Brigitte Bardot habla mejor de los animales que de sus maridos, hijos y amantes
"No formo parte de la especie humana", asegura la actriz Brigitte Bardot.
Reaparece Brigitte Bardot estos días después de un tiempo de prolongados silencios, sólo rotos de vez en cuando para seguir dando la murga con la defensa de los animales, su permanente obsesión desde que abandonara el cine hace cuarenta y cuatro años.
Quien fuera musa, mito erótico, "sex-symbol" de la cinematografía francesa entre los años 50 y 60, es hoy una anciana de ochenta y tres años, notablemente envejecida, gruñona, que coincidiendo con la aparición de sus memorias, tituladas Lágrimas de combate, ha concedido una entrevista al semanario París Match. Acerca de todo ese lío, bautizado en la prensa como MeToo, a raíz de la ya un tanto pesada campaña contra el libidinoso productor norteamericano Harvey Weinstein, B.B. declara, como su colega Catherine Deneuve, que a ella no le importó nunca ser piropeada por los hombres, sin que ninguno osara jamás violarla. En todo caso, apunta, si hay aspirantes a actrices o incluso estrellas que se someten a los dictados sexuales de alguien, ellas sabrán por qué lo hacen, pero venir ahora a quejarse y a sentirse víctimas, le parece a Brigitte un juego hipócrita.
¿Qué cuenta Brigitte Bardot en su autobiografía de doscientas y pico páginas, aparecida el pasado 25 de enero en las librerías galas? En conjunto, viene a ser una reiterativa defensa de los animales; no en vano preside una fundación con su nombre en defensa de ellos. A su vida íntima le dedica menos páginas. Cuatro maridos adornan su biografía sentimental, a saber: Roger Vadim, quizás el hombre que más la comprendió, moldeando su personalidad, proporcionándole cultura y modos de enfrentarse al reto diario con su vida y su profesión de actriz. A sus órdenes, ella protagonizó la película que la lanzó al estrellato en 1956: "Y Dios creó a la mujer". Un estallido de imágenes eróticas. Tras cinco años de vida en común, la actriz se casó en segundas nupcias con un guapo cantante, también actor, llamado Jacques Charrier, que vino a ser sólo una especie de perrito faldero a su lado. No obstante se quisieron y tuvieron un hijo, Nicholas Jacques, nacido en 1960, que no tuvo mucha relación con su madre; ahora vive en tierras nórdicas y él la visita una vez al año. Después de tres años de convivencia, Brigitte Bardot contrajo un tercer enlace en 1966 con un millonario austriaco, etiquetado como "play-boy" en la prensa internacional aunque era un empresario de éxito, llamado Gunther Sachs, aquel que mostraba una notable dentadura casi felina, con quien pasó tres años, entre 1966 y 1969. Su cuarto marido ya fue en los años en los que B.B. estaba en el ocaso y ya completamente olvidada su etapa de "glamour" y alocadas experiencias sexuales. Se llama Bernard d´Ormale, y oficialmente es su esposo desde 1992.
Se ocupa de estar al día ante el ordenador, recopilar cuanto se escribe sobre su mujer, en los periódicos o en los "tuits". Brigitte asegura recibir aún muchas cartas de sus admiradores, algunas de las cuáles, contesta si es que despiertan en ella algún interés, por lo común refiriéndose a los animales. La pareja habita cerca del puerto de Saint-Tropez, pero salen poco a la calle, si no es a la finca donde vive toda una comunidad de animales, compuesta de perros, gatos, cerdos, cabras, chivos, patos, gallinas, algún burro… No le importa a Brigitte, cuando está encamada con el complaciente Bernard, que se revuelvan entre las sábanas sus gatos preferidos. Llevada por esa obsesión animal, ha dicho lo siguiente: "No formo parte de la especie humana". Comprenderán que esta mujer ha ido demasiado lejos con sus campañas pro focas, lobos, toros y un extenso etcétera hasta llegar a esa conclusión, propia de quien tiene alterada la mente desde hace mucho tiempo. La misma que despotrica contra todos los políticos y no duda en señalar como su favorita a la hora de votar: Marine Le Pen. "Es la única mujer que tiene un par de cojones". Sin comentarios.
Si hacemos acopio de su filmografía nos encontramos que en veintiún años de carrera rodó cuarenta y ocho películas, cifra que no está nada mal, aunque no sobresalgan demasiados títulos aclamados por la crítica. Predominaba en muchos de ellos la fotogenia, el impulso erótico de sus movimientos ante las cámaras, el descaro de una mujer que se sabía muy "sexy" y los productores y directores se aprovechaban de esos encantos, sin preocuparse tanto de sus interpretaciones, por lo general mediocres. Conozco una anécdota de cuanto estuvo a punto de rodar en España una de las primeras películas de Luis García Berlanga: ¡Novio a la vista!, de 1954. Resulta que el realizador valenciano había contemplado unas fotografías de B.B en la revista Elle. Y cuando en un festival de Cannes se la presentaron quedó inmediatamente seducido por su físico. Parece que trató de ligar con ella y la mejor manera y más directa fue ofrecerle un papel protagonista en esa película que preparaba. Volvieron a encontrarse en la Filmoteca de París, se reafirmó Berlanga en la oferta pero la actriz se encontraba rodando otra película. Había que esperar unos días. El productor de ¡Novio a la vista!, Benito Perojo no aceptó retrasar ni un día la filmación. Y Berlanga hubo de transigir con la imposición de otra actriz francesa –se trataba de una coproducción-, Josette Arnó, y lamentar siempre no tener a sus órdenes a la entonces pizpireta Brigitte.
Quien en sus años juveniles no se cortaba un pelo y buscaba promocionarse como fuera. Al hotel que ocupaba en París Luis Miguel Dominguín acudió un día para que le firmara un autógrafo. Conociendo al torero, no sólo le firmó una foto en su habitación… Ya siendo ídolo de los franceses, cuando el mismísimo Charles de Gaulle decía que el queso francés y Brigitte Bardot competían en las mayores entradas de divisas en el país, ella aparecía fotografiada en las páginas de París-Match junto a Pablo Picasso, que aceptó recibirla en su mansión de Vallauris. Toda una diva que se exhibía sensualmente y además de sus maridos seducía a cuantos varones se le ponían a tiro. Conquistó nada menos que a Gilbert Bécaud, también a otro cantante, el simpático Sacha Distel, y aparte de muchos amantes, fue musa de Serge Gainsbourg, el cantautor progre y maldito que compuso para ella una de las canciones más eróticas en la historia del pop, "Je t´aime… moi non plus". Llegó la Bardot a ensayar dicha pieza pero finalmente quien la comercializó fue la mujer que la sustituyó en el corazón de Gainsbourg: Jane Birkin.
A España vino en diferentes épocas Brigitte Bardot. Rodó Las petroleras, en la Costa del Sol. José Luis López Vázquez, que intervenía en un breve papel, recordaba: "No crucé con ella ni una sola palabra, ni un mísero ¡hola! Porque iba de estrella total. Nos ignoraba a todo el mundo". El malogrado galán Julián Mateos tuvo mejor suerte pues Brigitte, fuera del rodaje, se encaprichó con él y vivieron una romántica aventura. Desde luego la B.B. era muy antipática. Yo mismo intenté enhebrar con ella una conversación en una tarde veraniega en el Marbella Club, cuando se dirigía a la playa. Ya tumbada en la arena me acerqué a saludarla, contestándome: "Si no me deja en paz, me vuelvo a París". Fue inútil insistir. Pero, al menos, me contento recordando lo que contó López Vázquez. A mí, al menos, me dijo algo.
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