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La apasionada vida de Iliana Ross, 'la Coquito', la musa desconocida de la Transición

En el rodaje se enamoró del director, Pedro Masó, casándose y teniendo tres hijos… hasta un triste final.

En el rodaje se enamoró del director, Pedro Masó, casándose y teniendo tres hijos… hasta un triste final.
Iliana Ross en La Coquito | Youtube

De una manera casual, en un típico bar andaluz de la madrileña Plaza Mayor, me encontré estos días pasados de Semana Santa con Iliana Ross, nombre que a primera vista puede que no les diga absolutamente nada. Fue la protagonista de una película de éxito, la Coquito, donde deslumbraba a los espectadores con su llamativa anatomía, una cimbreante cintura, cuerpo espectacular, una mirada sugestiva, unos labios carnosos. Esta caribeña, natural de San Juan de Puerto Rico, se convirtió en aquel 1977, año del estreno de la película, una de las primeras en tiempos de la Transición, en un "sex symbol", que se movía en la pantalla con aplicada sensualidad, bailando y simulando cantar. Porque en realidad movía perfectamente los labios en el "playback", con picarescas canciones de principios del siglo XX, "la bélle-époque", cuando en realidad la voz era de una onubense llamada Blanca Villa. Números picantes como "La pulga", "La regadera", "¡Ay ba, ay ba!"… La Coquito estuvo nueve meses en cartel, se exhibió también con éxito en varios cines-teatros de Nueva York y en prácticamente toda Hispanoamérica. El guión partía de una añeja novela de Joaquín Belda y era en realidad la vida de una cupletista legendaria, la Chelito. Ni Belda entonces ni muchos años más tarde los productores de la Coquito, advirtieron de tal identidad. En el segundo caso porque los herederos de la Chelito no autorizaron a que se la nombrara en ningún momento.

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Durante el rodaje de la Coquito, Iliana Ross y el director del filme, Pedro Masó, se enamoraron. Él ya estaba separado de su primera esposa, María Isabel Postigo, con quien tuvo cuatro hijos. Después fue amante de la Contrahecha, una escultural bailaora a pesar del sobrenombre. A quien dejó tras conocer a Iliana. En este reencuentro inesperado con ella en Madrid quedamos citados para una entrevista. Se ha negado hasta la fecha a aparecer en varios programas de televisión contando su vida, renunciando a una sustanciosa cantidad de euros. Tampoco accedió a otros requerimientos periodísticos. Con nosotros, hizo una amistosa excepción. Digamos que su verdadero nombre es Ileana, con e, y sus apellidos Martínez del Valle. Cuando Pedro Masó la eligió para protagonizar la Coquito tenía tan sólo diecisiete años. Aceptó que su nombre se transformara con una i de por medio, en Iliana. El apellido artístico lo tomó de la dueña de una agencia de modelos de Puerto Rico, en donde trabajó unas temporadas hasta ser declarada en 1966 "Modelo del año" de aquella isla. Su belleza y elegancia quedó también reflejada en varios "spots" televisivos. A España, siendo menor de edad, vino acompañada de su madre, para rodar la Coquito.

"Pedro Masó quiso, antes de conocerme, que Isabel Pantoja fuera la Coquito. No pudo ser, como tampoco Lolita, porque en este caso Lola Flores no la dejó. Había escenas con desnudos y ligera de ropa. Con una primera secuencia en la que a mi personaje, el de una aspirante a estrella del cuplé, Adela Portales, la violaban. Tuve que fingir, sin saber cómo hacerlo, por intuición, no sé… Te lo creerás o no pero ante las cámaras, casi sin ropa, yo no pensaba realmente que estaba semidesnuda y que ello fuera a provocar tanto en la pantalla. Será que iba de ingenua. Puede que fuera yo un poco infantil, pero no sentí malicia alguna al interpretar mi papel".

"Pedro Masó, el director, y yo nos enamoramos a mitad de la película y nos fuimos a vivir juntos. Yo no le quité ese puesto a ninguna de sus mujeres, pues él estaba separado legalmente de la primera. En España, entonces, todavía podía ser un escándalo convivir sin estar casados. A mí no me importó, tal vez porque soy hija de divorciados. Cinco años permanecimos en esa situación, hasta casarnos civilmente. En mi tierra, Puerto Rico. En total vivimos después veintisiete años muy felices, con nuestros tres hijos".

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Pedro Masó era celoso, mujeriego de bien reconocida biografía donjuanesca. Pero con Iliana, al menos de cara a la galería, no se le conocieron otros amores. Eso sí: no quiso que ella, su mujer, volviera a rodar más películas. Era consciente de haber lanzado a la pantalla un mito erótico. Y no deseaba que continuara ni en esa línea ni en ninguna otra. Mas había un inconveniente: la todopoderosa Warner Bros era quien distribuía entonces las producciones de Masó. Iliana había firmado un contrato para rodar tres películas. Llegaron a un acuerdo después de la Coquito. Sólo protagonizó una más, en vez de las dos que le quedaban. Fue Puente Aéreo, en 1981. Un completo fracaso. La propia Iliana me reconoce que no le gustó el guión y que luego resultó un desastre. Tuvo posibilidad de trabajar en una película de la serie James Bond, aquella que finalmente protagonizó la brasileña Sonia Braga. La oposición tajante de Pedro Masó imposibilitó aquella gran oportunidad cinematográfica para Iliana Ross.

"Pedro y yo no podíamos vivir el uno sin el otro. Viajábamos juntos por todas partes. Él me leía sus guiones antes que a nadie. Nuestra complicidad era total. Pero nuestros hijos, conforme crecían veían en su padre a un hombre ya mayor, con quien por mucho que se quisieran mutuamente tenían algunas divergencias insalvables. Y esa fue la mayor causa de que Pedro y yo nos separáramos. Pero vivíamos cerca. Y hasta nos íbamos de viaje, desde luego cada uno en una habitación distinta de los hoteles que ocupábamos. Cuando Pedro murió en 2008, ni siquiera nos habíamos planteado el divorcio. Si ya no existía entre nosotros el amor, sí el cariño. Y se fue de este mundo rodeado de nosotros, de los que seguíamos queriéndolo".

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Pasaron dos años. En 2010 Ileana retornó a Puerto Rico. Tenía a su madre y a un hermano enfermos. Ambos murieron, tras unos meses en los que Iliana no se apartó del hospital en el que estaban. Allí ha venido desarrollando su trabajo de diseñadora de interiores. Nunca más, después de aquellas dos citadas películas, volvió al cine. Tampoco sintió nostalgia de ese mundo. Se adaptó a vivir sin añoranza alguna del éxito de la Coquito. Ha estado viajando periódicamente a Madrid. Y trata ya de instalarse aquí de modo definitivo.

"Deseo adquirir la nacionalidad española, a la que tengo derecho. Y tengo a mis hijos, y a mis nietos, que tanto echo de menos. Mi hija Estefanía forma parte del equipo de cuatro redactores-reporteros de la serie de televisión Españoles en el mundo, donde se encuentra muy a gusto".

Iliana es una dulce mujer, que mantiene su belleza tropical, el suave acento puertorriqueño, pero por su larga vida entre nosotros está adaptada a nuestras costumbres. Encantadora en el trato y sin reminiscencia alguna con aquella coqueta "Coquito" que la convirtió un tiempo en un rostro popular.

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