada por una tal señora Faticati, quien corroboró ese dato, añadiendo que el señor De Sica acudía allí para ver a su hija, sacarla de paseo, mostrándose siempre muy cariñoso con ella. Nunca quiso desentenderse de sus deberes como padre en lo concerniente a pasarle una pensión a Mimí Muñoz. Además, proporcionó al parecer a Vicky la oportunidad de aparecer en alguna de sus películas. Lo que no hizo fue darle sus apellidos ni aceptar públicamente que Vicky era hija suya. Le hubiera traído complicaciones con su esposa legal. La relación entre Vittorio de Sica y Vicky no podemos fijarla hasta cuánto duró. Sí, al menos, hasta que fue mayor de edad y ésta pudo valerse por sí misma.

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Desde luego la prensa italiana ignoraba esa hija de De Sica fuera de su matrimonio. Y cuando ya casada Vicky con Ismael Merlo (padre de María Luisa, antes mencionada) el hijo de esta pareja, David, bailarín profesional, hizo unas declaraciones en un programa de la televisión italiana diciendo ser nieto de Vittorio de Sica, todos los medios periodísticos se hicieron eco y recogieron también las declaraciones de uno de los dos hijos del actor y director, Christian de Sica, en el sentido de que nada sabía de ese parentesco por lo que no podía considerarse hermano de David Merlo. A la madre de éste, Vicky, no le debió hacer gracia esa comparecencia televisiva de su hijo. Vicky Lagos siempre fue una mujer discreta, que nunca quiso aprovecharse publicitariamente del apellido De Sica.

Usó ese apellido artístico, Lagos, con el que se dio a conocer en la década de los 50 como actriz de revistas musicales, triunfando en "Te espero en Eslava" y otros espectáculos, luciendo un físico espectacular: rostro agraciado, prominente busto y largas extremidades inferiores. Celia Gámez la contrató como segunda "vedette". En el cine no tuvo intervenciones sobresalientes, a partir de su afortunado debut en 1957 con "Las muchachas de azul". Sería mucho más adelante, en el teatro dramático, donde gozó de más oportunidades: "La salvajes de Puente San Gil", "Fortunata y Jacinta", "Doña Rosita la soltera", "Luces de bohemia"…

Si tuvo algunos pretendientes nunca sus nombres fueron publicitados. Hasta que llegó a su vida el que puede considerarse su gran amor, un extraordinario primer actor, galán en sus buenos tiempos, el valenciano Ismael Merlo. Se casaron en 1973 y constituyeron una pareja bien avenida, hasta que la muerte de él en 1984 dejó viuda a Vicky Lagos. Se reincorporó al teatro pasado cierto tiempo, para representar su última función a principios del nuevo silo XXI, en una reposición de la primera obra teatral de Buero Vallejo, "Historia de una escalera". En televisión había intervenido en 1998 en la serie "El súper", medio en el que hizo su último trabajo en 2007 en otra serie popular, "Como el perro y el gato", con Arturo Fernández. Desde entonces, Vicky Lagos, ya retirada, ha llevado una vida sencilla, lejos de los focos, y así ha cumplido el pasado 23 de junio sus ochenta años. Una actriz ejemplar y una mujer que ha sobrellevado toda clase de problemas muy dignamente.

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