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La verdadera historia de los dibujos que Picasso regaló a la tata de los Bosé

¿Se los acabó dando a Lucía, que atravesaba una mala racha económica? Ahora, la Fiscalía pide dos años de cárcel para ella. 

Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé | Cordon Press

La noticia de que Lucía Bosé ha sido acusada por la Fiscalía Provincial de Madrid de un delito de apropiación indebida de un dibujo de Pablo Picasso, que éste regaló a la tata de la familia Dominguín y luego fue vendido en pública subasta por un importe de 198.607 euros, nos ha llevado a investigar el asunto, destapado a raíz de la denuncia de un par de sobrinas de Remedios T. M., la mencionada tata, quiénes aseguran ser legítimas herederas de su tía, fallecida en 1999, y por tanto de tal dibujo picassiano, titulado "La Chumbera".

Con ochenta y seis años, Lucía Bosé lleva varios residiendo en la localidad segoviana de Brieva, donde montó un museo con esculturas angélicas, que no resolvió su precaria economía. Tanto Lucía como sus descendientes consideran injusta esa demanda, reafirmándose en que el referido dibujo presuntamente regalado por Picasso a la tata, en realidad era propiedad de la familia Bosé. O más concretamente de Miguel, a quien pudo regalárselo la tata, según confiesa su madre. Al parecer, una de esas dos sobrinas de Remedios, estuvo un tiempo al servicio del cantante. Quien luego decidió prescindir de ella. ¿Podría ser una venganza el motivo por la que tal sobrina decidiera proceder a la demanda que nos ocupa?

Luis Miguel Dominguín, cuando aún no se había separado de Lucía Bosé, había conocido a Pablo Picasso en una de las corridas que frecuentemente toreaba al sur de Francia. Enamorado de la fiesta, el pintor malagueño se desplazaba desde su residencia en la Costa Azul, cercana a Cannes, a cualquiera de las ciudades donde se celebrara un espectáculo taurino. Y en una barrera de Fréjus –sería en una de las temporadas de finales de los años 50–, saludó a Luis Miguel. Tuvieron otros encuentros similares lo que desembocó en una admiración mutua. Como prueba de amistad, Picasso invitaría al matrimonio Dominguín a visitarlo cuando quisieran. Y ya con tres hijos, extendió por supuesto el gesto a los pequeños Miguel, Lucía y Paola, que en compañía de la tata Reme pasaban algunas vacaciones en "La Californíe", el inmenso chalé del genio, que apadrinó a la tercera hija, orgulloso de que llevara su nombre, en femenino, claro está. Se daba la circunstancia de que Luis Miguel se iba a torear a las Américas, cuando no rendía su larga temporada española en los ruedos. En el primero de esos casos, Lucía, su esposa, se iba con él. Y los tres niños se quedaban con la tata en el chalé de Picasso, por entonces ya casado con Jacqueline Roque, su última mujer.

Picasso regaló a Lucía cuadros, dibujos y esculturas. Lo mismo que improvisaba divertidos dibujos para Miguelito, Lucía y Paola. Pero no quedaba ahí la cosa, sino que a la tata Reme le dibujaba asimismo unos trazos en papeles o cartones, con esta indicación: "Para que los bordes en tus bastidores". Debió obsequiarle con varios de esos dibujos, pues a Remedios no le daría tiempo de utilizarlos para esos bordados, quedando éstos a medio terminar. Picasso estaba encantado con aquella mujer de pueblo, natural de Saelices, provincia de Cuenca, al punto que le hizo proposiciones de quedarse en Mougins, para ocuparse de labores caseras y ayudar a Jacqueline. La respuesta de Reme, invariable, era ésta: "Yo no dejo a mis niños por nada del mundo". Los quería como hijos propios. De hecho, Miguel, Lucía y Paola pasaron en su niñez más tiempo con Reme que con sus padres. La había contratado Luis Miguel Dominguín, que tenía una finca en Saelices, donde vivió los primeros meses de casado con Lucía Bosé. Y cuando la familia se instaló en Madrid, en "Los Cardos", el chalé situado en las merindades de la Casa de Campo, Remedios T. M. se fue con ella y fue siempre la mujer de confianza, la que vio nacer a la prole del torero y la actriz italiana. Ni siquiera accedió a casarse con un picador, Mozo, que pidió su mano. Por no dejar a "sus niños"…

Picasso con su esposa, Dominguín y Lucía Bosé | Cordon Press

Me sirvo de lo contado por el inolvidable amigo, el gran periodista Antonio D. Olano en sus reportajes y sobre todo en varios de sus libros (Picasso íntimo, Las mujeres de Picasso y Dinastías, que obran en mi poder) para argumentar cuanto sigue acerca de esos regalos pictóricos de Picasso: "En las paredes de Los Cardos, la finca madrileña de los Dominguín, penden unos cuadros con figuras infantiles, multicolores, grandes y dibujadas a lápiz. Son dibujos que hizo Picasso para Reme. En los que las mujeres parecen ciempiés. Uno se llama "La Churrera". (Qué casualidad, apuntamos nosotros, cuando el dibujo en liza en la demanda contra Lucía Bosé aparece titulado como "La chumbera". ¿No será el mismo, dada la cierta similitud del título?)

Siguiendo otro relato de Olano (que gracias a ser amigo de Luis Miguel, conoció a Picasso, logró ser el único periodista español con paso franco en la casa del pintor, al que visitó varias veces, en ocasiones él solo, y sobre el que publicó varios libros y excelentes crónicas) podemos atestiguar una situación penosa que atravesó Lucía Bosé y sus tres hijos, al separarse "del torero", como ella lo llamó siempre. Copio, textualmente estos párrafos", de Dinastías, página 175, cuando Luis Miguel pretendió quedarse con el chalé familiar y que su ex y los tres hijos se fueran a un piso del centro de Madrid, y únicamente les pasaba una exigua pensión de treinta mil pesetas, cantidad con la que era difícil mantener aquella residencia: "Hicimos muchas veces consejo de familia, al que siempre acudía nuestra fiel Reme, la tata. Tratábamos de la venta de las cosas que nos quedaban… Incluso Reme tuvo que vender un dibujo que, para que bordase, le hizo Picasso. Creo que nos dieron ocho millones de liras, una cantidad de liras, pero que nos sacó de apuros aquel mes".

Se colige de esa confesión de Lucía Bosé a Olano que Remedios T.M., la tata, se desprendió de un dibujo que le había regalado Picasso para que la familia con la que llegó a convivir durante cincuenta años pudiera alimentarse un mes y afrontar los gastos más necesarios de la casa, porque quien debía ocuparse de los suyos, Luis Miguel Dominguín, al separarse, después de haberle puesto mil veces los cuernos a su mujer, ganando millones en los ruedos, no quiso ayudarlos… ¡a sus propios hijos siquiera!, como venganza. ¿Por qué? ¿Porque Lucía estaba harta de aguantar sus infidelidades y le plantó cara? Ahora bien: aquel dibujo propiedad de la tata no podía ser el ahora tema de la discordia, titulado "La Chumbera", sino tal vez el otro que antes citamos, "La Churrera". De todos modos, Reme era dueña no de uno, sino de varios dibujos que le había dado Picasso. ¿Qué pasó con ellos? Lo ignoramos. Lo único cierto es que los tenía en Somosaguas, en el chalé de los Dominguín, porque era en realidad su hogar, ya que nunca quiso regresar a Saelices. El tan traído y llevado ahora cuadro de "La Chumbera" no estaba firmado, sino al dorso: "Para Reme. 12 de febrero de 1963". Y la firma, desde luego, de Picasso.

Pasaron los años. Miguel Bosé se hizo un cantante muy popular y sin desentenderse del chalé, de cuyos gastos cuantiosos se hizo cargo durante un tiempo, prefirió ya emanciparse e irse a un apartamento. Hoy sabido es que vive en Panamá con sus cuatro hijos. Paola fue madre de un niño que tuvo de su unión con José Coronado, y después también con otras parejas dejó el nido familiar. En cuanto a Lucía hija se casó con un actor extremeño, Carlos Tristancho, y se fue a vivir con éste a su tierra, donde montaron un ruinoso negocio, el hotel Rocamador, hasta que ella se divorció, cogió a sus hijos y emprendió otra nueva vida. Pero en ese periodo que Lucía permaneció en Extremadura se llevó consigo a su querida tata. Quien dejó en Somosaguas los dibujos de Picasso; al menos, se dice que "La Chumbera". ¿Los regaló o, al menos el citado, a Lucía Bosé? ¿O a Miguel, según parece sostiene ahora su madre? Ahí es donde creemos está el enigma: si Reme se olvidó de tales dibujos, o hizo saber a sus sobrinas que eran suyos, o que se los había dado a la familia con quien había vivido medio siglo. Ya dictará sentencia el juez pues si los dibujos llevaban la dedicatoria a Reme, parece claro que eran suyos. Y si Lucía opina lo contrario ¿podría demostrar que la tata se los dio para ayudarla como una vez hizo para salvar su maltrecha situación económica? Embrollo que esperamos se aclare. No nos gustaría ver a Lucía Bosé pasando dos años entre los barrotes de una cárcel.

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