La Familia Real asistió este lunes al completo a la misa por don Juan de Borbón en el 25 aniversario de su muerte, celebrada en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. La infanta Cristina fue la sorpresa de la cita y llegó acompañada de su prima Alexia de Grecia. Hace casi un año que la infanta no coincide en público con los reyes Felipe VI y Letizia, concretamente desde el 11 de mayo del año pasado, cuando acudió junto a su hermana la infanta Elena al funeral por Alicia de Borbón-Parma, en la capilla del Palacio Real de Madrid.
Aquel encuentro tuvo lugar después de que se conociera el veredicto del caso Nóos tras tres años de proceso judicial, en el que su esposo, Iñaki Urdangarin, fue condenado a seis años y tres meses de cárcel por prevaricación, fraude y dos delitos fiscales. A la llegada de don Juan Carlos y doña Sofía las infantas se mostraron afectuosas con sus padres, esbozando una sonrisa cuando la reina emérita se giró para saludarlas. Muy distinto fue el recibimiento que hicieron a don Felipe y doña Letizia, a los que miraron de reojo y con un semblante serio y distante. Esta escena no se ha vuelto a repetir y Urdangarín aún está pendiente de la sentencia final tras presentar recurso.
Acompañados por don Juan Carlos y doña Sofía, Felipe VI y la Reina Letizia presidieron la ceremonia en la basílica del monasterio, a la que acudieron unos 250 persona, entre ellos el ministro Íñigo Méndez de Vigo, familiares del conde de Barcelona y personas vinculadas a distintas etapas de su vida.
La infanta Cristina llegó a la basílica unos veinticinco minutos antes del inicio de la ceremonia y respondió sonriente a los saludos que le dirigieron durante el recorrido hasta la primera fila del templo, donde tomó asiento junto a la infanta Margarita y su esposo, Carlos Zurita.Antes de la llegada de los reyes, estrechó la mano de Méndez de Vigo y de algunos familiares.
El conde de Barcelona falleció en la Clínica Universitaria de Navarra, en Pamplona, el 1 de abril de 1993 tras un largo proceso canceroso y sus restos fueron trasladados el día siguiente al Palacio Real de Madrid, donde se instaló una capilla ardiente y se ofició el sábado 3 una misa córpore insepulto con asistencia de la Familia Real y las altas autoridades del Estado.
Tras aquella misa, el féretro partió hacia San Lorenzo de El Escorial, donde los restos mortales fueron llevados a la antesala del Panteón de Reyes, conocida como el pudridero, en la que permanecerán hasta que puedan reducirse para que ocupen la urna que los acogerá definitivamente bajo la inscripción "don Juan de Borbón, conde de Barcelona".