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Los líos de faldas y mil problemas del rebelde Gérard Depardieu

Al gran Gérard Depardieu le ha precedido siempre su fama de alcohólico mujeriego.

Al gran Gérard Depardieu le ha precedido siempre su fama de alcohólico mujeriego.
Depardieu | Cordon Press

Se ha divulgado recientemente que una joven de veintidós años demandó en el pasado mes de agosto al popular actor francés Gérard Depardieu "por agresión sexual y violación". Se da la circunstancia de que la demandante, joven actriz, es hija de un matrimonio amigo de Gérard; éste, a través de su abogado, declaraba ser inocente. Los supuestos hechos se produjeron en una de las viviendas que Depardieu posee en París, entre los días 7 y 13 de agosto, adonde iba dicha joven, cuyo nombre no se ha revelado, para recibir lecciones de interpretación. Como es natural, habrá que esperar la decisión del juez que atienda el caso.

Gérard Depardieu tiene mala fama por culpa de su vida disoluta, sus encuentros con la policía, causados por su conducta violenta y su adicción alcohólica. Además, sus líos falderos le han ocasionado problemas a lo largo de su vida, cuando faltan pocos meses para que cumpla setenta años. Hablando de esas circunstancias, el actor fue muy sincero conmigo cuando estuvo en Madrid por última vez, confesándome: "He tenido una infancia y una adolescencia libres, ciertamente. Porque yo procedo de la calle. Lo que ocurre es que luego ustedes, los periodistas, han hinchado la leyenda. Procuré no obstante canalizar mi vida gracias a mis estudios de literatura clásica y mis trabajos con directores de la talla de Bertolucci, Resnais, Truffaut, Ferreri…".

Siempre la excusa de los mensajeros. Pero ciertas noticias relacionadas con Gérard Depardieu no creemos fueran manipuladas. Por ejemplo: en cierta ocasión fue detenido en la capital francesa por conducir completamente embriagado. O cuando en Florencia pegó un cabezazo a un reportero y después insultó a unos inspectores de trabajo. Sin olvidarnos de otro incidente durante un vuelo aéreo desde París a Dublín armando una gorda introduciéndose en la cabina y orinando ante la mirada atónita de los pilotos.

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Depardieu en la actualidad | Cordon Press

No pensaba ser actor en su juventud. Fue tirando gracias a esporádicos trabajos, el último de impresor. Unos cursos de arte escénico a los que se inscribió lo llevaron a debutar en 1965 en un cortometraje. Después, una película de Margarita Duras, quien influyó bastante en el futuro de Gérard. Entre los años 70 y 80 se consagró como el mejor pagado de los actores galos gracias a sus colosales interpretaciones en Los rompepelotas, El último metro, La mujer de al lado, Matrimonio de convivencia, El Conde de Montrecristo y sobre todo Cyrano de Bergerac, cuyo papel protagonista lo hizo en verso, siguiendo la versión original. Luego, para grandes y chicos, al personificar a Obélix, en Astérix aumentó si cabe su extraordinaria notoriedad. Para algunos de esos papeles hubo de engordar. Me recordó esto cuando lo entrevisté: "Marco Ferreri me hizo aumentar veinticinco kilos para rodar La última mujer. Tenía tan descomunal tripa que casi no me veía los pies".

Citada Cyrano de Bergerac, la productora del filme lo invitó a desplazarse a Los Ángeles encabezando la delegación francesa al estar nominado al "Oscar" en el apartado de mejor película extranjera. En vísperas del evento el protagonista fue entrevistado por un redactor de la revista Time. Debió ser un equívoco lamentable, mas lo cierto es que se publicó una frase en la que se atribuía a Depardieu, lo siguiente: "He ayudado a la violación de unas niñas". Cuando éste leyó tal cosa, enfurecido, protestó a la dirección de Time. Insistió en que él había dicho que "presenció una violación", no que ayudara a ninguno de su pandilla, siendo adolescente, a tal abuso sexual. Pero la publicación se negó a rectificar sin tener en cuenta su más que posible error de traducción, del francés al inglés, y Depardieu pagó muy caro aquel incidente. Siendo el favorito para el "Óscar", no lo consiguió. Ello le hizo desistir de "hacer carrera" en Hollywood. Y, además, varias entidades femeninas lograron en una ruidosa campaña en los medios desacreditar para siempre en Norteamérica al galardonado actor francés, que entre otras distinciones está en posesión de la Legión de Honor.

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En Los rompepelotas (1974) | Cordon Press

¿Y cuál ha sido la vida íntima de nuestro buen amigo? Pues la de un seductor constante que se ha acostado con un montón de mujeres aunque él me negara cualquier nombre. Simplemente me dijo admirar a muchas féminas como aparte de Margarita Duras, la cantante Bárbara y Jeanne Moreau. Se refería sin duda a la identidad artística de ellas, pues no lo imaginé poniéndole los cuernos a Yves Montand sabiendo que era uno de sus actores favoritos, junto a Paul Meurisse y Michel Píccoli. Sabemos desde luego que en 1992 se enrolló con una tal Karine Sylla; que entre 1997 y 2006 convivió con la atractiva Carole Bouquet, pero que no quiso casarse con ninguna de las dos. Ya lo estuvo por una y única vez con la actriz Elisabeth Guignot durante los años 1971 y 1996. Dos hijos tuvieron, uno de ellos Guillaume nacido en 1971 que murió en 2008 a consecuencia de una neumonía. De otras uniones fue padre en dos ocasiones más. En la actualidad su pareja es Clémentine Igou, a la que conoció en 2005.

Gérard Depardieu es un pintoresco personaje, algo atrabiliario que, escándalos aparte podría ser definido como "un bon vivant". Si pesa más de la cuenta es por su inmoderada pasión culinaria. "Gourmet" y "gourmand" a la vez. No nos extraña que le encargaran un libro de recetas, que escribió con verdadero deleite. Aficionado a degustar el buen vino adquirió una bodega en la Ribera del Duero, aunque a día de hoy desconocemos si la mantiene. Hace cuatro años hizo unas declaraciones al respecto apuntando que el vino era su bebida favorita, al punto que ha llegado a beberse doce botellas diarias durante una temporada. Nos parece elevada esa cifra, pero una de las hijas del actor diría no hace mucho que no le extrañaría enterarse algún día que su padre había sucumbido, víctima del alcohol.

Dispuesto siempre a enfrentarse con quien no estuviera de acuerdo decidió en 2013 renunciar a su nacionalidad francesa. Primero, se fue a vivir a un pueblo belga lindando con la frontera gala. Para finalmente solicitar un pasaporte ruso, que le entregó en mano el mismísimo Putin. Se nacionalizó ruso argumentando que el entonces presidente Hollande dictaminó elevar el porcentaje de impuestos a los más ricos.

Depardieu estaba en esa lista preferente y debía satisfacer al Fisco el setenta y cinco por ciento de sus ganancias, cuando en Rusia sólo iba a pagar el trece.

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