Luis Gil fue todo un artista, con un gusto exquisito, ya que muchas joyas que llegaban a sus manos, las transformaba de tal manera, que hacia verdaderas obras de arte. Su clientela era lo mejor de la alta sociedad de nuestro país, y durante toda su vida, la discreción fue su bandera. Una de sus mejoras clientas fue Carmen Polo de Franco, que pesa a su fama de ser el terror de los joyeros, Luis Gil, siempre defendió que fue una magnifica pagadora. Su nieta Carmen Martínez – Bordiú , en el famoso baile, que cada año organiza el Spanish Institute de Nueva York, apareció con un collar de esmeraldas , que según cuentan fueron las mismas piedras que lucio en la tiara que llevaba el día de su boda con Alfonso de Borbón , Duque de Cádiz, dicha transformación , fue obra de Gil.
Una de sus creaciones más recientes, fue el cambio que hizo del famoso collar a juego con pendientes de diamantes y esmeraldas propiedad de la recientemente fallecida Alin Grith, Condesa de Romanones, que se vendió en una subasta en la famosa casa Sotheby’s, hace unos años, y la gran sorpresa fue cuando esa magnífica pieza apareció en el cuello, la entonces amiga entrañable de rey don Juan Carlos, Corinna Zu Sayn- Wittgenstein.
Cuqui Fierro, y otros miembros de su familia, al igual que los March, fueron grandes clientes, al igual que la francesa Anja López, ex mujer del compositor francés de origen español, Francis López, que una vez que se divorciaron , se volvió a casar con Jose María Aristrain, el industrial metalúrgico navarro. El matrimonio sufrió in accidente de helicóptero en Niza, cayeron al mar, perdiendo la vida, y las joyas diseñadas por Luis Gil, nunca se recuperaron.
Grandes amigos como Nati Abascal Mirian de Ungría, Josemi Rodríguez- Sieiro. Begoña García – Vaquero, esposa del empresario Pedro Trapote, junto a muchos otros, se encuentran entre sus amigos más íntimos.
Luis Gil, nunca tuvo afán de protagonismo, todo lo contrario, era una persona sencilla en el trato, a la vez de ser todo un señor en el amplio sentido de la palabra. En su casa había un matrimonio filipino, que formaban parte del servicio, que tenían una hija, a la que desde el primer momento se ocupó de su educación y le costeó sus estudios, y como la niña, por lo que me cuentan es muy inteligente, no tuvo la más mínima duda de una vez terminó sus estudios en el colegio, le costeó la carrera universitaria. Por expreso deseo del propio Luis, le exigió que le llamara por su nombre sin tratamiento alguno, le quería tanto que le llama tío Luis.
Vivía en una de los edificios más elegantes de Madrid, en pleno barrio de Salamanca. Todavía es muy temprano, para saber qué pasará con su herencia que con toda seguridad será bastante cuantiosa. Sus herederas salvo que haya sorpresas, serán sus sobrinas, al a haber tendido hijos.
Luis Gil, falleció el día 3 de enero a la edad de 96 años.