Semanas antes de ser asesinado, John F. Kennedy tuvo la suerte de conocer a Greta Garbo. Pero no como su padre a Gloria Swanson. Conocerla porque ella aceptó una invitación a la Casa Blanca. Y estaba Jackie. También Lee Radziwill ("había otra señora, me he olvidado, una princesa o algo así", contó años después Garbo sobre los invitados). Parece que fue el 13 de noviembre de 1963 (no está muy claro porque no aparece registrado). Después de cenar, dio una vuelta por la residencia presidencial y al llegar al dormitorio Lincoln se quitó los zapatos y se tumbó en la cama. Pero no aceptó quedarse a dormir y lo hizo en un hotel.
"Fue una cena íntima y encantadora. El presidente Kennedy no fumó y bebió sólo agua. Me sentí como una maldita cuando encendí un cigarrillo", recordaba la actriz. El presidente le preguntó qué hacía últimamente y Garbo le dijo que era coleccionista. "¿Y qué colecciona?". Abrió el bolso y le dijo: "Aquí hay un ejemplo". Era un artículo que había arrancado de una revista sobre Kennedy, que, claro, se quedó sorprendido. Luego regaló a la estrella un diente de ballena. "A mí nunca me ha dado un diente de ballena", se quejó Jackie riéndose. Brigitte Bardot ha tenido citas con más presidentes. Si Greta Garbo se retiró a los 36 años, Brigitte Bardot lo hizo a los 38 para dedicarse a los animales. También yendo al Elíseo.
En una entrevista en Paris Match, le dicen "Usted ha tenido ocho presidentes de la República a sus pies". Y ella contesta que es posible, pero que lo que le interesaba era que le ayudaran con sus animales. "Salvo De Gaulle. Él era diferente. Lo adoraba". Le llamaba General, no Presidente. Luego llegó Pompidou, con el que cenaba habitualmente en casa de Marie-Hélène y Guy de Rothschild. "Era cálido, afable, divertido, nada creído. Sé que si le hubiera pedido cualquier cosa, me habría ayudado". El siguiente, Giscard, también le parecía encantador. "Me apoyó dos veces". Se refiere entonces a la prohibición de importar pieles de bebés de focas blancas y a las pruebas para cinturones de seguridad que se hacían con monos atados en un coche que lanzaban contra un muro de hormigón. "Una masacre". Y más sobre Giscard: "Luego nos telefoneamos a menudo, yo estaba muy agradecida. Y un día vino a mi casa en París…". Los puntos suspensivos son literales de la entrevista.
Miterrand la invitó a comer al Elíseo y ella le planteó las cuestiones sobre animales que le preocupaban. A él, que comía hortelanos. O los comió en su última cena junto a ostras de Marennes, foie-gras de las Landas y capón asado. Comida seguramente no aprobada por la rubia. Mitterrand aseguró a BB que se ocuparía de eso de lo que le hablaba. Pero no pasó. Chirac era un ligón. Y ella sólo estaba preocupada por cerrar las tiendas de animales en el Sena. Cuando vio a Sarkozy, su batalla era que saber si el Corán admitía que los animales fueran adormecidos antes de sacrificarlos. Quería obtener esa medida en los mataderos. El presidente la recibió, pero nada más. Con Hollande sólo habló por teléfono y por carta sobre la caza furtiva de los elefantes en África. En cuanto a Macron es optimista, sobre todo por el nombramiento de Nicolas Hulot como ministro de Transición Ecológica y Solidaria. No voy a hacer chistes sobre un encuentro entre el presidente y una Brigitte de 83 años. Recuerda Caroline Pigozzi, la autora de la entrevista en Paris Match, que en diciembre el New York Times escribía que los más grandes personajes franceses eran De Gaulle, Johnny Hallyday y Brigitte Bardot. Sólo queda ella.