Después de que Kardashian fuera portada de la cabecera española S Moda el pasado sábado, me hizo recordar las muchas facetas de Kim Kardashian, y he descubierto que la celebrity ha publicado un libro. Sí; han leído bien, un libro. Pero no un libro en donde hay palabras, puntos, comas… frases, en suma, que hay que leer y esforzarse en pensar, interiorizar… No. Un libro de fotos. Pero no fotos artísticas de Helmut Newton -que no ha vivido para fotografiar su culo- o Mario Testino. Autofotos. Selfies, que suena más cool.
Para mayor originalidad, el libro titula Selfish, y en él la empresaria -creo que es el término que mejor la define- recoge sus mejores retratos que se ha sacado a sí misma.
En la entrevista que le realizan, el periodista no duda en preguntarle por dicha joya literaria -o estética, más bien- cuestionando si el selfie podría ser "una nueva forma de arte" o una "herramienta para empoderar". Por supuesto, y como era de esperar, Kim no duda en contestar que "los selfies son algo muy importante en la cultura pop", aunque confiesa que ya no se hace autofotos desde hace un año, ya que ha "intentado vivir algo más separada" de su teléfono móvil.
Después de leer aquello, no pude evitar detenerme a pensar si los selfies eran arte. Lo primero que pensé es cómo va a ser arte algo tan vulgar, simple, sencillo, repetitivo, ausente de originalidad, carente en la mayoría de los casos de un sentido más allá de la vanidad y el egocentrismo. -Y sí, me hago selfies. Muchos-. Después me acordé de algunas autofotos especiales, diferentes y únicas. El selfie como tal no es arte -sí una forma de expresión y comunicación-, pero hay selfies llenos de arte, como los hay llenos de mediocridad.
Supongo que no es lo mismo "forma artística" que "arte", ya que lo primero hace referencia a una forma de manifestar una creación, mientras que lo segundo es la excelencia de la creatividad que genera emociones.
Hablando de arte, tampoco puedo evitar pensar en el talento que la propia Kim reconoció "no tener". Sí, el talento, es ese bien sobrevalorado, ambiguo, indefinido e indefinible del que tanto se abusa. Desde concursos varios -donde ya se sabe quién va a ganar-, pasando por un sinfín de productos 'marketinianos' que te vende que fulano o mengano tiene talento, y tú te lo tienes que creer, para después consumir el talento de ese otro. El talento justifica la fama; aunque a menudo es la fama la que justifica el talento -o el pseudo talento-.
Recordemos aquella otra portada de Forbes, que ella misma compartía en Instagram, escribiendo "no está nada mal para una chica sin talento".
Y es que Kim no canta, no baila, no cuenta chistes ni tampoco desfila. Me resulta gracioso que esto último que escribo sea una frase extraída de diferentes medios, en los que ya se da por sentado que sólo se tiene talento si sabes cantar, bailar o desfilar. Dónde quedan todas las demás artes -los selfies, ya hemos decidido que no valen-, y la pregunta del millón o de millones –nunca mejor dicho—, si crear un imperio que se basa en la imagen y marca personal no es tener talento.