El enfrentamiento de Rocío Carrasco y Antonio David Flores es uno de los clásicos del mundo del corazón de la última década. Lejos de ser una polémica pasajera, es un odio real y enconado, en el que cada una de las partes parece haberse jurado rechazo eterno.
La revista Lecturas narra cómo fueron las siete tensas horas que vivió la expareja en los juzgados para dirimir las denuncias mutuas que se han interpuesto, en este caso si la hija de "la más grande" tiene que pagar a su ex la mitad de los estudios de sus hijos. El tronista ocasional cifra esta cantidad en 5.000 euros mensuales.
Al parecer, durante el encuentro "ni se miraron". Ella no se quitó la gorra que llevaba calada hasta las orejas en ningún momento y hablaba por teléfono muy bajito. Además lloró durante la vista. Antonio David también ejerció de hombre preocupado, quizá más entero pero mucho más serio.
Los dos llegaron por separado y a las nueve de la mañana, con sus abogados pero sin sus respectivas parejas. La vista comenzó con retraso y se prolongó hasta las 4 de la tarde, siendo interrumpida en varias ocasiones para que la magistrada atendiera otras causas.
Antonio David y Rocío coincidieron en los pasillos durante esos tiempos muertos pero, pese a estar a escasos metros, no se dirigieron la palabra. Testigos han asegurado a Lecturas que la situación era claustrofóbica: "Cada uno estaba con su abogado, ni se miraron".
Mientras Rocío Carrasco se niega a someterse a las pruebas psicológicas pedidas por la parte de Antonio David, la hija de la pareja, Rocío Flores Carrasco, empieza a labrarse una carrera en televisión.