La estancia de la Familia Real casi al completo en Palma de Mallorca está acaparando gran parte de los esfuerzos de la crónica social española este mes de agosto. Al fin y al cabo, allí se han reunido casi todos, si bien con una sonada excepción: la del rey emérito Juan Carlos, hasta ahora el más asiduo de todos a la isla debido, fundamentalmente, a sus competiciones de vela.
Ahora que está libre de obligaciones, la presencia de Juan Carlos parecería obligada, pero apenas dos días antes del inicio de la temporada de descanso, tuvo que desmarcarse por uno de sus habituales problemas médicos.
Así lo declaró Don Felipe a la prensa, señalando a los medios de comunicación congregados en el Palacio de la Almudaina de Palma, con motivo del inicio de sus vacaciones, que su padre estaba "fastidiado" .
No obstante, El Programa del Verano ha revelado el lunes lo obvio: aunque se quedase solo en Madrid, el Rey emérito no iba a estarse precisamente quieto. Y efectivamente, fue descubierto en una agradable cena con amigos en un restaurante de lujo de la localidad de Torrelodones.
El Trasgu, con unas vistas privilegiadas a las Torres del Business Area de Madrid, goza una agradable terraza al aire libre donde el Rey disfrutó de una ensalada de burrata y una botella de vino de sesenta euros.
La compañía era de excepción, como no podía ser menos: el exministro Javier Solana y su mujer Concepción Jiménez; el empresario Plácido Arango y su esposa, la escultora Cristina Iglesias... y la empresaria Alicia Koplowitz, con quien Juan Carlos volvió a demostrar su buenísima sintonía.
El Rey emérito y Koplowitz hablaron y rieron, y según Marisa Martín-Blázquez, Don Juan Carlos le llegó a decir a ésta: "Nos necesitamos". En ningún momento parecía afectado por algún dolor o dolencia, al margen de las que ya le conocemos al Rey emérito.