Se estrena muy pronto la película El escándalo Ted Kennedy, que originariamente en los Estados Unidos aparece titulada Chappaquiddick. Este es el nombre de un lugar que ningún norteamericano que haya cumplido sesenta años habrá olvidado. Está directamente relacionado con la trágica muerte de una muchacha de veintiocho años, Mary Jo Kopechne, amante del menor de los Kennedy, al que se consideró culpable del suceso: huyó, presa del pánico, en tanto el coche en que viajaban se hundía en una laguna, con el cuerpo dentro de la infortunada joven. El senador, había conseguido salvarse. Grotesca y escandalosa fue la pena a la que lo condenaron; no obstante, sus posibilidades para llegar a la presidencia de los Estados Unidos fueron ya inútiles, por mucho que lo intentó en dos candidaturas. Era un episodio más en la historia negra de los Kennedy, una familia marcada por el poder y la desgracia.
¿Qué ocurrió, realmente, aquella noche del 18 de julio de 1969, eje argumental de la película que ahora ve la luz? Edward Kennedy, a quien familiarmente se le llamaba Ted, asistía a una fiesta en una mansión de verano, de las muchas propiedades inmobiliarias que poseían los suyos. Se trataba de agradecer a un grupo de chicas el apoyo que habían mostrado un año antes a Robert (Bob) Kennedy en su campaña presidencial como candidato a la Casa Blanca, frustrada por su asesinato a manos de un maníaco pistolero. Serían las once de aquella noche cuando Ted abandonó la fiesta en compañía de una de aquellas seis chicas, Mary Jo Kopechne. Testigos de la velada asegurarían que el senador estaba visiblemente bebido. Se puso al volante de su coche, un Oldmobile Delmont 88 teniendo a su vera a quien era esos días su penúltima amante. La intención de la pareja era dirigirse hacia un cercano hotel, donde Mary Jo había reservado previamente una habitación doble. Como sus dos hermanos mayores, John y Robert, Edward era también un impetuoso aventurero, sin importarle siquiera entonces la situación de su esposa, Virginia Bennett, que esperaba un hijo. El coche de Ted se dirigió por un camino de tierra en medio de la oscuridad de la noche. De pronto, la débil consistencia de la madera del puente no soportó el paso del vehículo, cayendo al fondo de una laguna, en un sitio conocido como la isla de Chappaquiddick.
Ted logró salir a la superficie, no así Mary Jo, atrapada en su asiento, mientras que el coche siniestrado se hundía lentamente. Parece que Ted volvió a la casa donde seguía celebrándose la fiesta en busca de ayuda, lo que no acabó de aclararse. Sí se confirmó que no pidió auxilio a ninguna autoridad marítima de la zona, como tampoco denunció el accidente en los primeros momentos, ni en las horas siguientes. El cuerpo sin vida de Mary Jo Kopechne fue rescatado ya al día siguiente: había fallecido por asfixia, que no ahogada, en una angustiosa agonía que pudo durar entre una y tres horas. De haber procedido a sacarla de las aguas nada más ocurrido el accidente es más que probable que hubiera salvado la vida. Pero Ted Kennedy no hizo nada por ayudarla en su irresponsable huida.
Dada la trascendencia de su apellido en la vida política norteamericana sus abogados consiguieron del juez encargado del caso, pocos días más tarde del suceso, que a Edward lo condenaran, como culpable de homicidio por imprudencia, sólo a dos meses de cárcel, que no cumplió dada la irrisoria pena, y a la retirada de su carné de conducir durante medio año. A la familia de la desventurada víctima, de condición modesta, la indemnizaron con noventa mil dólares, por parte de Ted, y noventa mil, que les pagó el seguro del coche del senador. Los Kopechne no quisieron comentar la causa de la muerte de Mary Jo, de la que se especuló que pudiera estar embarazada, ni demandaron a Edward Kennedy, admitiendo lo que éste declaró ante las cámaras de televisión: que fue un involuntario accidente. Nunca se refirió a que había omitido socorrer a su amante.
A partir de entonces la carrera política del senador por Massachusetts vio truncado su sueño de ser Presidente de los Estados Unidos, como había sido su hermano John (asesinado en 1963) y como no había podido lograr tampoco su otro hermano, Robert, caído asimismo por las balas disparadas por un palestino a las puertas de un hotel de Los Ángeles. Presentó Ted su candidatura en 1980, siendo derrotado, al igual que ocho años después. La tragedia de Chappaquiddick aceleró la muerte de su padre, el longevo cabeza del clan, fallecido sólo diez días más tarde. La esposa de Ted perdió el hijo que esperaba, y con el escándalo de su marido optó por divorciarse. La pareja hacía tiempo que se tambaleaba por culpa de las repetidas infidelidades de su adúltero esposo. Tenían tres hijos. Pasado un tiempo, él contrajo un segundo matrimonio en 1992 con Victoria Reggie, con quien no tuvo descendencia.
Edward Kennedy, sin perder su condición de senador, falleció el 25 de agosto de 2009 víctima de un cáncer cerebral. Cuando apuntábamos al principio que la tragedia de Chappaquiddick no se ha olvidado en los Estados Unidos se debe no sólo a la memoria de los que tienen muy presente aquella cobarde y miserable reacción del conocido político. Es que ha contribuido mucho también a que no se borre de la mente la publicación de una novela, Agua negra, aparecida en 1992, escrita por Joyce Carol Oates, cuyo argumento, sin citar los nombres de sus protagonistas, era exactamente el mismo de aquella tragedia, muy fácil de identificar a éstos. Por si fuera poco en el pasado mes de mayo una cadena de televisión estrenó una serie de siete capítulos, "Cover-Up", evocando los pasajes de aquella luctuosa noche. A lo que ahora se suma la película "El escándalo Ted Kennedy", cuando han transcurrido cuarenta y nueve años.