El triste cumpleaños de un envejecido Andrés Pajares
El ocaso de Andrés Pajares, un gran actor jubilado a la fuerza.
Amarga paradoja saber que uno de nuestros más brillantes y populares actores cómicos atraviesa una penosa situación en los últimos tiempos. Cumple este viernes, 6 de abril, setenta y ocho años, notablemente envejecido. Los últimos meses de Andrés Pajares han sido para él un calvario, tratando de superar sus complicaciones de caderas, que lo traen por la calle de la Amargura. Se han divulgado fotografías suyas saliendo de su casa del madrileño barrio de Chamberí, tratando penosamente de llegar a unos grandes almacenes del paseo de la Castellana. Sin valerse por sí mismo, sino apoyado en uno de los brazos de Juana Gil, su secretaria. Y en el transcurso del paseo, imposibilitado para caminar más de prisa, se observó que tenía que hacer varias paradas para descansar en un banco.
Animado por su mencionada secretaria y para no desairar a algunos de sus amigos, hizo también otras salidas, procurando disimular al máximo sus dolencias: para asistir en septiembre pasado al estreno de la última reposición de una comedia de Arturo Fernández, y a la presentación de un disco de José Mercé. Sonreía forzadamente en esas situaciones ante los fotógrafos. Por dentro, seguía su procesión. Fernando Esteso, su antiguo compañero de farras y trabajo, lo llama de vez en cuando, para animarlo. De sus tres hijos, no puede decir lo mismo. Mari Cielo se marchó a Los Ángeles y Andrés Burguera tampoco ve a su padre. Entre ambos y el cómico se cruzan acusaciones: no pueden verse, aunque parezca que se quieran. Resulta que quien más caso le hace es Eva, que ahora tiene cuarenta y ocho años, pero que no conoció a Pajares hasta llegada la treintena. Fue el fruto de una relación que tuvo Andrés hace tiempo, no volvió a saber nada de aquel amor fugaz hasta un día que Eva se presentó ante el cómico diciéndole que era hija suya. A poco le da un "yuyu". Tras recuperarse de aquella inesperada aparición se abrazó a ella, una joven realmente atractiva.
Andrés Pajares conoce lo que es el amor y la tragedia. Su primera esposa, María del Carmen Burguera, que era su pareja en los primeros espectáculos que presentaba, falleció a los treinta y cinco años. Andrés se hizo cargo de su hijo, llamado como él, auxiliar de vuelo, con el que ha tenido siempre una relación complicada, no sólo desde que se enteró de las tendencias sexuales de éste, sino porque parecen incompatibles.
La segunda esposa del cómico fue Ascensión "Chonchi" Alonso, con quien convivió desde 1965 hasta 1997. Formaron una simpática pareja, que se llevaba muy bien con los reporteros de la época. Lo contrario de lo que le sucedió a Pajares años después cuando, ya separado de "Chonchi" se encamó con una fisioterapeuta a la que conoció en un hotel de Palma de Mallorca. No llegaron a mucho tras vivir una relación de varios meses.
Fue ya con el nuevo siglo cuando el carácter de Andrés Pajares, por lo común afable, se fue tornando agrio. Se detectó que consumía ciertas sustancias que iban afectando a su salud. Ante las cámaras de televisión dio muestras más de una vez de no coordinar sus ideas. Tuvo que ser internado en varias ocasiones. La última vez que presentó un espectáculo en un pequeño teatro, el Arlequín, sito en una semiesquina de la Gran Vía, dio muestras de no hallarse en condiciones para actuar ante el público. Sin gracia, titubeando sus intervenciones, trabándosele la lengua y con un tartamudeo grotesco, transcurrió así apenas una hora. Como espectador, sufrí ante quien había sido uno de los mejores cómicos. Y un fenomenal actor dramático cuando le dieron la ocasión para ello. Recuerden ¡Ay, Carmela!
Y a partir de ahí hasta el presente todo ha sido en la vida de Andrés Pajares un continuo devenir, sujeto a una severa medicación, que a veces no ha seguido para lamento de cuantos le quieren y le cuidan. Si no fuera por Juana Gil, no sabemos qué sería a estas horas de Andrés Pajares. A lo mejor se casa con ella, según dijo en cierta ocasión. Gracias a que no tiene problemas para pagar las facturas de la luz, como suele decirse, hasta que desaparezca, se ha podido permitir muchas cosas en esta última fase de su vida. Hay quienes como él, millonarios, se arruinan por culpa de su desordenada vida. Siempre lo recordaré con afecto y admiración, porque era considerado y amable con sus periodistas amigos. ¿Qué malas amistades, en vez de ayudarlo, lo llevaron por mal camino?, como dicen algunos de sus íntimos. En el ocaso ya de su carrera de grandísimo actor, ya jubilado, brindemos en su setenta y ocho cumpleaños con el deseo de que salga adelante y remonte ese penoso estado en el que ahora vive.
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