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Françoise Hardy sigue casada con Jacques Dutronc... que vive con otra mujer

La cantante de “Todos los chicos y chicas” reaparece tras vencer un cáncer que pudo acabar con su vida.

La cantante de “Todos los chicos y chicas” reaparece tras vencer un cáncer que pudo acabar con su vida.
Françoise Hardy | Cordon Press

La música nos lleva en múltiples ocasiones a fijar buen número de recuerdos. Por ejemplo cuando en 1962 una cantante francesa absolutamente desconocida en España, Françoise Hardy, se hizo aclamar en toda Europa con una superficial balada, "Tous les garçons et les filles" que, sin embargo, significaba uno de los primeros intentos de reclamar atención a una juventud, hasta entonces un tanto desplazada en la sociedad. "Todos los chicos y chicas" estaba escrita y compuesta por la propia intérprete, que dio lugar junto a otros casos de que se acuñara el término cantautor. Casi seis décadas después, este mujer otrora de guedejas rubias y ahora cenicientas, ha reaparecido después de una durísima etapa: seis años en los que luchó entre la vida y la muerte hasta salir airosa de un cáncer linfático. Su vuelta a la canción ha constituido un acontecimiento artístico en Francia, donde la que entonces fue considerada primera estrella del pop galo acaba de presentar un nuevo disco, "Perdonne d´autre", con temas propios en los que se detiene en sus textos citando al amor, el sexo, el primer hombre de su vida, el feminismo… y la muerte. Porque hace tres años, sometida a un severo tratamiento de quimioterapia creyó que sus días estaban contados.

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Lejos ya aquellos años en los que incluso participó en el Festival de Eurovisión, año 1963, como representante de Mónaco, lo que no dejaba de extrañar siendo francesa, con la melodía "L´amour s´en va". Y se convirtió en una de las primeras chicas "ye-yés". La que en Londres estrenó las minifaldas de Mary Quant. Quien era admirada por Los Beatles y los Rolling Stones. Hasta Bob Dylan se prendó de ella dedicándole un poema en la contraportada de su álbum "Another side of Bob Dylan". Aparecía regularmente en la revista más divulgada entre la juventud francesa: Salut les copains. Donde los reportajes siempre estaban protagonizados por los mismos: aparte de Françoise, Adamo, Johnny Hallyday naturalmente, su entonces mujer Sylvie Vartan y otros conocidos cantantes galos. Unos años en los que la Hardy también probó suerte como modelo y actriz cinematográfica. Primero sería Roger Vadim quien la eligió para su película Un castillo en Suecia, basada en un relato de Françoise Sagan, entonces también muy de moda. Posteriormente, con argumento de Woody Allen, apareció fugazmente en ¿Qué tal, Pussycat? y luego en Gran Prix. En esa mitad de los 60 un vasco afincado en París, que se hacía llamar Paco Rabanne (había transformado su apellido real, Rabanera) firmó una serie de vestidos metálicos, que exhibió en las revistas y pasarelas Françoise Hardy. Entonces se había enamorado de Jean-Marier Périer, fotógrafo exclusivo de Salut les copains, quien lógicamente la retrataba a todas horas. Un día, éste le presentó a un cantante gamberro, peinado con flequillo, alto y delgado, que jugaba a cachondearse de cuanto podía y le dejaban: Jacques Dutronc. Le fue bien en la canción provocativa que lideraba y así también probó con buena suerte en algunas películas. A Françoise la idolatró en seguida. Le compondría temas como "Partir quand même". Y el último fue "Puisque vous partes en voyage". Fueron unos locos enamorados. Périer no se dio cuenta de quién le presentaba a la Hardy.

Françoise Hardy y Jacques Dutronc formaron una sólida y rara pareja a partir de 1967. De caracteres muy opuestos, aunque les uniera algunas cosas, como una feroz independencia, sin importarles el qué dirán. Él siempre fue más partidario de las extravagancias. Porque ella, cuando comenzó a darse a conocer como cantante era un ejemplo de la tristeza, una musa de la melancolía. Había estudiado Ciencias Políticas, Literatura. Sus canciones reflejaban sus problemas íntimos, de orfandad. Pero ella no hablaba apenas de su infancia y adolescencia. Su padre no ocultaba su homosexualidad; su madre murió en tristes circunstancias, ayudada por quienes le practicaron la eutanasia. Estudiante en un internado religioso, al salir se la veía casi siempre distante. La recuerdo en uno de sus viajes a Madrid. Me senté a su lado y no dejé de fijarme en sus ojos tristes. Ni parpadeaba, ni se esforzaba en dibujar una mínima sonrisa. Su vida con Jacques Dutronc fue cambiado poco a poco hasta dejar de ser esa mujer introvertida del pasado. Lo que no abandonaba era su pasión por la astrología y su amor hacia los gatos, esto último parece ser que muy usual en personas solitarias.

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Jacques Dutronc y Françoise Hardy | Cordon Press

Reconozcamos que en España ni ella ni la mayoría de los cantantes franceses tuvieron alguna repercusión a partir de los años 70. Atrás sí, habían quedado memoria de los míticos cantautores, desde Jacques Brel (que era belga), Brassens, Aznavour, Bécaud y la pandilla ya antedicha de Salut les copains. Así que, respecto a Françoise Hardy sólo nos quedó para el recuerdo su ya traída y llevada "Todos los chicos y chicas". Francia, siempre adoró a sus ídolos, aunque ella ahora dice que no desea ser tratada como tal. Pero en 2008 publicó sus memorias, La desesperación de los simios… y otras bagatelas, que aparecerían traducidas al español el pasado año. Por sus páginas desfilaban sus primeros amores, sus desilusiones, la serenidad con la que enfrentaba la muerte, sobre la que ahora ha reincidido: "Lo que me da miedo es el sufrimiento. Y lo que ha sido mi vida y lo sigue siendo es la canción".

Afrontaba ya en sus memorias ese inevitable paso del tiempo, la pérdida de la juventud y con ella la belleza. "A partir de cierta edad –concluye- el sexo es cosa del pasado. La libido disminuye". Jacques Dutronc sigue siendo, legalmente, su esposo. Con quien contrajo matrimonio en 1981. Nunca ignoró ella que la engañaba con la primera que le llamara la atención. Pero ninguno de los dos le dio importancia a ello ni sintió celos. Ambos aceptaron esa situación como algo normal. Jacques se emborrachaba a menudo, llegaba a casa en deplorables condiciones. Y Françoise pareció comprenderlo. Hasta que, sin romper ese vínculo marital, él se marchó a Córcega con su actual pareja, Silvie Duval. Con frecuencia, Jacques y Françoise mantienen contacto por medio de los correos electrónicos. No olvidemos que tienen un hijo en común, Thomas, que ha heredado las aficiones paternas: es guitarrista y compositor. Está más unido a su madre que a su padre. Éste, por lo contado, sigue viviendo su vida.

En diciembre pasado murió Johnny Hallyday, como es harto sabido. Jacques Dutronc y Françoise Hardy eran muy amigos, de los viejos tiempos. No acudieron a sus honras fúnebres. La prensa francesa especuló sobre la causa de tal ausencia. Según Dutronc, porque temía enfriarse en la Madeleine, cuando en esos días graba un disco. Naturalmente era una excusa insostenible. Más fácil es saber que en pasado años estuvo liado con Laetitia, la última mujer del Johnny. Por decoro, prefirió no estar presente en esos funerales. Y Françoise, hizo causa común.

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