Pocas son las mujeres que destacan hoy en España en el campo de humor, aunque las haya, pretendiéndolo. De ellas, Paz Padilla es la más sobresaliente. Gaditana de cuarenta y ocho años ha ido refinando su desparpajo cómico, y alterna desde su inicial faceta de "cuentachistes" a las de presentadora en Sálvame y actriz de comedia. En estos días representa en un teatro madrileño el espectáculo escrito por Félix Sabroso, conocido guionista de cine, Desatadas. Ella es una de las tres actrices que representan una serie de dislocadas piezas y sketchs. Con anterioridad había estrenado en 1995 Sofocos, que llevó a muchos escenarios de toda España, con excelente acogida.
Conversar con Mari Paz Padilla es asistir a un chisporroteo de graciosas ocurrencias, tan consustanciales con la gente de su tierra. A veces, no sabemos cómo deslindar lo real de lo imaginario, escuchándola. Antes de ser una conocida cómica trabajó como auxiliar de clínica, época que recuerda –o inventa– a través de episodios más propios de sus monólogos humorísticos. Cuenta cómo le fue en lo que en el argot de las enfermeras se llama "lavado corporal". Cuando a un enfermo, desnudo, han de realizarle friegas. Y Paz Padilla, la primera vez que tuvo que ocuparse de ello, se encontró con un joven italiano, bien dotado. Muy satisfecha de su trabajo, terminó confesándole a una compañera que "me fui animando y le saqué brillo, aunque cuando llegaba a la torre de Pisa, volvía a torcer la dirección de la toallita p´a otro lado".
Como quiera que fue adiestrándose en su papel de auxiliar de enfermera, se familiarizó con toda clase de fármacos. Y un día que estaba en casa de su hermana quedó horrorizada: "Se estaba lavando los dientes con un tubo de Hemoal". Resultado de ello, fue como ella recordaba, "que a la pobre se le durmió tanto la boca que movía menos el labio que José María Aznar".
Su afición teatral le viene por parte de padre, pues éste era tramoyista del teatro Falla, allí donde se celebran los populares Carnavales gaditanos, los concurso de murgas y chirigotas. Se disfrazó un día de embarazada. Y a un compañero de hospital le propuso si podía darle sus apellidos al hijo que esperaba, al haber sido abandonada por su novio. Cada día que se encontraba con el ingenuo e infeliz muchacho lo volvía loco con aquella petición, dado que Paz continuaba simulando estar preñada. "El chaval, me huía", reconocía Paz. La broma duró hasta el día que se cansó de ir con varias toallas disimuladas en su vientre, se tropezó con el cuitado, que al sorprenderse, recibió esta explicación de la supuesta parturienta: "Acabo de abortar, así es que estate tranquilo que ya no te acosaré más".
Paz Padilla en estado puro. La que empezó a sacar producto de sus gracietas apuntándose en 1989 a un programa de humor de Canal Sur, Saque bola, presentado por Emilio Aragón. Allí coincidió con Chiquito de la Calzada, quien no cobraba lo suficiente como cantaor flamenco y optó por ganarse la vida como cuentachistes. Volvieron a coincidir en 1994 en Genio y figura, programa que antes de la sobremesa emitía Antena 3, con media docena de cómicos, en fila, contando cada uno sus bromas. A partir de ahí es cuando, poco a poco, Paz Padilla (lo mismo que le ocurriría a Chiquito) se vieron de la noche a la mañana convertidos en humoristas de moda y aunque su caché fue modesto alcanzaron ya con el nuevo siglo una situación que los convirtió en adinerados artistas. Si no millonarios, con un patrimonio en tiempos recientes que otras figuras del espectáculo ni siquiera podrían soñar.
Paz Padilla, acaso bromeaba sobre uno de los primeros novios que tuvo, al que recordaba así: "¡Qué coñazo de tío! No sabes lo que tardaba en desnudarse. Yo con el picardías en la cama y esperando. Era horroroso… Le decía, 'qué, te metes ya en la cama o tienes que barrer el suelo para quitarte los calcetines'". Y terminaron: "Aquello no se podía aguantá".
Ya siendo popular –ella utiliza el término famosa–, en su primer programa como presentadora de Sálvame, año 2009, la vistieron "con un Versace". Era el día que estaba invitado el novio del cantante Falete. Al que le tentó: "Venga, Caballito de Mar, llévame a la feria". Y el nada sospechoso homosexual la tomó con tal fuerza, apretando el pecho de Paz Padilla, que la dejó con el culo al aire, roto el vestido ante tan inesperada violencia. El público presente en el estudio se partía de risa, Paz gritaba: "¡A publicidad!", en tanto continuaba la escena, que imaginamos tendría un alto índice de audiencia. "¡Qué duro es quedarse en bragas ante dos millones de telespectadores!", rezongó en su camarín la debutante presentadora.
"Con esto de ser famosa noto que me quieren mucho… Me piden "autónomos", que es como algunos admiradores llaman a los autógrafos, y cosas parecidas, y me confunden con María Barranco. En un vuelo desde Madrid a Barcelona se encontró con la infanta doña Elena, que iba con sus dos hijos y una acompañante, que solicitó a Paz Padilla, tras saludarla, un "selfie". Paz Padilla se quedó medio muda, no sabía qué tratamiento darle. La acompañante le dejó una tarjeta para que en ella escribiera su email, con el fin de remitirle la foto que se habían hecho. Dudó Paz, pero ante la insistencia de la dama, no tuvo más remedio que anotarla: bragasdeesparto@hotmail.com. Ni que decir que no mucho después, conforme la notoriedad de Paz Padilla iba aumentando, cambió de dirección su correo.
En la vida de Paz Padilla hay luces y sombras. Muchos momentos de alegría, porque ella ve la vida siempre con optimismo, con aquello de la botella medio llena siempre. Pero, claro que ha sufrido, como su primer fracaso matrimonial con el que era su representante artístico, Albert Ferrer. Se casó con él en 1998, separándose cinco años después. Es lo que ella refiere así: "me desaparté". Tuvieron una hija, Anna, nacida en 1997. Cuando los reporteros acosaban a Paz Padilla en ese trance del divorcio, ella los atendía siempre, pero pidiéndoles que, por favor, dejaran al margen a su hija. Siempre se ha llevado bien con los compañeros de prensa. Luego volvió a casarse con Antonio Juan Vidal, en 2016. Las cosas del corazón y del trabajo le ruedan bien ahora a Paz Padilla. Se lo merece. Es una mujer llena de vitalidad y encanto. Y salero por arrobas, desde luego.