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Carmen Franco confesó sus mayores secretos antes de morir

La escritora Nieves Herrero presentó hace unos días, Carmen, el testimonio novelado de la hija de Francisco Franco.  

"Desconozco el tiempo que me queda por vivir, pero puedo asegurar que me da igual lo que hayan dicho o lo que vayan a decir sobre mí. Nunca he pretendido ser el foco de atención y voy a seguir así hasta el final", así habló Carmen Franco Polo a la periodista Nieves Herrero desde el salón de su casa en Hermanos Bécquer, en Madrid.

Con la novela Carmen, su protagonista pretendía contar su vida, construida desde su relato, desde sus vivencias. Primero con los ojos de una niña que se enfrenta a una guerra que no entiende, y finalmente, con los ojos de una mujer que luchar por tener su propia vida y que no teme a la muerte.

La escritora Nieves Herrero presenta en su nuevo libro el fruto de horas de charlas en las que desvela los recuerdos más íntimos de la hija de Francisco Franco. Sin miedos ni rencores, recorre sus vivencias durante el régimen dictatorial de su padre siendo testigo de casi un siglo de historia de España.

Un producto de su época

"Como mujer, me enseñaron a ver, oír y callar", confiesa en su novela. Sin embargo, hay aspectos de la vida de Carmen que nunca se hicieron públicos y que a punto estuvo de acabar con la relación con su madre. Aunque siempre fue una niña obediente, tuvo algún que otro momento de rebeldía en su vida.

Ejemplo de ello es cuando Carmen Polo fue consciente del enamoramiento de su hija con un joven guardiamarina, ella siguió carteándose con él, lo que hizo que su madre decidiera no dejarla salir de casa "ni siquiera tenía permiso para ver a mis primas", asegura la novela. Sin embargo, confiesa que una de las hijas de Pilar Franco hacía de recadera con las cartas amorosas hasta que volvieron a enterarse y detuvieron de inmediato el romance.

Hay un punto muy interesante en la novela cuando Carmen cuenta cómo era el Francisco Franco que conoció de niña destacando que hay un antes y un después de la guerra civil. Destaca que antes hay un padre amable que canta zarzuela y que jugaba con ella, y el de después, un padre al que apenas tenía acceso y unicamente veía en las comidas y en las cenas y "siempre rodeados de mucha gente".

Años después, el afán por acercarse a su padre le hace descubrir que hay algo que puede unirles: la caza. Una de sus mayores aficiones junto a montar a caballo. Precisamente durante una de esas cacerías, Carmen cuenta "los perdigonazos" que le propinó Fraga "allá donde la espalda pierde el nombre".

¿Conoció a Hitler?

Una de las escenas más famosas de la historia del mundo contemporáneo es el encuentro en la estación de trenes de la localidad francesa de Hendaya entre Franco y Hitler y del que a punto estuvieron de ser testigos Carmen Polo y su hija.

Una jovencísima Carmen intuye que algo podría pasar en aquel viaje y decidió ir con su Madre a la Gran Vía de Madrid para comprar una custodia a la que no dejaron de rezar durante todo el trayecto. "Se hacían guardias por la noche para que constantemente se estuviera rezando".

Carmen pensó que podrían no regresar de ese viaje, tenía la sensación de que, a pesar de la relación de amistad que su familia tenía con Hitler, si decían no a entrar en la segunda guerra mundial, el Führer podría tomar represalias contra ellos.

Carmen y el aristócrata

Carmen siempre echó en cara a su madre el decepcionante final de su romance con el guardamarina: "Pero si a ti te pasaba igual con el abuelo, no te dejaban que tuvieras a papá de novio", le recriminó en varias ocasiones. Sin embargo, años después empiezan a permitir que Carmen salga de casa y aparece un aristócrata en su vida del que se enamora perdidamente: Cristóbal Martínez-Bordiú. Un noviazgo que supuso una puerta abierta a la libertad que añoraba desde niña. Quería dejar atrás el Palacio de El Pardo, abandonar la escolta y viajar.

El matrimonio tuvo siete hijos y aunque Carmen se define en la novela como buena madre, asegura ser fruto de una época en la ciertas mujeres estaban obligadas a asistir a actos sociales y dejar a sus hijos en casa. Por lo que echando la vista atrás, Carmen se pregunta con pena si ha sido la madre que sus hijos esperaban.

El final de Franco y la democracia

Uno de los momentos más duros que recuerda Carmen en su libro es la muerte de Carrero Blanco y el impacto que supuso para su padre. Un hecho que su hija señala como el momento en el que Francisco Franco comenzó a morir: "Ese atentado de ETA iba contra mi padre. Ahí quedó herido de muerte. No le había visto llorar hasta ese momento".

Consiente de que la muerte de su padre estaba cerca, no derramó lágrimas en su final. Cuenta que antes del fallecimiento, su padre le mandó a su despacho y le ordenó recoger unos papeles entre los que se encontraba su testamento y la carta de despedida de los españoles. Franco hizo a su hija leer el texto y cuando llegó a la parte donde pedía que se abrazase a la monarquía tras su muerte, Carmen recomendó a su padre incluir el nombre de don Juan Carlos de Borbón.

A solas, pasó el texto a máquina y lo llevó con ella hasta el día del fallecimiento de su padre. Tras la muerte, llevó el escrito y se lo entregó al Rey que agradeció haber incluido su nombre, pues funcionaba como salvoconducto, en lugar de dejarlo abierto.

La llegada de la democracia supuso un torrente de cambios para la familia Franco. "En la democracia nos fue mejor con el PSOE que con UCD. Había una obsesión con nosotros", relata en la novela. De hecho, no perdonó a Adolfo Suárez la legalización del PCE. "Fue un golpe bajo" para la familia, asegura.

Carmen, a secas

"He llegado hasta aquí. El final de una larga vida. Ahora que ya no tengo ninguna obligación ni ninguna responsabilidad, me siento más libre. No tengo por qué dar explicaciones de mis actos. No tengo que rendir cuentas a nadie. Procuro llevar una vida normal pero soy libre. Más libre de lo que he sido nunca. Durante gran parte de mi vida he tenido que hacer aquello que era lo correcto, lo que marcaba el protocolo de mi posición. Primero hija de Franco, después mujer de Cristóbal Martínez-Bordiú y, por fin, Carmen a secas. Reivindico mi nombre porque no quiero ser juzgada por la vida de los demás. Ni la de mis padres, ni la de mi marido, ni la de mis hijos. Soy Carmen. Nada más", dice en su despedida.

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