En la mayoría de las biografías publicadas de Francisco Rivera Paquirri figura como nacido el 5 de marzo de 1948. Así, realmente, es como fue inscrito al ser bautizado. Sin embargo, en el "Cossío", que es como la biblia para los toreros, se asegura que vino al mundo el 23 de ese citado mes, lo que ha sido utilizado en otros escritos también. Probablemente porque en tal fecha fuera inscrito en el Registro Civil; el anterior, era el religioso. Pero en verdad, cuando vio la luz por vez primera fue el 5 de febrero, en la aldea de Zahara de los Atunes, limítrofe de Barbate, pueblo este último donde también lo dan, erróneamente como el suyo. Pero, aunque estos datos inexactos tengan mínima importancia, al menos resulta anecdótico saber que la causa de esa alteración viene de que la familia del entonces neófito pensaba por mera superstición que el mes de febrero traía mal fario; que los bebés que nacían en el segundo mes del año estaban condenados a ser unos tarados.
Nos ocupa aquí contar la biografía sentimental del gran matador de toros. Ya siendo novillero se lo rifaban las mozas, y cuando llegó a figura su cotización entre las féminas subió muchos enteros. De mediana estatura tirando para alto; moreno, de faz risueña, con unos ojos verdes, traidores según una canción gallega; hechiceros para cuantas mujeres lo amaron, siendo correspondidas. De una larga lista de jóvenes sin relevancia para los lectores, escogemos a las que más estuvieron cerca de Paquirri, a saber: una belga que lo seguía a todas partes, de corrida en corrida; Denise, americana; las colombianas María Luisa Riasco, y Nora. Además, otra hispanoamericana, Alicia. Y las españolas Marilú, Pili Iglesias, catalana, a la que dejó cuando quedó absolutamente enamorado de Carmina Ordóñez. Ésta y su segunda esposa, Isabel Pantoja, qué duda cabe, fueron fundamentales en su corazón. Pero hubo otras dos que despertaron en él otra clase de pasión: Bárbara Rey y Lolita, la primogénita de Lola Flores.
Carmina Ordóñez llegó a su vida siendo ella una adolescente de diecisiete años. La conocía él cuando de la mano de su padre (quien se empeñó en llamarlo Paquirri desde que nació) acudió a la finca Valcargado, de Barbate, finca de Antonio Ordóñez. Pero entonces no ocurrió nada significativo. En un festejo taurino en Tarifa, sí que Paquirri se fijó en ella, pero aún era casi una niña. Fue en el Sanatorio de Toreros hoy desaparecido en Madrid, con motivo de una grave cogida del mentado Antonio Ordóñez donde Paquirri sintió algo muy especial al ver allí a la hija del torero herido, a Carmina. Y el "flechazo" parece fue mutuo. Él, como luego supimos hacía con aquellas que le hacían "tilín", la llamaba "amor". Tras dos años de noviazgo, no siendo ella aún mayor de edad, se casó con el torero gaditano. Era el 16 de febrero de 1973. En la Basilica de San Francisco el Grande, de Madrid. Todo el mundo taurino estaba aquella tarde en el templo, y después, el opíparo lunch en una sala de fiestas del parque del Retiro. Fui uno de los invitados a ese acontecimiento. Se fueron de luna de miel a Tahití. Nadie pensaba que aquella enamorada pareja fuera algún día a romperse. Mas eso sucedió cinco años después. El diestro quería vivir en el campo, donde se entrenaba muy duro diariamente para afrontar sus compromisos profesionales, en tanto ella, por su extremada juventud, deseaba estar en una capital, donde pudiera lucirse en fiestas y gozar de otras comodidades. Un viaje de ambos a Colombia para ver si arreglaban sus diferencias resultó baldío. Carmina "se lió" después con Antonio Arribas, especialista en películas de acción, reconocido "play-boy" en la Costa del Sol, componente del cuarteto de "Los Chory´s", que estaban siempre de juerga sin dar un palo al agua, sin trabajo conocido. Resulta chocante que otra novia de Arribas, la cantante Lolita, terminara años más tarde en brazos de Paquirri. Recuerdo la noche en la que debutó esta última en la sala Cleofás, donde cantó su primer éxito, "Amor, amor". En el camerino, concluido su "show", fueron a felicitarla Carmina y Paquirri, y por otro lado Antonio Arribas, que ya "roneaba" con la hija de la Faraona.
Confirmada la ruptura entre Carmina y Paco, éste buscó a Lolita y llegaron a mantener una relación de año y medio. Desde el 25 de mayo de 1979 hasta el 11 de septiembre de 1980. Lo tiene escrito ella en uno de sus "diarios". Fue intenso el mes y medio, sobre todo, que convivieron en la finca del torero, El Robledo, situada en el término sevillano de Constantina. Podría pensarse que a Carmina le olieran "a cuerno quemado" aquellos amores, pensando que ella y Lolita eran íntimas amigas. Al contrario. Aquella le dijo estar encantada porque sabía que los dos hijos habidos en su unión con Paquirri, Fran y Cayetano, estarían muy bien cuidados. Lolita se percató, no obstante lo mucho que estaba prendada de Paquirri, que éste seguía recordando a Carmina. "Yo a veces era su amante, y otras, simplemente su amiga", diría Lolita de su relación con el torero. Quien simultáneamente, mientras la cantante se quedaba en el chalé de Constantina esperándolo, se refocilaba en Madrid en la casa que tenía Bárbara Rey en la avenida de Arturo Soria. Finalmente, dejó Paquirri de verse con las dos. Lo de Bárbara dio la impresión de ser un mero pasatiempo en la cama. Lo de Lolita, de la que se despidió por teléfono, una simple amistad, que no había que confundirla con otros sentimientos. Fue un palo para Lolita, quien se dio por enterada del nuevo rumbo sentimental de su amante: "Salgo ahora con Isabel Pantoja, nana". Lo que nunca entendió Lolita es que una noche que actuaba en Florida Park contempló en primera fila a Paquirri y a Isabel. Aguantó el trago como pudo. Se enteró al terminar su actuación que la mesa estaba reservada a nombre de "la Pantoja".
Lo de Paquirri e Isabel Pantoja es harto sabido por cuanto se ha venido contando repetidamente desde que se conocieron en la Feria de Jerez de la Frontera, el 26 de mayo de 1980, presentados por mi amigo, el fotógrafo de ¡Hola! Manuel Gallardo. La coplera se sentía atraída por el diestro y éste le confesó en esa primera cita que llevaba en su coche varios "cassettes" con sus canciones. Ya saben: su boda en Sevilla, "por todo lo alto", se celebró el 30 de abril de 1983. Poco más de nueve meses después les nació Francisco José, al que la prensa rosa se empeñó en rebautizar como Paquirrín, lo que irritaba a su madre, que lo llamaría Kiko. Ella estaría un tiempo sin cantar. Había convenido con su marido que se retiraría para dedicarse a él y al niño. Y Paquirri le prometió que dos años más tarde, al cumplir su vigésima temporada como matador de toros, diría adiós a los ruedos y se dedicaría a la familia y a mantener una ganadería en su finca Cantora.
No pudo ser. Se cruzó en su vida el toro "Avispado", de la ganadería de Sayalero y Bandrés, el 26 de septiembre de 1984 en la plaza cordobesa de Pozoblanco. El resto, ya es historia. Muerto Paquirri, entró en la historia trágica del toreo. Isabel Pantoja se convirtió desde entonces en una mujer enlutada, que lo lloró por dentro de su herido corazón y también en una copla, "Marinero de luces". Su itinerario sentimental se bifurcó después en vericuetos entonces inimaginables, para terminar dos años entre rejas. Y el matador de toros de los ojos verdes que enloquecía a muchas mujeres pasó ya a ser una leyenda